“La puta mejor embalsamada”, una suspensión que generó revuelo en Tucumán

“La puta mejor embalsamada”, una suspensión que generó revuelo en Tucumán

La obra cordobesa, dirigida por Julieta Daga, fue levantada con una imprecisa excusa. Presiones.

LA ESTÉTICA DEL BUFÓN. “La puta mejor embalsamada” desafía al público a asumir una posición sobre el escarnio sufrido por el cuerpo de Eva Perón.  LA ESTÉTICA DEL BUFÓN. “La puta mejor embalsamada” desafía al público a asumir una posición sobre el escarnio sufrido por el cuerpo de Eva Perón.

El anuncio formal surgió tras la cena del lunes feriado. Lo escueto del comunicado daba lugar a demasiadas preguntas y a múltiples lecturas. E Instituto Nacional de Teatro (INT) anunció: “Se comunica que la obra ‘La puta mejor embalsamada’ se reprogramará por razones de logística de la organización”. Así se avisó que ayer no iba a tener lugar la realización de la puesta cordobesa en el teatro municipal Rosita Ávila, que ya tenía distribuidas todas las entradas gratuitas para las 20 y las 22, en una actividad paralela a la Fiesta Provincial de Teatro.

Las preguntas no tuvieron respuestas sólidas de nadie, lo que multiplicó las lecturas. ¿Cuáles eran las “razones logísticas” de tan gran peso que llevaban a esta decisión? Nadie lo explicó convincentemente; era una simple manera de eludir los motivos.

Las reglas de la política hacen que nadie reconozca explícitamente en forma pública lo que todos hablan en corrillos (presenciales y virtuales) donde la palabra censura se repitió sin descanso. La medida marcó el pulso de la Fiesta y fue el tema excluyente, con proyección nacional dentro del INT. Mientras tanto, el certamen continúa su marcha y hoy se presentarán tres obras (ver notas aparte).

Por la tarde, la delegación local del INT alegó que se suspendió porque “no estaban garantizadas las condiciones mínimas pautadas oportunamente, tanto para los artistas a cargo del espectáculo como para el eventual público asistente”. ¿Hubo temor a un ataque artero, a un sabotaje, a una marcha en repudio que impidiese la representación, como deslizó un grupo de mujeres en una nota al Ente Cultural de la Provincia?

La decisión de no mostrar ahora (según prometen, sí se concretará en el futuro) este texto del cordobés David Metral se debió, según trascendió, a la decisión de funcionarios de Casa de Gobierno indignados con el “puta” del título en una obra que habla de Eva Duarte. Para ser precisos, relata el derrotero de su cuerpo en manos de los militares que derrocaron a su esposo Juan Domingo Perón, de las pasiones carnales que despertaron los restos inertes en el teniente coronel Carlos de Moori Koenig, de las formas en que sufrió vejaciones y mutilaciones y de su entierro clandestino en Italia. Con esta decisión, a ese listado se le podrá sumar el silenciamiento forzado.

No contar la historia es un intento de negarla. Extraño proceder desde el peronismo, cuando precisamente sufrió por años la proscripción hasta de ser nombrado. Hablar de lo ocurrido es una manera de encontrar identidades, similitudes, reconocimientos, comprensión de sucesos, empatía e incluso cuestionamientos.

Entre los muchos hallazgos de la obra, el título es uno de ellos. El mote de “puta” le fue dado por los sectores más reaccionarios de la derecha a Evita, y sustraerles el término para usarlo en una propuesta que se reivindica peronista (como lo dijo la directora Julieta Daga en una entrevista con LA GACETA publicada ayer) es apropiarse de su significado para decodificarlo, es burlarse de quienes pintaban las paredes con “Viva el cáncer”, es desafiar ese pensamiento desde las entrañas de lo que la palabra implica. No se avala que se le haya dicho “puta” a Eva; se le quita el poder de nombrarla así a un determinado sector que, ni siquiera, puede ya retener el sentido de su descalificación. Es sustraerles lo último que les quedaba en 70 años.

Quedarse atados a esa palabra como justificación de levantar las funciones es una evidencia de que no se sabía cuál era la propuesta estética y artística que se quería presentar. La indignación no debe pasar por el uso de la palabra sino por el escarnio al cadáver, del que se no se sabe su estado actual. Quizás ya no sea el cuerpo embalsamado (para que sea incorrupto) de 1952, sino unos pedazos deteriorados sepultados en la bóveda familiar de La Recoleta, bajo cemento y por orden de la última dictadura militar. Al hablar de él, se pasa la voz al pueblo (representado en cinco bufones) para que el relato sea colectivo y propiedad de todos, y que cada ultraje se represente en esos personajes dañados, con partes faltantes de su cuerpo, deformados y sufrientes. Ellos evocan no el destino final, sino la vida intensa de la “abanderada de los humildes”, como la reivindica el ideario justicialista.

Tomar partido

En La Pampa (otra provincia con gobierno peronista y en el marco de la Fiesta Nacional del INT), “La puta...” se llevó entusiastas aplausos en cada función que tuvo hace un mes; una de ellas me tuvo en la silla, dentro de una gran carpa de circo, con la energía desbordante que englobaba escenario y butacas. El humo de entrada presagiaba un ambiente donde la irrealidad de lo visual se entrelazaba con el mensaje político.

La estética elegida para el relato teatral despliega elementos de las escuelas de Bertolt Brecht y didáctica alemana, que juegan con el distanciamiento para impulsar la reflexión. No se trabaja desde la emoción, la empatía sentimental ni la indignación; cuando ella comienza a aparecer en el público, surge un corte en la puesta en escena, porque lo que se busca es contar algo para que quien lo recibe piense sobre ello y tome posición. “Que cada uno se ponga el poncho que quiera”, dijo la directoria a este diario.

Daga no es una desconocida en Tucumán. Ha venido numerosas veces a actuar, a dar talleres y a dirigir. En una de esas oportunidades, en la Fiesta Nacional de Teatro de 2016, representó “Bufón” en la mismísima sede del PJ. Y en ella dejó en claro de qué va este género: provocador, agresivo, desafiante, grotesco, que busca incomodar al espectador para que salga de la representación distinto de como entró. El bufón no pretende ser el dueño de la verdad, sino el propietario de la duda. Y tirarle a la cara a cuanto espectador esté presente la responsabilidad de tomar partido.

La ausencia de este espectáculo es una muestra de cuánto camino queda todavía por construir. Si alguien asume públicamente la responsabilidad de haber decidido y presionado para que no se concreten las funciones, sería un excelente paso para comenzar a dar las discusiones pendientes en términos de los desarrollos artísticos y culturales en la provincia. Pero es dudoso que alguien lo haga por el costo implícito que tendría admitir que fue motivo del desconocimiento de lo que significaba (en estética, en discurso, en mensaje, en desafío, en concepto...) poder ver “La puta” en Tucumán, de que se pensó más en el nombre que en el contenido de la obra.

En definitiva, todos los prejuicios surgen de la ignorancia.

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