El “triunfo” versión Fernández y el contrabando de carretillas

El “triunfo” versión Fernández y el contrabando de carretillas

ALBERTO FERNÁNDEZ, EN EL ACTO POR EL DÍA DE LA MILITANCIA. ALBERTO FERNÁNDEZ, EN EL ACTO POR EL DÍA DE LA MILITANCIA.
18 Noviembre 2021

Por Hugo E.Grimaldi

En el cierre del discurso partidario que hizo el domingo pasado en el búnker de la derrota, el presidente Alberto Fernández deslizó como al pasar: “… y el miércoles celebremos este triunfo como corresponde”. A partir de esa frase y de la palabra “triunfo”, la oposición y los analistas se distrajeron en mirar la cáscara sin prestarle atención al contenido de la mención. Parte de la prensa también se subió a esa la ola: es tan malo el periodismo militante como el periodismo de indignación.

Si hubo alguna sugerencia para marcar territorio o si se le ocurrió al propio Presidente o si le salió de casualidad, lo cierto es que al hablar de “triunfo” quizás él se estaba refiriendo esa noche al triunfazo que sintió que había obtenido sobre la vicepresidenta, la gran perdedora de la elección legislativa: por primera vez desde la vuelta de la democracia, el peronismo había perdido el quórum propio en el Senado, tierra hasta ahora inexpugnable de Cristina Kirchner.

El acto del Día de la Militancia al que invitó el Presidente no fue organizado por La Cámpora ni por el Instituto Patria y se atendió a sumar a la organización que preside Máximo Kirchner recién a último momento. Si había alguna duda sobre la relación presente y sobre todo la futura (no quieren hacerse cargo de lo que Fernández deberá pactar con el FMI, un ajuste al que se lo va a maquillar de mil formas), ésta quedó evidenciada con el desplante de llegar tarde a la Plaza de Mayo, para hacerse notar y para no tener que aplaudir.

Por más que la mención al “triunfo” que hizo el Presidente aquella noche sirvió para irritar a la oposición y, si se puede, dividirla, el concepto fue un mensaje a la interna bastante alejado de los berrinches opositores: 1) para infundirle mística a su propia tropa y 2) para ponerlo en carrera al propio Fernández, quien en medio del descomunal desorden de un gobierno que no da pie con bola en varios ítems (por eso 67 por ciento promedio de los argentinos le dijeron que “no” a sus políticas) y que tiene muchas asignaturas pendientes, con ese discurso inició su campaña de reelección a dos años vista, mirando para adentro del Frente de Todos aunque paradójicamente tomando el ejemplo de Juntos por el Cambio: PASO para todos y todas en 2023, una novedad que él propone para reemplazar el tradicional dedazo del líder peronista.

De la frase del domingo al acto del jueves pasaron cuatro días que objetivamente se perdieron en cuanto a las necesidades urgentes que tiene la Argentina, pero que Fernández intentó ganar para su posicionamiento, sin atender para nada la manifestación de las urnas y lamentando que hayan sido sólo “algunos compatriotas los que reconocieron el esfuerzo”. Lo cierto es que en vez de cambiar, el Presidente se siente impelido a seguir con las recetas rechazadas. Ahora, más allá de una potencial jugada política de su parte, a dos años vista y en tiempos de pobreza como los actuales, hoy hablar de elecciones suena bastante a obsceno.

Un viejo chiste cuenta la historia de una persona que cruza la frontera varias veces al día empujando una carretilla siempre llena de pasto. En un momento dado, el agente de la Aduana le pregunta en confianza si se dedicaba a contrabandear pasto y el hombre le responde con desparpajo: “No: carretillas”. El arte del birlibirloque que le cabe a los ilusionistas, a veces lo ejercen los políticos hasta que el truco se les nota, pierden el encanto y el favor de la gente.

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