A soltar la panza y otros mandatos

A soltar la panza y otros mandatos

CONTRA LO IMPUESTO. Imagen de la campaña “Hermana, soltá la panza”. telam CONTRA LO IMPUESTO. Imagen de la campaña “Hermana, soltá la panza”. telam

En las ultimas semanas, las redes sociales (entre muchísimos otros espacios) se poblaron de un pedido concreto: “hermana, soltá la panza”. El mensaje no terminaba de quedar claro por sí solo (pese la escasa metáfora de la frase), pero un poco de contexto ayudó: cientos de mujeres comenzaron a fotografiar sus panzas como parte de una campaña que está en contra de la tan mentada frase (y su estructura detrás) de esta época: “llegar al verano”. La idea es hacerle frente a los cánones de belleza exigidos por la sociedad a la mujer desde hace muchísimo tiempo.

“Hermana, soltá la panza es mucho más que soltar la panza. Es soltar la vergüenza que nos siembran con millones de imágenes que no se nos parecen. Es empezar a salir del odio aprendido hacia nuestros cuerpos, de la vergüenza de no encajar en un modelo creado para que no encajemos”, dice el posteo de la agrupación activista y artística “Mujeres que no fueron tapa”, que inició con todo esto.

La campaña invita a pensar muchísimo en el sufrimiento de las mujeres que toman aquel slogan como un mandato y como consecuencia han sufrido desde complicaciones psicológicas hasta trastornos alimenticios, pasando por todo tipo de situaciones incómodas.

A su vez, esto también nos hace pensar en otros mandatos. Así como se les pide a las mujeres que “suelten la panza”, ¿no deberíamos soltar otras cosas nosotros? Seamos mujeres o no.

Los mandatos de la sociedad son varios: hay que estudiar y recibirse, hay que recibirse a una edad “adecuada”, hay que casarse, hay que casarse también a una edad “adecuada”, hay que tener hijos, hay que tener hijos joven y lo cierto es que podríamos seguir por varios renglones más.

La idea no es ir contra el sistema en todo, solo por mantener una postura de oposición automática. La idea es tratar de vivir en base a deseos propios y no a preceptos históricos que prácticamente se heredan de generación en generación y que cada familia se encarga de impostar. El deseo justamente puede ser recibirse, casarse, tener hijos, ser “flaca”, pero cuando eso viene por un deseo ajeno, seguramente estamos en problemas.

Es por eso que la campaña de “Hermana, soltá la panza”, muy cara a los sentimientos de las mujeres y sus complicaciones internas a la hora de mostrar el cuerpo, podría servir gratamente como trampolín para más campañas. Desde ya, la misma también vale para muchos niños y adolescentes (sin importar su género) que sufren la presión de verse físicamente como “mandan” las revistas o los programas de televisión. Es cierto, la presión en las mujeres puede ser aún mayor y la panza del hombre no está tan mal vista. De hecho, el 90% de las personas afectadas por trastornos de la conducta alimentaria son mujeres de entre 12 y 30 años según un estudio de fines del año pasado de la Asociación para la liberación de la Anorexia y la Bulimia en Tenerife, España. Aún así, podría servir para muchas consignas que ya mencionamos y muchas otras más.

La salud mental de cada uno de nosotros debería tener prioridad sobre varias cosas. Lo que en principio puede ser tratado como “saludable”, tal como el slogan inagotable de “llegar al verano” sugiere, puede deterioradnos en otros aspectos. Lo mismo si aspiramos a cumplir objetivos que son más de otras personas, que de nosotros mismos. La idea, entonces, es soltar la panza, y muchos de los mandatos con los que hemos sido criados.

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