Cuando lo banal se torna siniestro

Carlos Correa dirige a Alejandra Páez Salas y Martín Lombardelli en su obra“Jardín florido”.

LO COTIDIANO. Lombardelli y Páez Salas redimensionan textos comunes. LO COTIDIANO. Lombardelli y Páez Salas redimensionan textos comunes.
13 Noviembre 2021

Lo cotidiano puede encerrar múltiples significantes. Una poda en el jardín remite a la mutilación en el cuerpo; una parte que falta, a la ausencia eterna; una publicidad, a construir un deseo aspiracional. Todo lo que nos rodea sirve para hablar de algo más aparte de lo explícito.

“Lo que se dice banalmente en un momento se torna siniestro en otro”, alerta Carlos Correa sobre “Jardín florido”, su nueva obra teatral que se verá hoy a las 22 en la Sociedad Francesa de Tucumán (San Juan 751), en la que dirige a Alejandra Páez Salas y a Martín Lombardelli.

El origen fue un escrito de Correa sobre hechos de los años 70 en Tucumán. “Se reducía en su capacidad expresiva, no abarcaba lo que quería expresar y el tema se achicaba. Entonces tomé un recurso que ya había usado: a través de un artículo de prótesis ortopédicas, intervenido actoralmente, hablaba sobre las pérdidas y las sensaciones que quedan ante las ausencias. En principio junté textos sobre jardinería (son la mayor parte de la trama), por el mote de Jardín de la República, sumé aquel artículo sobre prótesis, leyendas urbanas, publicidades, letras de canciones de esa época y una receta de cocina, con la intención de que la mezcla estructure varios relatos a la vez”, describe.

-¿De qué te hablan esos textos?

- Describen la aspiración a un estilo de vida y una ideología que se promocionaba desde aquellas publicidades y canciones, en oposición a algo concreto como es la pérdida de un miembro.

- ¿Todo puede explicarse desde las analogías?

- Nuestra intención no es explicar, porque el tema ya está analizado en la realidad. Hay gente que adhiere a esa explicación y hay quienes no, no hay mucho que podamos aportar, Ese fue un motivo por el que rehuí a un relato convencional y a ajustarme a un hecho en particular.

- ¿Cómo fue el trabajo?

- Sustancialmente, es sobre la relación entre la actuación y el texto, hasta qué punto se puede imponer la intensidad del gesto por sobre el sentido del texto, sobre todo cuando son meramente informativos. Este procedimiento da cuenta de un sistema de discursos sociales perversos.

- ¿Dónde aparece lo siniestro?

- En el modo en que se nos empuja a la repetición y a la naturalización de ideas que se nos imponen como promesas de bienestar pero que no son tales sino todo lo contrario. Buscan asegurar un modelo social basado en la desigualdad, se adiestra un individualismo ciego capaz de masacrar todo aquello que le resulte ajeno a sus intereses. El grado más alto de esa forma de perversidad se dio en la década que relatamos, aunque cambió de forma, sin perder sustancia, en la actualidad. La nominación del otro como culpable de nuestros males sigue tranquilizando ciertas conciencias, porque me diferencio y yo no soy eso. Pero esa diferencia solo existe en miserables modos de confort o en infantiles e inquebrantables nociones de patria, familia y religión, que dan sensación de pertenencia a un sector de gente “de bien”, que “hace lo que tiene que hacer”: o sea, obedecer.

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