Sentido adiós al "Griego", un cultor de las letras y la amistad

Sentido adiós al "Griego", un cultor de las letras y la amistad

Amigos y compañeros del hacer cultural de Tucumán expresaron su despedida a Miguel Frangoulis, un librero que hacía mucho más que vender libros

LA GACETA/FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI   LA GACETA/FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI
13 Noviembre 2021

Carlos Podazza: “un personaje querible y transgresor”

“Qué decir de Miguelito. Era un personaje, un tipo totalmente querible”, recuerda el músico Carlos Podazza y enseguida suma anécdotas. “Lo tuve de vecino cuando inauguré “Nonino” en la calle San Juan al 800, vivía al frente, y bueno... todas las noches iba a pedirme una copita de coñac, y un día le dije: está bien, Miguel, pero por favor, devolveme las copas…”, se ríe Carlos. “Es que soy un colgado”, recuerda que le decía Miguel, y después de varios días le llevaba todas las copas juntas. También evocó el ciclo que hicieron juntos, en la sala Paco Urondo que Frangoulis tenía en su librería de la calle Muñecas, para rendir homenaje a los grandes compositores y poetas del tango. “Y bueno, ir a su librería era encontrarse con su sonrisa, con su desparpajo, con ese intento transgresor que portaba naturalmente”, sigue evocando Podazza y le viene a la memoria un hecho insólito motorizado por “El Griego”: “cuando estaban haciendo las obras de la peatonal, y se demoraban mucho, y eso lo perjudicaba a él y a los demás comerciantes de la cuadra, él organizó un cumpleaños, con mesa, cotillón y velitas, para festejar el primer año de la obra inconclusa. Con esa ironía protestó contra los responsables de los trabajos”. “Era un tipo muy culto -continúa-, un amante de la buena música. Se va una persona que hacía que la peatonal, en ese lugar, tuviera un atractivo más, con sus libros, con su pasión, con su coherencia, porque se mantuvo siempre sin moverse de ese lugar que él creía que debía tener y que era importante para los demás. Son muchas cosas que van a hacer que realmente lo extrañemos y mucho, al querido Griego”, concluye.

CON EDUARDO GALEANO. El escritor uruguayo fue una de las figuras que trajo a Tucumán. CON EDUARDO GALEANO. El escritor uruguayo fue una de las figuras que trajo a Tucumán.

Julio Pantoja: “amable y desprendido”

“Miguel era un tipo sin medias tintas con nada ni con nadie. Solidario, amable en extremo y absolutamente desprendido con quienes también lo eran; en especial si el amor al prójimo, al otro, estaba por delante. Eso sí, si eras un gorila o de esos odiadores seriales que se pusieron de moda, no le pidas ni el saludo. Con él aprendí el valor, y el placer que provoca mandar a la mierda a gente de mierda. Su risa, el sarcasmo de sus relatos y la acidez de sus comentarios siempre presentes en sus análisis políticos en los que enlazaba las experiencias setentistas con la realidad actual más cruda. Pero eso sí: siempre mirando adelante, haciendo las ecuaciones de futuro, pensando en el pueblo, esa palabra mágica para un peronista como él. Fuimos amigos. Yo lo quiero entrañablemente. La ida o la vuelta de mi estudio (que queda en la otra cuadra) muchísimas veces requería de un cafecito al paso con él, o aunque sea una charla de parados mientras seguía en la caja de la librería. Otra cosa que siempre me conquistó fue el trato que tuvo con mis hijos cuando eran chiquitos, en especial con Fernando, el más chico. Salvo con su nieta, nunca volví a verlo con tanta paciencia con un chico que se instalara a revolverle libros. Ese cariño genuino, cristalino lo mantuvo hasta ahora que Fernando es adulto. Siempre se quisieron”.

Rafael Nofal: “un librero que leía”

“No era sólo un vendedor de libros. Discutidor y peleón de extraño e inteligente humor, recomendaba textos y orientaba lecturas. Nos conocimos hace unos 40 años o más. Primero me vendió libros a mí, luego a mis hijos y ahora a mi nieta, a la que le encanta ir los sábados a desayunar a “El Griego” mientras husmea entre los pasillos de la librería. Inventó un espacio para conferencias y le puso el nombre de un poeta que amaba, y abrió sus puertas a escritores que todos amábamos. Así era Miguel, generoso, gracioso y con cierta desmesura para el humor. Lo vamos a extrañar”.

Ricardo Salim: “inteligente, apasionado, leal”

“Con Miguel nos conocimos en la vorágine política de los años ‘70, durante el “Tucumanazo”, el golpe de estado, las represiones, y las desapariciones de compañeros. Durante muchos años fui cliente de sus diferentes lugares de venta de libros, hasta que decidió montar una librería en calle Córdoba al 500, y me pidió que se la diseñara. En ese momento realmente nos hicimos muy amigos, compartiendo hermosos momentos, con Silvia, sus dos hijos, y con doña María, su mamá. La librería comenzó a crecer, y Miguel decidió arriesgarse a montar un local más grande en Muñecas al 200, a pocos pasos de distancia. Nuevamente me convocó, y planteamos una librería en dos etapas: el salón de ventas, y un auditorio en planta alta, que construimos años más tarde. En ese ámbito apropiado programamos varios espectáculos teatrales musicales con actores tucumanos: Norah Castaldo, Oscar Zamora, María Angélica Robledo, Marina Bertelli, y la pianista Gladys Mena. También montamos, en reposición, una versión del unipersonal “Diario de un Loco”, con la asistencia de dirección de Fernando Ríos. El auditorio albergó grandes figuras de la literatura y la política, durante un período floreciente, acompañado por el bar de la librería. Miguel fue un amigo inteligente, apasionado, leal, siempre dispuesto a brindar apoyo, pero sobre todo, el gran librero tucumano.

IMAGEN INCONFUNDIBLE. Miguel Frangoulis rodeado de libros y discos, en la librería “El griego”. IMAGEN INCONFUNDIBLE. Miguel Frangoulis rodeado de libros y discos, en la librería “El griego”.

Italo Barrionuevo: “los libros del Griego”

“Los libros del Griego eran libros que venían con comentarios. A veces, eran referidos al contenido del libro. Pero lo mejor era cuando la ocurrencia afloraba de sus labios y establecía una relación sorprendente entre el desabastecimiento de cigarrillos y la apetencia de un fumador desesperado, en un caluroso verano, en las vecindades de la catedral. Un tiempo más tarde, las pláticas nocturnas, en las vecindades de Barrio Norte, esperando la hora de cierre del Nacional, fueron aderezadas con un trago de whisky, mientras la lectura de un poema se realizaba con la música de fondo de La Marchita, quizás para molestar a algún vecino de oído demasiado sensible. Arrorró mi niño, arrorró mi sol. Los comentarios de los libros, por aquel entonces, comenzaron a politizarse, manteniendo la pizca de mordacidad que los hacía únicos. Luego los libros enmudecieron, por un instante, en sus ataduras de nuevo traslado, buscando el centro de la ciudad. El bullicio del tráfico y las colas de las paradas de colectivos no lograron acallar los comentarios que traía cada libro que partía a su desconocido destino de lectura. La forma de la chanza era casi un perenne ritual, que solapaba una que otra verdad imposible de ser dicha en una usanza diferente. Al final, la vocación nómada de los libros comentados, se aplacó con un destino peatonal, que incluyó mesas de café y una sala en un entrepiso. Los comentarios se acrecentaron, quizás para estar acorde al tamaño del espacio que albergaba, manteniendo el toque de ironía y desparpajo suficiente para tornarse indispensables en las ocasionales visitas. Al menos, las mías.

¡Chau, Barboza! Quizás diría el Lelo. Se puede uno imaginar libros comentados en otra dimensión, acaso en una interminable discusión con el gordo Lacroix. El sarcasmo, la pulla, la ironía, intactos. Obvio. ¡Chau, compadre!

MILITANTE. El “Griego” militó tanto en política como en la cultura y en la amistad. MILITANTE. El “Griego” militó tanto en política como en la cultura y en la amistad.

Natalia Zanotta: “los tesoros de tu librería”

“Hasta siempre Griego querido. Las palabras libro, café, cigarro, solidaridad, compromiso, lucha, ideales, resistencia, otra vez libro, Paco Urondo, Juan Gelman, el Eduardo, todas y todos los nuestros que escribían y toqueteaban impunes los tesoros de tu librería. Otra vez compromiso, lucha, resistencia y así, en repetición, para memorizar si no se me olvida alguna y para saludarte por última vez, sola y colectivamente. Que donde estés haya olor a papel recién impreso, una mesa en una vereda, y el sueño de un mundo más justo, se haya hecho realidad.

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