Silvio Soldán: "la gente me pide que vuelvan Grandes Valores y Feliz Domingo"

Silvio Soldán: "la gente me pide que vuelvan Grandes Valores y Feliz Domingo"

Los 86 años no se le notan a Silvio Soldán, ni en la voz ni en la vitalidad que es su sello de fábrica. De paso por Tucumán, habló de todos los temas: los públicos y los privados. Sostiene que su estado civil es “enamorado”, cuenta sobre sus éxitos en radio y TV, repasa anécdotas antológicas y afirma: “a la vida la traté peor de lo que la vida me trató a mí”

 LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARÁOZ LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARÁOZ

- ¿Quién es Silvio Soldán?

- Qué sé yo... Es muy difícil decirlo, prefiero que me indaguen y que la gente me reconozca. En internet figura todo mi curriculum y dice “cantante”. Y es lo único que no soy. Sí autor de canciones, locutor, animador, poeta... Bah, poeta... Como diría Julián Centeya: “escribidor de versos”.

- ¿Esto te hace un hombre feliz?

- La felicidad está hecha de pequeñas cosas; la felicidad completa no existe, ni para el tipo más opulento de la humanidad. Hay momentos. El nacimiento de un hijo, por ejemplo. De repente, caminar por la calle y que la gente te reconozca. Encontrarme con la mujer a la que amo y estar con ella... Son pequeñas cositas que se van sucediendo. Compartir una comida con alguien que vos querés. Si es así, soy un tipo feliz.

- ¿Y cómo te trató la vida?

- Tal vez a la vida yo la traté peor de lo que la vida me trató a mí. Me han pasado muchas cosas terriblemente malas e infinidad de cosas terriblemente buenas. Lo importante siempre es el balance y hablando de mi vida es altamente positivo. Y mirá que me pasaron cosas grossas por lo negativas. Creo profundamente en la suerte, y he tenido muchísima suerte en la vida. He llegado a ocupar lugares que de repente los merecían otros, pero las cosas siempre se me dieron bien.

- Todos deben preguntarte por la vigencia y por cómo te mantenés a los 86 años...

- No hay ningún secreto. Me preguntan por la voz, con la que me manejé toda la vida en televisión, radio, cine, teatro... Me la dieron mis viejos y es un privilegio. No tengo ningún tipo de cuidado: tomo bebidas frías, hago de todo y permanece inalterable.

- Vivir enamorado debe ser una clave, ¿no?

- Es algo maravilloso, yo vivo enamorado. Mi estado civil es enamorado. Por otra parte estoy enamorado del amor, porque soy un tipo romántico. Amo profundamente a la mujer que está a mi lado... Y estuve unas cuantas veces en pareja (risas).

- ¿Disfrutaste tu infancia?

- Mi mamá trabajaba de mucama y papá era obrero. En Colonia Belgrano (provincia de Santa Fe) no había posibilidades, así que para darme un futuro se mudaron a la ciudad de Santa Fe, después a Rosario, y desde ahí emprendieron camino a Buenos Aires para instalarse en San Miguel. Ellos laburaron mucho para mí, los adoro por todo lo que hicieron. Mi infancia fue sin un mango, pero muy feliz.

- Hay una foto en la que aparecés sonriente en pleno servicio militar.

- Hice la colimba en el distrito San Martín, de la Provincia de Buenos Aires. Me tocó Ejército, en el área de Comunicaciones, y fueron dos años. Había un sargento que me tenía mucha bronca, será porque en esa época yo ya presentaba orquestas, así que él me decía “el artista”. Me volvía loco, no me quería. La cuestión es que tiempo después él averigua mi dirección y me va a pedir que le dé trabajo a un amigo suyo. Lo saqué rayando.

- ¿Estabas destinado a ser una figura de los medios?

- Tuve que poner mucho coraje en la vida y te explico por qué: era terriblemente tímido, me ponía colorado por nada. Por eso en Colonia Belgrano no pueden creer que haya hecho esta carrera. Entonces tuve que luchar para sobreponerme. Por ejemplo, carezco de oído musical y tengo más de 200 canciones grabadas con mis letras. Me propuse: quiero escribir canciones, y hasta llegué a hacerlo con Mariano Mores, que para mí es un dios de la música.

- ¿Cuál es tu sello distintivo? ¿Qué te diferencia de los demás?

- Me gusta la cosa espontánea, lo libretado ya no va más. Pero respeté siempre al oyente o al televidente, nunca se me ocurrió decir groserías, aunque desde hace unos cuantos años está bastante de moda. He visto tipos que creen que insultando se hacen los jóvenes y no es así. Sos como sos y punto. Yo respeto a la gente, respeto al lenguaje, y aunque la gente acepte otro tipo de lenguaje yo no lo incorporo. Igual en la vestimenta. Hoy veo gente que va a la televisión de traje y con ojotas, no lo entiendo. El primero que lo hizo fue Fito Páez, cuando en una entrega del Martín Fierro tocó el piano vestido con frac y de zapatillas. Claro, apareció como rebelde. A mí me dio vergüenza ajena.

- Hiciste programas radiales que marcaron épocas, como “Matinata”. ¿Cómo eran esos tiempos?

- Cómo sería el éxito que me pasaban cosas como esta: me roban el auto y al otro día, cuando abro el programa doy la noticia y los datos del coche: marca tal, chapa tal... A los 10 minutos una señora llama y dice “está a la vuelta de mi casa”. A “Matinata” lo escuchaba todo Buenos Aires, y mirá que competíamos nada menos que con Cacho Fontana y con Héctor Larrea. La rompíamos entre los tres.

- Antes de esos tiempos te encontraste con un tucumano que hizo historia. ¿Cómo fue aquella situación?

- Yo presentaba una orquesta que tenía mucho éxito en el interior y en países limítrofes. Estuvimos tres años de gira. Con esa orquesta nos presentábamos en radio Belgrano y ahí había un chico que vendía café. Era muy buenito, así que lo dejaban entrar al estudio y se acercaba a nosotros. Hasta que un día me dice: “ustedes se van de gira, ¿por qué no me llevan?” Se ofrecía a llevar los instrumentos, arreglar la ropa, lo que fuera. Tenía 16 años, estaba solo en Buenos Aires y lo dejaban dormir en el sótano de un café de la calle Lavalle. Lo llevamos y en la gira aprendió a tocar la guitarra, la batería, el piano... Era muy tranquilo, muy inteligente. Observaba todo, retenía y aprendía. Le decíamos “El Nene”, así empezó Palito Ortega. Y mirá lo que es.

- En televisión, “Grandes Valores del Tango” y “Feliz domingo” fueron tus máximos éxitos. ¿Te los siguen recordando?

- La gente me pide que vuelva a hacerlos.

- ¿Y qué pasa?

- Preguntales a los dueños de los canales. O a los gerentes. Antes, el que trabajaba en un canal de televisión tenía un problema y lo hablaba con el dueño. Hoy son todos gerentes que te dicen “yo no tengo nada que ver”. Te quieren borrar y te dicen “recibo órdenes de arriba”.

- ¿Dónde colocás a Alejandro Romay -empresario tucumano al que llamaban “El Zar”- en la historia de la televisión argentina?

- Es el número uno, sin dudas. Todos los artistas trabajaban con él, era un tipo sensacional. Llegó un momento en que la programación de Canal 9 era prácticamente en vivo. También recibía críticas, pero siempre pasan esas cosas, a los grandes se los critica. Romay se equivocaba, claro, pero acertaba muchísimo. Un fenómeno.

- Otro de tus clásicos era el salto cuando se abría el cofre de la felicidad en “Feliz domingo”. ¿Seguís animándote a hacerlo?

- Cuando voy a los eventos me preguntan: “¿va a saltar esta noche?” Así que contesto: “estoy un poco oxidado, pero lo voy a intentar”.

- ¿Ves televisión abierta? ¿Qué opinión te merece?

- No quiero hablar mucho de la televisión, parece que si uno la critica es porque no está ahí. No sé si la TV es mejor o peor que antes, sé que es distinta. Pero atención que las nuevas generaciones se van adaptando a lo que están viendo, tendrá su encanto también. Lo seguro es que se ve menos, y es porque aparecieron mil medios. Los ciclos más importantes que hice, “Special”, “Grandes valores del tango” y “Feliz domingo”, nunca bajaban de treinta y pico o 40 puntos de rating. Si hacías 15 o 20 puntos ya te miraban mal en el canal. Hoy hay de todo para ver y comunicarse, entonces tenés 2 puntos de rating y festejás con champagne.

- Los medios explotaron durante años tu relación con Silvia Süller. ¿Qué te quedó de todo aquello?

- Me quedó Cristian, un hijo maravilloso. Con ella no tengo relación, pero no hay odio ni nada. Me gustaría que le vaya bien, que triunfe... Qué bonita era, por Dios. Yo la había bautizado “la Brigitte Bardot argentina”. Después la vida nos fue llevando por caminos distintos, pasaron cosas y por culpa de los dos. No puedo reprocharle nada, tampoco corresponde que lo haga.

- Distinto fue el caso de Giselle Rímolo...

- Cómo será que me costó pasar 62 días guardado en el country de Villa Devoto. Ella no se portó para nada bien. Hizo su vida, terminó mal, actualmente no tengo la menor idea de dónde está. Sé que ya no sigue en la cárcel de Ezeiza. No sé nada de ella y tampoco quiero saberlo.

- No solés hablar de política, pero sí del país. ¿Cómo estamos?

- No hablo de política porque está muy dividida la grieta. Tengo mi corazoncito, por supuesto, pero no lo manifiesto en público. Soy terriblemente argentino, lo siento mucho al país y siento mucho lo que está pasando. La pandemia arruinó a la humanidad entera y a nosotros nos arruinó un poquito más.

- ¿Cómo te trató la pandemia? ¿Te asustaste?

- Mal... Viví siempre en pareja y actualmente estoy solo. Me costó tanto aprender a hacerme algo para comer... Aprendí a valorar una cosa: lo que significa la mujer en la casa. Uno no se da cuenta de lo que hace la mujer. Me costó mucho todo, y ojo que la pandemia no terminó, todavía estamos ahí. Me cuidé mucho, pero no me asusté.

- ¿Pensás en el final Silvio?

- Pienso en la Parca, por supuesto. Claro que me jode...

- ¿Y qué creés? ¿Hay algo más allá?

- No lo tengo muy en claro. Me inclinó más a pensar que no hay nada, soy escéptico en ese sentido. Pero ojalá que sí.

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