La desconfianza está de campaña

La desconfianza está de campaña

La desconfianza está de campaña

“La política es dinámica”. La frase tantas veces repetida explica a la perfección la realidad local. Tanto en el oficialismo provincial como en el sector mayoritario de la oposición, las condiciones y vínculos parecen mutar de manera permanente. A dos semanas de las elecciones nacionales que sentarán a siete nuevos tucumanos en el Congreso, el escenario es absolutamente distinto al de las Primarias. Desde entonces cambió dos veces de manera profunda y en poco tiempo: una tras las elecciones y otra por los ascensos de Juan Manzur a la Nación y de Osvaldo Jaldo a la Casa de Gobierno.

Las cinco fuerzas y frentes que superaron la instancia anterior están transitando los últimos pasos de una campaña bastante edulcorada en comparación con la de septiembre. En aquel momento la tórrida interna del justicialismo marcó el ritmo y la dirigencia reconoce que dinamizó los comicios para todos. Ahora los intereses en juego son distintos dentro de cada armado y tienen que ver, en general, directamente con los próximos comicios provinciales. Los dirigentes que mejor queden posicionados tendrán mejores perspectivas para negociar espacios.  

Esfuerzos

El PJ reunificado se muestra en las actividades proselitistas más orgánico de lo que se esperaba. Al menos en apariencia, superaron sus propias expectativas. Manzur y Jaldo han tenido gestos en pos de la unidad y repiten este concepto como un mantra. Los dirigentes más cercanos a ambos reconocen que se baja una línea dura y sin lugar para “peros”: dejar atrás la interna como sea.

Además de la conciliación en lo discursivo, las reuniones en Buenos Aires, los sucesivos actos del fin de semana en Tucumán y la foto del mandatario provincial con el intendente de Tafí Viejo, Javier Noguera, están entre las acciones más trascendentes de la semana política.

Según adelantan, lo que queda de la campaña seguirá con esta tónica. “Hay que apoyar al gobernador” y “todo se conversa con Juan”, son las frases que manzuristas y jaldistas escucharon hasta el hartazgo en los escenarios y en las reuniones más acotadas durante los últimos días. En estos días, Jaldo encabezará mitines con dirigentes y los candidatos protagonizarán actos en todos los departamentos, con referentes de municipios y de comunas.

Esto no implica, advierten puertas adentro, que las diferencias generadas en la confrontación se hayan superado completamente. Las incomodidades y la desconfianza siguen latentes porque, por más que se hagan esfuerzos y se disimule, hay distancias que no se cierran de un día para el otro. Hay miembros de los dos lados que quedaron sentidos, por distintos motivos.

La mayoría cree que, por una cuestión de supervivencia, esta es la posibilidad de reencauzar la unidad para 2023 y están enfocados en eso. Otros, los menos, ya ven el renacimiento de una línea interna para eventualmente enfrentar en las urnas al jaldismo dentro de dos años. En la Casa de Gobierno reconocen que quedan manzuristas díscolos, que son pocos, pero que ya están pensando a dos años de distancia.

En el entorno de Jaldo, inclusive, comentan que el tranqueño se puso la campaña al hombro personalmente y que no usa intermediarios para pedir o reclamar más intensidad en el trabajo preelectoral a los suyos. Para sus proyectos políticos personales, Manzur y Jaldo necesitan que tanto en el país como en la provincia el Frente de Todos haga una buena elección. Para poder seguir en la Nación y aspirar a competir para estar en la fórmula presidencial, Manzur requiere de los votos que reúnan los Fernández y, a su vez, para poder aspirar a seguir en la gobernación Jaldo pretende un excelente resultado en la provincia.

La sospecha que sobrevuela en el seno del jaldismo es que hay algunos manzuristas no institucionales (es decir, aquellos que no están ejerciendo cargos electivos) en el interior que no obedecerán a Manzur y que no pondrán demasiado empeño para las elecciones ¿Por qué? Por las internas comarcanas. Hay quienes ya están pensando en quiénes gobernarán los pueblos y ciudades tras 2023. La mayoría de los que están a cargo de los ejecutivos no pueden ser reelectos. Si el domingo 14 los números son buenos, hay “institucionales” que quedarán mejor parados para impulsar sucesores propios. A esto se suma un pequeño añadido: si los números no son buenos, ¿quiénes serán los primeros sospechosos de no haber “jugado bien”? Los jaldistas creen que los reproches podrían caer sobre ellos.    

También hay otra movida subterránea en el oficialismo. El kircherismo nacional se está reagrupando y ya piensa en el día después. La planificación que lleva adelante Máximo Kirchner repercute en Tucumán. Los miembros del espacio local estuvieron diseminados entre el jaldismo y el manzurismo. La idea es que a partir de ahora se formen dos grandes grupos que contengan a todas las corrientes K: que en La Cámpora queden los jóvenes y que en la nueva línea permanezcan los que tienen más experiencia y que están distribuidos en pequeños movimientos. El objetivo es tener decisión y cuerpo más allá del peronismo tucumano. Además, también quieren poder mantener la agenda propia progresista que, en muchos casos, es “molesta” para el propio oficialismo local. En el cristinismo piensan en Tucumán como una provincia piloto para extender la experiencia luego a todos los distritos del Norte.  

Ahora Juntos

En Juntos por el Cambio tampoco es todo color de rosas. La tormenta en el Concejo de Concepción cesó porque hubo un acuerdo entre los sectores que encabezan los dos candidatos principales, Germán Alfaro y Roberto Sánchez. Hubo presión nacional y provincial para que primara el diálogo y para que el entuerto por la mesa de conducción y la sucesión de Sánchez deje de afectar la campaña.

La dirigencia opositora se movilizó porque parte de las acciones proselitistas, las conjuntas, estaban frenadas por la discusión local. En el armado cuentan que entre los que intervinieron para propiciar el acuerdo estuvieron José Cano y Mariano Campero. De acuerdo trascendió, los representantes en el cuerpo vecinal del alfarista PJS, que responden al legislador Raúl Albarracín, tendrán la vicepresidencia primera durante un año. Luego, volvería a manos del oficialismo municipal.  Sucede que, como Sánchez afirmó que si es electo diputado no será testimonial, quien quedaría con ese puesto estaría a la cabeza del Concejo una vez que el presidente, Alejandro Molinuevo, asuma la función ejecutiva.

Una vez saldado el conflicto, tuvieron que unirse porque el tiempo los arrinconó y Alfaro y Sánchez compartieron varios eventos en los últimos días. El vínculo, dicen de ambos lados, está bien. Sin embargo, al igual que en el oficialismo, la desconfianza es protagonista. En las dos facciones creen que la otra trabajará para que su lista saque más adhesiones. Naturalmente, creen que quien lo logre liderará el espacio para 2023.  

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