La mujer que viajaba

Retratos del universo que hay en cada comunidad.

31 Octubre 2021

VIAJES

CRÓNICAS COMPLETAS

HEBE UHART

(Adriana Hidalgo – Buenos Aires)

Tuve la fortuna de conocer a Hebe Uhart a fines de 2020, cuando ella ya llevaba un par de años fallecida. La circunstancia de su muerte no impidió, sin embargo, que la lectura de este oportuno y festejado tomo de su obra fuera condición suficiente para llegar a ella con la intensidad del contacto físico, ese que se construye a partir de los gestos y los olores del otro: en sus crónicas, Uhart se ofrece tanto como la ciudad o el paisaje que visita, haciendo que cada relato sea, al mismo tiempo, una semblanza y un diario. Es por ello que, al finalizar la lectura de su última crónica, tan cercana en el tiempo a la fecha de la muerte de la autora, la alegría acumulada por el arribo a una obra bellísima se amalgama con el dolor de la partida del ser querido, de aquél con el que necesitamos continuar un trecho más del camino.

La literatura sobre viajes tiene sus pasillos transitados, pero de ningún modo agotados. Uhart no necesitó travesías épicas o destinos exóticos para ganarse un lugar allí; las ciudades y los pueblos a los que llega nos son cercanos, tan familiares que parecerían vedados para el relato y el asombro: Amaicha del Valle, Roque Pérez, Paysandú… A Uhart le bastó su ojo insomne, apéndice de una mente curiosa que no cesaba de buscar aún después de encontrar una maravilla. Su derrotero iba detrás de lo inadvertido, del detalle que cifra en su naturaleza toda la historia o la idiosincrasia de un lugar, descansado en alguna voz personal que atraía su atención mucho más que la arquitectura grandiosa o la solemnidad de un museo.

Me resulta inevitable recordar a otro enorme autor viajero contemporáneo: Claudio Magris. Uhart y él poseen el don de lo genuino, de los que hallaron una voz desprendida de artificios y lograron que los pensamientos se traduzcan en palabras sin intervenciones que les resten vitalidad. Pero no son iguales. Si en Magris la crónica viajera es una excusa para escarbar la historia, en Uhart sirve para develar el pequeño universo de cada comunidad, repleto de hábitos que emergen de relaciones antiguas y casi olvidadas.

Crónicas completas es un libro necesario. Quienes leen a Uhart desde hace años no lo necesitarán porque en sus bibliotecas los libros de la autora habrán encontrado ya su sitio, pero todos aquellos que llegamos recientemente a su obra tendremos aquí una piedra angular. Cada ocurrencia de la que aflora una risa involuntaria, el recurso a un idioma preciso y cotidiano, los detalles menores que señalan lo oculto… Sobran motivos para que Hebe Uhart sea de aquellas personas a las que queremos escuchar aun cuando ya no estén en el mundo de los vivos. Queremos viajar con ella, pero a una distancia prudente, para no invadir su recorrido ni entorpecer sus divagaciones que terminarán por fijarse en la hoja como dardos en el centro del blanco.

Martín Mazzuco Cánepa

© LA GACETA

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