La ventaja de ser mujer y de ser joven en el momento adecuado

Tanto Alejandra Arreguez (Frente de Izquierda y de los Trabajadores) como Florencia Guerra (Frente Amplio) capitalizaron anoche la ventaja de ser mujeres y de ser jóvenes en una época que exalta aquellos atributos. Muy desenvuelta Arreguez, quien pese a su edad acumula muchos kilómetros en el atril, más tímida Guerra, quien debutaba en esta clase de debate, ambas se plantaron anoche como alternativas para los cansados de la polarización peronismo-Juntos por el Cambio. Tenían todo para reclamar el derecho a la novedad y así lo hicieron. ¿Cómo? Mediante la profundización de los contrastes entre sus intervenciones, y las del intendente radical Roberto Sánchez y de la ministra justicialista Rossana Chahla.

Pero en el casillero que marca la diferencia había, al parecer, lugar para una sola. Arreguez lo entendió y endilgó a Guerra el pertenecer a un partido -el del candidato a senador y legislador Federico Masso (Libres del Sur)- que colaboró con los oficialismos de turno. “Hasta con (José) Alperovich”, arremetió la aspirante de la izquierda en uno de los segmentos de debate libre. “No hay que desinformar”, atinó a responder la candidata del Frente Amplio. Antes y después de ese intercambio todo fue cordialidad entre las dos, en particular porque Arreguez se dedicó a golpear la gestión provincial de Juan Manzur (gobernador con licencia) en la persona de su lugarteniente Chahla.

A diferencia de la postulante a diputada izquierdista, Guerra no hizo honor a su apellido ni al estereotipo peleador de la abogada litigante. Al contrario, empleó un tono apaciguado; criticó desapasionadamente y al pasar, y se enfocó en desarrollar propuestas guiadas por la sensatez. Sorprendió al pedir el voto como una ciudadana común y “no militante”, que se involucró en las elecciones con el fin de transparentar la política.

Arreguez volvió una y otra vez sobre la idea de que la izquierda es la única corriente capaz de garantizar coherencia; dignidad y un salario justo. Hizo hincapié en que la suya es la agenda de los trabajadores, de los jóvenes y de las mujeres en contraposición con el programa del resto, a quienes tildó de “empleados de los empresarios”. En su cometido no le importó salirse de la Constitución, como cuando propuso que los jueces y fiscales sean elegidos por el voto popular.

Quedó a la vista que para Guerra y Arreguez el debate tenía valor y sentido como oportunidad para amplificar mensajes y estilos. Esto le hace bien a la democracia, más allá de los comicios. Se sabe que una sociedad hastiada no es necesariamente sinónimo de una sociedad que vota distinto.

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