La Malinche, una mujer puente entre imperios

La Malinche, una mujer puente entre imperios

La narración de la Conquista de México reescribe la caballeresca, un modelo épico que incorpora los gestos a la leyenda y elude, oscurece y niega. Es el caso del silencio que se cierne sobre el importante rol de la mujer que fue amante y lengua de Hernán Cortés, La Malinche, a la que denomina “una india de esta tierra”.

17 Octubre 2021

Bernal Díaz le dedica un capítulo y la considera “excelente mujer y buena lengua”, gran señora y cacica, que cumplió el papel fundamental de la intérprete: “sin doña Marina no podíamos entender la lengua de la Nueva España y México”. La mujer, de una inteligencia excepcional, traduce los gestos sociales y culturales y entrega los secretos aztecas. La política interna y el imaginario fatalista son el talón de Aquiles de una “cultura de sacrificio” basada en la guerra con los otros pueblos del Valle y asombrada ante el extranjero que vino del mar.

Malintzin forma parte de un tributo de esclavas y proviene de la cultura maya. Su origen es confuso, aparentemente la entrega su madre para proteger la herencia de su hermanastro. Claribel Alegría escribe: ¿Que traicioné a mi patria? / Mi patria son los míos / y me entregaron ellos. / ¿A quién rendirle cuentas? / ¿A quién? / decidme / ¿A quién? La cautiva regalada a un capitán, gracias a su bilingüismo, se convierte junto con Aguilar -un náufrago- en la traductora. Pronto Cortés advierte su habilidad política y acaba haciéndola su consejera y su amante.

Carlos Fuentes la considera la madre del primer mexicano en Todos los gatos son pardos: “Tres fueron tus nombres, mujer: el que te dieron tus padres, el que te dio tu amante y el que te dio tu pueblo… Malintzin, dijeron tus padres; hechicera, diosa de la mala suerte y de la reyerta de la sangre… Marina, dijo tu hombre, recordando el océano por donde vino a estas tierras… Malinche dijo tu pueblo: traidora, lengua y guía del hombre blanco.”

Margo Glantz afirma que Malinche es más que una lengua, un faraute. Ella es el bullicioso, el entremetido, puente entre culturas diferentes. Los indios llaman a Cortés Capitán Malinche -el capitán de Marina-. Adquiere estatura divina, como consta en varios códices. Ataviada como la diosa del agua su colocación revela jerarquía y autoridad. A pesar de “ser mujer de la tierra” Bernal la admira -“qué esfuerzo tan varonil tenía, que oír cada día que nos habían de matar y comer nuestras carnes...jamás vimos flaqueza en ella”.

Sin cuerpo ni palabra

Su figura se teje en los mitos, en una historia que se parece a la de Cenicienta. Hija de caciques ocupa, sólo por un tiempo, el lugar que le corresponde. A pesar de su importancia Marina carece de voz en las crónicas; ya que se vierte al discurso indirecto. Extraño destino ya que su labor es permanente, aunque soslayada por la letra, la lengua. Marina es despojada de cuerpo y palabra. En los códices dibujada entre Cortés y Moctezuma es cuerpo esclavo a mitad de camino entre sujeto y objeto. Se convierte -como dice Glantz- en “un habla que no sabe lo que dice”.

Octavio Paz propone leer México a partir de la madre violada y traicionada:” Si la Chingada es una representación de la Madre violada, no me parece forzado asociarla a la Conquista, que fue también una violación, no solamente en el sentido histórico, sino en la carne misma de las indias. El símbolo de la entrega es doña Malinche”. Se puede establecer establecer un paralelo entre dos concepciones de la Madre como la Chingada y la Llorona. A fines del siglo XXI la chicana Gloria Anzaldúa apela a estas genealogías. Hace referencia a las tres madres: La Malinche, La Llorona y La Guadalupe. En el fondo, estas tres mujeres, que provienen de la tradición patriarcal: la mujer traidora como un peligro; la mujer arrepentida por no ser una buena madre y esposa); y la mujer pura, y buena madre.

Alma entre distintos mundos

Los 500 años de la caída de la ciudad de Tenochtitlan han incrementado los debates en México. Esta mujer enigmática, de inteligencia excepcional que supo apelar a las tretas del débil para ocupar un lugar excepcional en un momento en el que se negaba todo reconocimiento a su sexo y a su raza.

Malinche fue una indígena que supo vivir entre culturas. Como dice Gloria Anzaldúa: Porque yo, una mestiza, / salgo continuamente de una cultura / para entrar en otra / como estoy en todas las culturas a la vez, / alma entre dos mundos, tres, cuatro, / me tumba la cabeza con lo contradictorio. / Estoy norteada por todas las voces que me hablan simultáneamente.

© LA GACETA

Carmen Perilli – Doctora en Letras. Especialista en Literatura latinoamericana.

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