Fútbol: llevan el arbitraje en la sangre

Fútbol: llevan el arbitraje en la sangre

La pasión por ser árbitro se transmite de generación en generación y es por eso que hoy son varios los hijos de ex jueces que dirigen en nuestra provincia.

LOS BARRIONUEVO. Sebastián, sonriente, junto a su papá Luis Valentín. LOS BARRIONUEVO. Sebastián, sonriente, junto a su papá Luis Valentín.
Por Carlos Leonardo Oardi y Carlos Chirino 14 Octubre 2021

El 11 de octubre se celebró el Día Internacional del Árbitro de Fútbol. Sin dudas, una fecha especial para los que aman esta profesión de impartir justicia dentro de un campo de juego. En el “Jardín de la República”, esta pasión de transmite de generación en generación, por eso pasan los años y hay muchos apellidos que se repiten en el arbitraje. Albornoz, Amar, Ballesteros, Barrionuevo, Salado y Argañaraz son algunos ejemplos claros de que ser juez de fútbol es algo que se lleva en la sangre.

“El arbitraje es lo más puro que tiene el fútbol. Las sensaciones de emociones que te dar el saber que vas a dirigir un partido son muy lindas. Esta profesión la heredé de mi viejo, que fue árbitro y presidente del colegio de árbitros”, contó Rodrigo Ballestero (27 años), hijo de César Ramón. “Desde los 19 años que soy árbitro. Actualmente me desempeño en Primera de la Liga Tucumana de Fútbol y en el Regional Amateur del Consejo Federal de AFA. Soy recibido de nutricionista y trabajo de esto, pero mi pasión es dirigir y encontrarme con amigos en cada cancha a la que voy. Viajar y vivir nuevas experiencias en el arbitraje es algo hermoso e incomparable”, agregó.

Experiencia única

Maximiliano Salado Paz, es hijo del ex árbitro Carlos Salado, quien dirigió en Primera división de la AFA. “No recuerdo cuando fue el momento exacto en el que decidí ser árbitro, pero creo que fue determinante querer compartir más tiempo con mi papá. El arbitraje fue una de sus grandes pasiones y yo pude contemplarlo a través desde chico. Y más allá de cualquier análisis sobre si esta elección fue para complacer un deseo ajeno, rescato el hecho de haber creado junto a mi padre un espacio en el cual vivimos muchas cosas juntos”, dijo “Maxi”, que actualmente se desempeña como asistente de la Primera Nacional.

“Desde chico me intrigaba mucho todo el tema del arbitraje y sentía curiosidad por pertenecer a ese grupo en el que estaba mi padre. Sentía que era una buen manera a formar parte del futbol, un deporte que apasiona a muchísima gente. Era la única forma que tenía de estar en el fútbol, porque era pésimo jugando a la pelota (risas). Hoy siento que fue una gran elección ser árbitro”, indicó Salado Paz, que además es chef y músico.

Marcos Amar es hijo del ex árbitro Adrián y aseguró que desde niño se sintió atraído por esta profesión. “Mi papá me contaba todos los lugares lindos que había conocido a través del arbitraje y lo hermoso que era ser árbitro. Cuando tenía 14 años decidí preguntar para hacer un curso, pero no pude arrancar por mi edad. Dos años después me inscribí y ahí comenzó todo. Empecé a conocer gente importante del arbitraje tucumano, que siempre me brindaron muy buenas recomendaciones y me guiaron por el camino correcto. Ser árbitro requiere de mucha responsabilidad y concentración. Es necesario siempre atento y concentrado en el partido desde el arranque hasta el final. No hay tiempo para relajarse”, aseguró el juez de 23 años, que durante la semana trabaja en la cocina de un bar.

Fernando Albornoz es hijo de Enrique. Comenzó a jugar al fútbol en las divisiones formativas de Argentinos del Norte y luego incursionó en el arbitraje. “Estoy feliz de que Fernando haya elegido ser árbitro como yo. Es algo que me apasiona y tener un hijo que siga tu mismo camino es hermoso. Además también siguió con sus estudios y se recibió de ingeniero electrónico”, reveló Enrique, que fue árbitro en el Argentino A, en la Liga Tucumana de Fútbol y actualmente es instructor nacional en el Colegio de Árbitros.

Diferentes estilos

Sebastián Barrionuevo, hijo de Luis Valentín, es uno de los más experimentados. Dirigió varias finales de la Liga Tucumana de Fútbol y encuentros del Argentino B. “Siempre quise que fuera árbitro, pero primero me dijo que no. Cuando terminó la secundaria arrancó con la carrera de Abogacía y al poco tiempo abandonó porque no le gustaba. Después de un tiempo, me dijo que quería hacer el curso de árbitros y realmente tuve que luchar con su mamá, porque ella no quería saber nada. Por suerte, al final se impuso la decisión de Sebastián, que llegó a realizar el curso de árbitro Nacional en AFA 2010-2011”, expresó Luis Valentín. “Tenemos dos estilos muy diferentes de conducir un partido. Yo soy muy exigente con mi hijo. Después de ver los resúmenes de los partidos le corrijo los errores. Es un árbitro con mucha experiencia y sabe sacar adelante los partidos”, agregó al analizar a su hijo.

Pedro Argañaraz, hijo de Pedro Antonio, también llegó a dirigir en la máxima categoría del fútbol argentino, aunque no lo hace desde que le realizó un juicio a la AFA.

El arbitraje tucumano es una pasión que se transmite de generación en generación y que les permite a muchos ser una parte importante del deporte más popular del mundo.

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