Atlético: fue un castillo de naipes

Atlético: fue un castillo de naipes

Lo bueno que armó Atlético hasta casi los 70’ quedó en la nada por el poder de gol de Talleres. Fue derrota de 2-0. Hora de decisiones sobre el futuro.

PURA DECEPCIÓN. El planteo que se había dispuesto Atlético se desmoronó con las conquistas de Talleres. PURA DECEPCIÓN. El planteo que se había dispuesto Atlético se desmoronó con las conquistas de Talleres.
12 Octubre 2021

Daniel Alfredo Coronel

Enviado especial de LG Deportiva

El hotel Quórum amenaza con convertirse en el búnker de la mayoría de los equipos que visitan Córdoba. Su cercanía con el aeropuerto y la rápida salida a la Circunvalación, que en escasos minutos deposita en el “Mario Alberto Kempes”, son una tentación. Si a eso sumamos que queda algo retirado de la zona urbana, se convierte en el lugar ideal para las famosas concentraciones de equipos de fútbol.

En la previa del partido con Talleres, la concentración fue máxima por el lado de Atlético. Los jugadores casi que no salieron de sus habitaciones durante la tarde.

Antes de la merienda hubo tiempo para una pequeña charla táctica, pero no fue la única. Mientras tanto, el hotel era todo silencio, salvo en la zona de las piletas, donde las jugadoras de Colproba Violeta festejaban el tercer puesto conseguido en un Torneo Nacional de Abogados. Si no fuera por ellas, la tranquilidad que se palpaba en el ambiente hubiera sido digna de un retiro espiritual.

Esa concentración que tuvieron los jugadores durante su hospedaje se trasladó hacia el “Kempes”, al menos para los primeros 70 minutos. Ese período no lo transitó de manera pasiva, es más, fue agresivo. Porque no se refugió cerquita de Cristian Lucchetti, sino que esperó a la “T” en la mitad de cancha y cada vez que pudo intentó lastimar el arco de Guido Herrera.

En la primera parte, Ramiro Carrera perdonó dos veces y ahí Atlético empezó a perder el partido. Carrera estuvo punzante cada vez que tomó contacto con la pelota, pero primero fue Herrera el que le ahogó el grito de gol al “23” y luego, fue él mismo el que no pudo definir bien tras un exquisito pase de Franco Mussis.

Talleres también tuvo las suyas, pero cada avance del local (en esos momentos eran sucios), fueron forzados por el empuje de la gente que copó -con un aforo groseramente superior al 50%- el estadio.

Talleres sólo estuvo una vez cerca de convertir en el primer tiempo, fue por una corajeada de Diego Valoyes que terminó con un remate a quemarropa de Michael Santos, que Cristian Lucchetti contuvo de buena manera.

“Nos entrenamos mucho para que nos salgan las cosas que nos pide el técnico”, dijo antes del partido Ciro Rius.

El segundo espacio para la última charla antes del partido había sido a las 19.20, minutos antes de trasladarse al estadio. Había que reforzar conceptos, porque en pocos minutos se jugaba, tal vez, algo más que tres puntos.

El plan que pensó Omar De Felippe, se sabía, podía ser un arma de doble filo, Talleres tiene una identidad de juego y más allá que Atlético lo tuvo a tiro, si no aprovechaba las pocas que iba a tener, era probable que se volviera muy difícil de sostener un ritmo infernal de presión y concentración.

Como el fútbol es un deporte que no siempre es justo, en el mejor momento de Atlético, Nahuel Tenaglia abrió el marcador tras un centro preciso de Héctor Fértoli, y así los casi 40.000 hinchas de la “T” en el “Kempes” y los miles de fanáticos tucumanos vieron cómo la estrategia de De Felippe se derrumbaba como un castillo de naipes.

No hubo reacción y, para colmo, Talleres golpeó dos veces porque a seis minutos del primero, a los 29, Michael Santos puso el 2-0 que sería definitivo. Atlético estuvo de pie hasta los 90 sólo por compromiso, porque aunque “ODF” mandó a la cancha a Cristian Menéndez, Renzo Tesuri y Ramiro Ruiz Rodríguez, en los últimos minutos se jugó a lo que quiso Talleres para el deleite de los cordobeses que corearon el “ole...” con algarabía, sabiendo que el partido estaba terminado desde los 23 minutos.

Esas fueron las dos caras de la moneda para Atlético, que salió aturdido del “Kempes”, luego de casi dos días de tranquilidad absoluta.

CORAZÓN "DECANO"

Regreso inmediato a Tucumán

Tras el partido con Talleres, el plantel pasó por las duchas del “Kempes” y subió al ómnibus que lo trasladó hacia Tucumán. En el camino hicieron una parada para levantar las viandas de la cena de los futbolistas. Alrededor de las 8 estaba previsto que llegue a Tucumán e inmediatamente le fue programada una práctica en el complejo “José Salmoiraghi”, de cara al compromiso con Argentinos, del domingo.

Plantel acompañado

Como sucedió en el partido anterior que jugó Atlético en condición de visitante, ante Banfield, la cúpula dirigencial estuvo presente en Córdoba apoyando a los jugadores y al cuerpo técnico. Mario Leito (Presidente), Miguel Abbondándolo y Enrique Salvatierra (vicepresidentes) siguieron de cerca la concentración del equipo de Omar De Felippe. También estuvieron presentes Mario Ávila, Martín García y Hugo Bermúdez. “Estamos muy bien, confiamos en que podemos llevarnos los tres puntos a Tucumán”, coincidieron los directivos.

Estadio a pleno

El “Mario Kempes” estaba habilitado para 28.500 personas, y lució a pleno. El retorno del público al paradigmático estadio (sólo pudieron ingresar socios con sus cuotas al día o los que se hayan asociado hasta el 30 de septiembre), después de un año y medio de ausencia debido a la pandemia, le devolvió el color y el calor de las grandes jornadas. Con esta vuelta, el público local se mostró muy enchufado con las acciones y no paró de cantar y de alentar en ningún momento. Talleres fue el último de los clubes de la capital cordobesa en gozar del retorno de los espectadores.

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