Emprender un viaje para saber quién es uno mismo

Emprender un viaje para saber quién es uno mismo

El rosarino Lautaro Lamas presenta en La Sodería “En el viento aire puro”, una búsqueda interior

PERSONAJE. Dionisio Luna es un homenaje a los vagabundos que deambulan en reivindicación de la libertad mientras buscan dentro suyo respuestas.  PERSONAJE. Dionisio Luna es un homenaje a los vagabundos que deambulan en reivindicación de la libertad mientras buscan dentro suyo respuestas.

“Todo viaje es interior y uno siempre se lleva a sí mismo a donde va. La esencia de ‘En el viento aire puro’ es una pregunta que todos nos hacemos: ¿quién soy? El personaje se responde que es el último de los hombres y sigue deambulando por los caminos, encontrando así su identidad”.

Así define Lautaro Lamas la obra que presentará esta noche, a las 21 en La Sodería (Juan Posse 1.141), en el marco de una gira regional. El actor rosarino es dirigido por Severo Callaci en la construcción de la historia ficcional de Dionisio Luna, un hombre que vive en las calles. Una mañana despierta en un umbral y el recuerdo de lo que soñó lo lleva a rescatar su infancia, su juventud, sus amores y sus dolores y el viaje iniciático que lo llevó hacia el sur, en un recorrido fantástico que es finalmente su viaje interior.

- ¿Hubo varios Dionisio Luna en tu vida?

- Es un personaje que nació en 2000, en una jam teatral en el estudio de Julio Chavez, y lleva el nombre del encargado de la pensión donde vivía en San Telmo. Es un homenaje a los crotos que eligen la vida a la intemperie y vagabunda como forma de libertad. Tiene bases filosóficas en los Cínicos, con Diógenes a la cabeza; es reverencia al dios griego del teatro y el vino y a los linyeras que cruzaban de punta a punta el país al lado de la vías. En lo personal, me abre puertas y tiende puentes por el mundo, es una especie de machete con el que voy abriendo el monte.

- El título tiene una impronta poética. ¿Cómo la desarrollás en escena?

- Se manifiesta en el estallido de emociones; la puesta es minimalista, con imágenes que se van superponiendo y las emocionalidades desplegadas hacen que lo que se presiente es mucho más de lo que se ve. El público la completa con su mirada y su imaginación y eso da una potencia de resonancia que genera una poética particular.

- ¿Estamos buscando desesperadamente aire puro?

- Sí, y más en estos tiempos donde se queman los humedales, donde los desmontes arrasan bosque nativo, donde los campos se fumigan. Tras tanto tiempo de pandemia y descontacto humano, también lo encontramos en espacios como el teatro.

- ¿Qué implica el viento en tu vida?

- Es sanador, es la conexión ancestral con mi familia como amantes del río y la navegación y como misterio de lo intangible; mi abuelo me preguntaba: ¿qué es el viento? ¿Dónde nace, qué lo hace?

- ¿Hacia dónde apunta como destino el viaje iniciático que emprende tu personaje?

- Justamente al centro de sí mismo, y no como una forma de egocentrismo sino todo lo contrario, de hacerse cargo de quién un es. A veces llegar a eso implica cortarle la cabeza a muchos gigantes o meterse hasta la verija en el barro, como le sucede a Dionisio.

- La estrenaste hace 10 años, ¿cómo ha cambiado?

- En sí la partitura del espectáculo casi no ha cambiado, pero a su vez tampoco es el mismo. Lo que sí cambió es la energía del trabajo, se nutrió de sus 156 funciones, con experiencias muy diversas como patios de escuelas marginales, clubes, cárceles, salas modernas con escenario al suelo o enormes teatros tradicionales con caja italiana.

- ¿Qué público te sorprendió más?

- Me sorprendieron experiencias como en la cárcel donde, a pesar de lo hostil del entorno, hubo gran atención y gratitud. En cada escuela que vamos es una gran cosa la forma en que los jóvenes reciben la propuesta con mucha más gracia y frescura que cuando es público adulto. Me encantan las funciones en pequeños poblados donde ve la obra gente que no va comúnmente al teatro y sin embargo conecta y se emociona con una propuesta que no es sencilla ni lineal; y también es muy grato cuando el público es experimentado como en festivales o lugares históricos como acá en La Sodería, donde la obra también les llega.

- En el desafío de elegir una experiencia, ¿cuál rescatás?

- Una de las devoluciones más fuertes que me dieron de la obra fue un mail que me envió una mujer que vio la obra en el Festival de La Habana, en Cuba. Ella venía luchando contra un cáncer de pulmón y era la primera vez que salía a la calle después de un año y medio, y me agradecía por el aire puro.

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