Las gotas nasales pueden transformarse en una adicción silenciosa y peligrosa

Las gotas nasales pueden transformarse en una adicción silenciosa y peligrosa

Un problema menospreciado contiene consecuencias graves en la nariz, desde problemas de mucosa hasta perforación de tabique. Consejos.

DESCONOCIDOS. Aunque su uso está muy extendido, la población en general no conoce los efectos adversos del uso y abuso de este medicamento. DESCONOCIDOS. Aunque su uso está muy extendido, la población en general no conoce los efectos adversos del uso y abuso de este medicamento.

Son como el sol. Adónde quiera que vayas, y aunque no las veas, están. En un bote pequeño, de plástico, fácil de transportar y de guardar, las gotas nasales circulan por todos lados: “es para descongestionar”, “las uso cuando las necesito”, “no se puede ser adicto a esto” son algunas de las frases que seguro escucharás decir a quienes las portan. Spoiler: sí, se puede ser adicto.

Lucen inofensivas y se venden en todas las farmacias e incluso a veces cuando uno va al supermercado y se tienta con unos chocolatines. Con esa impunidad se consigue algo peligrosísimo: “su uso es muy nocivo, porque el mecanismo fisiopatológico de la gota es construir la vasoconstricción y, cuando lo hacés, hay una menor irrigación. Si eso se hace muy continuo, el tejido se queda sin irrigación suficiente y se termina necrosando, y es tan grande la magnitud de la vasoconstricción y su consecuente necrosis, que se puede producir hasta alteraciones en la mucosa, úlceras y perforación del tabique”, afirma terminante el otorrinolaringólogo Gustavo Casserá.

Lo que sucede es que en lugares como Tucumán, dónde la atmósfera está contaminada y hay una prevalecencia alta de rinitis alérgica, las gotas se vuelven casi una salvación. En estas épocas, de invierno-primavera, empieza a difundirse su uso y, pronto, casi sin querer, se llega la dependencia. “En un momento decidí buscar ayuda, y el doctor me dijo que tenía los cornetes destruídos por las gotas”, cuenta Fabiana Cisterna, que durante más de 20 años usó el líquido. “Empecé porque en mi casa mis padres las usaban a veces. De a poco comencé a depender cada vez más: utilizaba las de laboratorio y cuando ya no me daban resultado cambiaba de marca; mucho tiempo usé incluso con corticoides”, relata.

Como funcionan

“En la nariz tenemos cornetes, que son elementos eréctiles con una irrigación particular. Cuando les echás las gotas, se produce una vasoconstricción de ese órgano, que se hace más chico y permite mayor paso de aire, porque el espacio se hace más grande”, explica el especialista. “La gente se alegra al sentir más aire pero eso no siempre es bueno, porque la nariz no es un tubo. Es un órgano con funciones específicas y lo que hacen (las gotas) es suprimir algunas de esas acciones. Una de las principales es condicionar y filtrar el aire que respiramos”, remarca.

El problema -sigue- es que de las tres drogas básicas que hay en el mercado para esta función, los usuarios consumen la más común y barata, que es la nafazolina. “Y los pacientes compran a granel, porque el efecto es corto y a su vez tiene rebote, entonces la gente necesita cada día más”, explica.

¿Adicción?

“Un día estaba con mucha alergia y no podía respirar, mi papá tenía las gotitas en su cuarto y decidí usarlas. Las utilicé como por ocho años; no fue recomendación de nadie. Las vi y las usé”, narra Anabella Rodriguez. “Cuando las usaba era increíble porque cada una hora o dos me tenía que poner. Donde sea que estaba, tenía que tenerlas en la mano -evoca-; después, de tanto utilizarlas, ya al último tiempo, me ardía la nariz”.

“Hacen efecto rebote, porque cuando tenés la nariz congestionada y te echás, se descongestiona. Ahora, cuando la tenés normal y te ponés las gotas, los receptores detectan que esa nariz está muy descongestionada y envían un efecto contrario. Lo que pasa es que no tiene que estar tan descongestionada siempre, porque así no cumple su función, entonces sus propios mecanismos hacen que se congestione de nuevo”, agrega.

En pocas palabras, la adicción que se produce es fisiológica, porque se altera el circuito normal de la nariz. Mientras más se usen, más necesaria va a ser esa “ayuda”.

Qué hacer

“No era consciente hasta que un día una amiga, que es otorrino, me vio usarlas y me dijo: ‘esas gotas son malísimas, no las uses’. Y sí, me sentía adicta a las gotas, porque sin ellas no podía respirar”, recuerda Anabella.

Como ella, Fabiana decidió consultar con un especialista y ponerle fin a su problema: “el doctor me dio una serie de medicamentos (spray nasal, antialérgicos y antibióticos, por mi sinusitis) y traté de no usar más las gotas. Me costó al principio pero me hacían mal, seguía congestionada y me sangraba la nariz. Si sigo con alergia trato de tener el spray por si lo necesito, pero no lo uso siempre y no dependo de el”, enfatiza contenta.

Casserá remarca la importancia de acudir a un especialista: “lo primero que hay que hacer es cambiar a un medicamento mejor, de acción más prolongada y en spray: la gota no permite controlar la dosis, en cambio el spray sí, es una dosis calculada -comenta-; y hay que hacerlo que se use en forma fisiológica: en la nariz, no siempre las dos fosas están igual de descongestionadas, y hay que devolver el ciclo nasal fisiológico. Entonces hay que poner el medicamento de un solo lado y luego del otro, no ambas fosas al mismo tiempo”.

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