Día del programador: los protagonistas dicen que su oficio une el arte y la creatividad

Día del programador: los protagonistas dicen que su oficio une el arte y la creatividad

La industria del software crece a pasos agigantados y seduce a personas de todas las edades. Rápida salida laboral, poca inversión para capacitarse y posibilidad de trabajar en forma remota son los grandes beneficios.

MOTIVACIÓN. A Gabriela Carrizo le inspira el trabajo de otras mujeres que tienen éxito en la industria. MOTIVACIÓN. A Gabriela Carrizo le inspira el trabajo de otras mujeres que tienen éxito en la industria.
13 Septiembre 2021

Hoy se conmemora el Día del Programador y algunos de ellos, en diálogo con LA GACETA, aclaran confusiones, derriban mitos y animan a otros a ser parte del mundo de la tecnología. La directora de la carrera de Programador Universitario de la UNT, María Cristina Werenitzky Curia, precisa que gran parte de su actividad se vincula con desarrollar software: construir programas y aplicaciones para computadoras, celulares o robots.

“La programación es un arte, es lo más bello que hay porque despierta el criterio, abre la mente, flexibiliza el pensamiento lógico y sobre todo está orientada a cualquier persona”, afirma el director de la Tecnicatura Universitaria en Programación de la UTN, Claudio Fernández. Remarca que hay que romper con el tabú que vincula la profesión sólo con gente brillante. “No es así, está abierta para cualquiera que sepa leer y escribir, y que tenga ganas de resolver una situación problemática a través de un programa o aplicación”, agrega.

“Hoy todo está mediado por internet. Por ejemplo, actualmente casi no usamos el teléfono para realizar llamadas, sino para chatear, acceder a las redes sociales, comprar y/o vender productos, etcétera. Toda esa capacidad que tienen los dispositivos requiere de programas y aplicaciones que las hagan posibles”, describe Werenitzky Curia.

Fernández explica que son más los consumidores de aplicaciones que los que las generan. Ahí entra en escena el programador. Ante la creciente demanda, muchos se han interesado por capacitarse. “Los chicos no terminan de cursar la carrera y están todos contratados. Esta es la carrera del hoy, del ayer y del futuro. El mundo cambió”, indica.

Para todos

Catalina Fernández, de 18 años, siempre supo que quería ser programadora. “Empecé porque quería tener redes sociales, pero mis padres no me dejaban, así que quise hacer una propia”, cuenta. “En esa época iba mucho a Tafí del Valle y prestaba atención a los comercios del lugar, buscaba si tenían un sitio web y siempre me daba cuenta que no tenían o que eran horribles. Entonces pensaba que si los contactaba y les mostraba mis trabajos me los iban a comprar”. Y así fue: a los 12 años vendió su primer trabajo por U$S 900.

A los 16 consiguió empleo fijo como programadora Frontend para una empresa estadounidense, donde actualmente se desempeña. Explica que, como nadie le enseñó a programar, sus herramientas siempre fueron la curiosidad y ambición por saber cada más.

Diego Olmi, de 35 años, casado y padre de dos niños, contó que en 2019 empezó a estudiar desarrollo web. Hoy se trabaja como programador Frontend y arquitecto de solución en una financiera. “El cambio que vivimos fue increíble, todo fue para bien”, lo dice en plural porque su nuevo trabajo impactó en la familia. “Teníamos un showroom y lo cerramos para dedicarnos a esto, mi esposa también está formándose como programadora”, agregó.

Añade que esta profesión da la posibilidad de crear soluciones, de trabajar para clientes de todo el mundo y de hacer networking con gente muy diversa. “El desafío es estar comprometido a crecer y a adaptarse constantemente a los cambios”, reconoce.

Martín Jerez, trabajó durante 10 años en un call center antes de convertirse en programador. “Al principio tenía miedo de dejar mi trabajo, porque tenía un sueldo fijo, en blanco; luego conseguí mis primeros clientes como programador y eso me hizo replantear mis prioridades para el futuro. Decidí renunciar para dedicarme full time a esto”, relata.

Considera que cualquiera puede aprender a programar, pero, como sucede con todas las carrera, el éxito depende del tiempo y la práctica que se le dedique. “Ahí yace la diferencia entre alguien que estudia porque le comentaron que se gana bien y alguien que lo hace porque le apasiona. Esto también define el trabajo que puedas conseguir y qué tan rápido escalés”, asegura.

Sergio Rosales agrega: “Es un poco de suerte y un poco de perseverancia. Conozco casos de personas que nunca vieron sistemas y por hacer un Bootcamp están trabajando, pero también hay ingenieros que no consiguen trabajo o que tardaron más de tres años en lograr su primera experiencia”.

Cursos y autodidactas

Benjamín Cortés, estudiante de informática e ingeniero de Datos de un banco, recomienda dar los primeros pasos con cursos cortos para aprender algún lenguaje de programación, y luego, si les gustó la experiencia, que se informen acerca de los distintos campos de aplicación y busquen cursos relacionados con el tema que les interesa. También valora a los autodidactas. “En este mundo de la programación, la curiosidad es fundamental”, dice.

Gabriela Carrizo, estudiante de ingeniería en software y pasante en Microsoft, recomienda aprovechar las herramientas gratuitas que ofrece internet, como los cursos en YouTube del Instituto Tecnológico de Massachusetts u otras universidades y chequear las ofertas de trabajo en plataformas como LinkedIn.

Tendencias

La psicóloga y reclutadora de perfiles IT, María Iriarte, destaca que las tecnologías más requeridas actualmente son python, react, node.js. Agrega que hay un crecimiento muy grande en las áreas de criptomonedas, blockchain y data.

Hace un párrafo aparte para el debate sobre la exigencia de título universitario. ¿Suma puntos al momento de elegir a un candidato? “Depende mucho de la posición que se esté buscando cubrir y de la cultura de la empresa. Muchas veces la experiencia da el background sólido necesario, pero la formación se valora”, señala. Y confirma que tener un dominio fluido del inglés es un gran plus.

Raúl Jarma, otro reclutador, agrega que las soft skills juegan un rol fundamental. “Los clientes buscan que los postulantes tengan buenas habilidades para comunicarse, que sepan expresarse y relacionarse en equipo. Además, se espera que tengan mucha hambre de aprendizaje, que sean proactivos y que propongan soluciones innovadoras”, sostiene. (Producción periodística: Guadalupe Pereyra)

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