La interna de Juntos por el Cambio se dirime entre imagen y gestión

La interna de Juntos por el Cambio se dirime entre imagen y gestión

En JxC, los intendentes muestran su labor para conquistar votantes, mientras los legisldores se asientan en su trayectoria electoral.

PERTENENCIA. Cano y Elías de Pérez machacan en la campaña que están desde el minuto cero en el espacio opositor y nunca se apartaron.  PERTENENCIA. Cano y Elías de Pérez machacan en la campaña que están desde el minuto cero en el espacio opositor y nunca se apartaron.

Durante los días previos a la fecha límite de inscripción de precandidatos, se debatió dentro de Juntos por el Cambio -principal alianza opositora- acerca de la posibilidad de consensuar una única lista. De ese modo, argumentaban los defensores de un espacio amalgamado, se podía llegar a la elección con más fuerza, y aprovechar, desde lo simbólico, un eventual triunfo sobre el quebrado oficialismo en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 12 del mes en curso. Pero la repelencia motivada por algunas cuestiones era más fuerte que la pretendida voluntad de reunión. En ese contexto primó lo irreconciliable, y las negociaciones en pos de la unidad quedaron en la nada.

Juntos por el Cambio presentó, finalmente, tres listas para las PASO: “Juntos por Tucumán”, cuyos referentes son los intendentes de Yerba Buena, Mariano Campero, y de Concepción, Roberto Sánchez; “Cambiemos Juntos”, aglutinada alrededor de la senadora Silvia Elías de Pérez y del diputado José Cano, y “Juntos para Construir”, con el intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, a la cabeza. Cada una de estas da cuenta de fortalezas; pero también muestra puntos débiles.

Los intendentes pujantes

Ante cada micrófono que se abre delante de sí, Campero admite sin ambages que el objetivo ulterior del espacio no tiene que ver ni con las PASO, ni con las generales del 14 de noviembre: la dupla de intendentes apunta a la batalla por la gobernación, en 2023. Esa obsesión le da unos bríos que, sumados a que si bien cuentan con cierta trayectoria, no pesa sobre sus espaldas el desgaste de varios años de aparecer en el ambiente político, resulta un empoderamiento. Además, ambos pueden mostrar gestiones -en Concepción y en Yerba Buena- de alguna manera exitosa. Tal su carta de presentación. Y, en ese sentido, en caso de que sufran un revés electoral en las PASO o en las generales, aún tendrán por delante dos años de gestión local para sanar la herida y seguir alimentando el sueño 2023.

También representa una fortaleza que los acompañe el flamante partido CREO, porque implica que gozan del visto bueno de gran parte del empresariado tucumano; en especial, del rural. Fundado, principalmente, por autoridades de la Sociedad Rural de Tucumán (SRT), los dirigentes de CREO hacen público su propósito de involucrarse en política en primera persona. Hartos de las mismas mañas y de la misma dirigencia de siempre, le dieron su aval a Campero y a Sánchez. Junto a ellos, en la lista va Paula Omodeo, presidenta de CREO. Pero muy cerca se mantiene Sebastián Murga, titular de la SRT y principal referente de la fuerza.

“Juntos por Tucumán” presenta, sin embargo, debilidades importantes. Por un lado, el escaso nivel de conocimiento en el territorio provincial. Sánchez puede hacer gala de ser conocido en la sección electoral del oeste. Pero para esta elección poco o nada importan las secciones, porque se cuenta la provincia como distrito único. El hecho de que CREO sea nuevo no ayuda para contrarrestar esta falencia. Habrá que ver si les alcanza la campaña planteada, basada en el “casa por casa”. Porque tampoco disponen de una gran caja para hacer proselitismo.

Provincia ya recorrida

Cano fue candidato a gobernador en 2011 y en 2015. Elías de Pérez, en 2019. Contar con la provincia recorrida le da a “Cambiemos Juntos” la gran ventaja del nivel de conocimiento. Probablemente haya muy pocos tucumanos que no sepan quiénes son la senadora y el diputado. No obstante, y paradójicamente, ese plus conlleva un lastre: cargan sobre sus espaldas los resultados perdidosos de aquellas elecciones provinciales. Además, ambos acumulan una importante imagen negativa, según casi todas las encuestas.

Claro que tienen otros puntos fuertes. Entre estos, algo sobre lo cual machacan en la actual campaña: están desde el minuto cero en el espacio opositor, nunca se apartaron ni un centímetro, y no reniegan de su condición de macristas. De hecho, el voto cautivo que pueda tener el ex presidente Mauricio Macri en la provincia, muy probablemente lo capitalicen Cano y Elías de Pérez.

Entre las debilidades también debe mencionarse que no llevan en la lista aliados que puedan traccionar una cantidad importante de votos. Por un lado está Sandra Manzone, de la Coalición Cívica, que en 2019 no reunió los guarismos suficientes para conseguir una banca en la Legislatura. Por otro, los acompaña Alberto Colombres Garmendia, que luego de haber sido legislador durante dos períodos, en 2019 no se postuló para ningún cargo en los comicios provinciales, aunque integró, en tercer término, la lista de candidatos a diputado de Juntos por el Cambio, que consagró a Domingo Amaya y a Lidia Ascárate.

Cano, en particular, no logró que su gestión en el Plan Belgrano sea percibida como positiva para la provincia. Incluso le significó una denuncia por presuntos negociados poco transparentes, que aún investiga la Justicia. Finalmente, de todos los precandidatos de las tres listas de Juntos por el Cambio, el diputado y Elías de Pérez son los que más tienen para perder en esta elección: a ambos se les vence el mandato en sendas Cámaras del Congreso, y un mal resultado los dejaría prácticamente en el llano.

La pata peronista

Alfaro maneja el municipio más importante de la provincia, con un presupuesto de casi $ 14.000 millones. Su ADN peronista le confiere esa habilidad propia de estos dirigentes, de saber “jugar” en elecciones. De hecho, no pocas voces bisbisean que sobre él pueden derramarse algunos votos justicialistas; en especial, en los comicios generales, cuando los heridos de la interna del oficialismo queden huérfanos de candidatos.

El nivel de conocimiento de Alfaro entre los vecinos de San Miguel de Tucumán está muy bien. Y para lidiar con su condición de ignoto en el interior profundo de la provincia supo diseñar una lista con referentes del este y del oeste. En el primer caso, su primo Rolando “Tano” Alfaro, con el cual se reconcilió recientemente, que tiene armado propio en esa sección electoral. Pero, en especial, Ana Paula Quiles, esposa del intendente de Bella Vista, Sebastián Salazar. En 2019, este fue reelecto con casi el 70% de los votos.

En el oeste también se armó. Allí intentará minar la mismísima fortaleza de Sánchez. El legislador radical Raúl Albarracín y la concejala de la “Perla del Sur” Katherina Mazzuco resultan una molestia para el intendente de Concepción. Y también hay que contar a Ramiro Beti, el presidente del PRO, que llegó al Concejo Deliberante de esa ciudad como primer postulante en la lista oficial del ex piloto de rally.

Beti, además, aporta la institucionalidad del PRO. La lista de Alfaro recibió apoyo de dos dirigentes nacionales de ese espacio; ambos, presidenciables: el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y la presidenta del PRO en el país, Patricia Bullrich.

De hecho, la ex ministra de Seguridad de Macri se disculpó públicamente por haberle reprochado a la diputada Beatriz Ávila -precandidata a senadora en segundo término y esposa de Alfaro- el portazo que esta dio del interbloque de Juntos por el Cambio, a fines de 2019. En aquella ocasión, Bullrich le reclamó que devuelva la banca, y Ávila respondió con feas críticas contra Macri.

Pero aunque con ese pedido de disculpas firmaron la paz, los votantes macristas puros no perdonan ni olvidan aquel desaire a días de la asunción del presidente, Alberto Fernández; justo cuando más precisaban mostrarse fuertes y unidos. Y allí radica la principal debilidad de “Juntos para Construir”: el votante cautivo de la principal alianza opositora puede no acompañarlos y darle la espalda en las urnas.

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