"El piropo es acoso callejero"

"El piropo es acoso callejero"

El 8 de abril el Senado sancionó la Ley que penaliza esta reprochable costumbre. ¿Cuál es la situación en Tucumán?

“Casi siempre se repite el mismo patrón. Vas caminando por la vereda y te paran de frente o te rozan mientras te dicen obscenidades. En una ocasión iba con una amiga caminando y un hombre empezó a sacarnos fotos así de la nada, como si fuera lo más normal del mundo”, cuenta Aime Gendrau, de 19 años, a LA GACETA.

Asustadas, comenzaron a caminar rápidamente, “quisimos alejarnos, estábamos horrorizadas”, recuerda. Confrontar a uno o a varios hombres en la calle, especialmente cuando una chica camina sola en la vía pública no es una opción. “Insultás al aire por la bronca, pero la confrontación nunca es una opción, al menos no para mí porque no sabés como puede reaccionar el agresor”.

Así son las calles de Tucumán, Argentina, Latinoamérica y el mundo para las mujeres: inseguras. Esa realidad transmitió perfectamente la serie Valeria (Netflix) en el capítulo cinco de su segunda temporada. Las cuatro amigas protagonistas finalizan su salida nocturna en un bar, se separan y cada una emprende el regreso a su casa, celular en mano. A una de ellas, un grupo de hombres en auto la persigue lentamente y juegan a ponerla nerviosa adelantando y retrocediendo el auto mientras le gritan “piropos”. “¿Qué no te fías de nosotros?”, le dice uno. Paralelamente otra amiga se sube a un taxi de regreso a casa mientras se acomoda la minifalda, estirándola, para que parezca más larga y no luzca como una provocación.

En otra calle, un grupo de hombres “encara” a otra y lo que le dicen va subiendo de tono hasta gritarle. Su regreso se convierte en un martirio. “¡Puta!”, le gritan cuando ella no responde a sus ofensas. Esta larga escena generó cientos de comentarios en redes sociales y puso de nuevo sobre la mesa el tema del acoso callejero y, en Argentina, visibilizó lo lejos que estamos de cambiar culturalmente esa realidad.

El acoso callejero es considerado violencia de género. Esta problemática afecta al 90% de las argentinas según un estudio realizado a nivel global entre 16.000 personas de 12 países. “El 53% de las encuestadas confirmó que esa agresión tuvo un impacto fuerte en sus vidas a largo plazo. Por otro lado, el 71% respondió que evita salir de noche”, según un estudio realizado por L’Oréal Paris y la ONG Hollaback.

El 8 de abril pasado, el Senado de la nación aprobó un proyecto de ley que busca incorporar al Código Penal de la Nación un artículo sobre la prevención y sanción a través de multas y prisión del acoso sexual en espacios públicos. El mismo fue girado a la Cámara de Diputados para su sanción definitiva. “El proyecto tiene dos partes, por un lado incorpora el artículo 129 bis al Código Penal la prevención y sanción del acoso sexual en espacios públicos, estableciendo multas de entre $ 3.800 a $ 20.000 pesos al que, mediante gestos o palabras con connotación sexual, contacto físico o arrinconamiento, perturbare la dignidad, integridad física, psicológica o sexual de una persona, con motivo de su género.

Ese monto de la multa se eleva cuando la víctima fuese menor de 18 años o si el autor fuere funcionario público o miembro de una fuerza de seguridad. Y, por otro lado, la norma contempla una medida obligatoria para los condenados que es la realización de talleres orientados a concientización y erradicación de este tipo de violencia y se incorporan políticas públicas de difusión y concientización en la Ley 26.485 de violencia contra las mujeres”, explicaron en Télam.

Actualmente la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es la única que penaliza en Argentina al acoso callejero. Si estás en CABA y te acosan en la calle o en otros lugares de acceso público, podés hacer la denuncia y la persona que te acosó puede recibir como sanción una multa, hacer trabajos comunitarios o arresto. Según la Ley 5742 de esta ciudad, “el acoso sexual callejero consiste en las acciones físicas o verbales con contenido sexual contra una persona que no quiere participar de esas acciones. El acoso sexual se basa en el género o en la identidad sexual de la persona que sufre el acoso. La sanción se aplica al acoso en espacios privados de acceso público como, por ejemplo, un centro comercial, un teatro o un bar”.

En este contexto y a inicios de este año, algunos legisladores tucumanos propusieron otorgar multas contra el acoso callejero. Por un lado, el legislador Raúl Ferrazzano propuso que se establezcan sanciones de $ 5.000 a $ 40.000 contra quien “ejerciere acoso sexual callejero contra una mujer” además de instaurar una línea telefónica para denuncias y diseñar políticas públicas tendiente a prevenir el acoso sexual contra las mujeres en espacios públicos. Mientras que las legisladoras Marta Najar, Paula Galván y Leopoldo Rodríguez presentaron castigos de $ 20.000 y destinar el monto de lo recaudado a la Secretaria de Estado de la Mujer para el fortalecimiento de políticas públicas de prevención.

“Fue muy importante también incorporar al acoso callejero en la Ley de Protección Integral a las Mujeres, N° 26.485 porque ahí se establece claramente lo que sucede con este tema, cómo deben intervenir las fuerzas públicas y la educación sobre esto. En Salta hay un fallo como antecedente a favor de una persona que denunció haber sido víctima de acoso callejero y quien lo cometió, tuvo que recibir una capacitación relacionada a la violencia de género. Esto se busca para prevenir estas situaciones y corregir estas conductas que afectan tanto psicológicamente a las mujeres que se sienten inseguras por circular en la calle”, expresó Malvina Gareca, referente de Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá) en Salta y concejal electa.

“Están muy bien todos esos avances legislativos pero nosotras entendemos que la penalidad no es la solución porque no hará desaparecer el acoso callejero. El acoso es una práctica machista que necesita un cambio cultural aunque la reparación del daño puede ayudar”, explica Agostina Tosi, referente de Acción Respeto Tucumán, un grupo de mujeres que militan específicamente para erradicar el acoso callejero. “Lo importante sería que la persona en cuestión, el agresor, reciba alguna instancia de formación o educación en materia de género”.

“Cuando era chica, salíamos del colegio con un grupo de amigos y vimos, por la zona camino al Shopping, un señor en una moto masturbándose en una esquina. En ese momento nos reímos. Éramos chicos y no nos dimos cuenta de la gravedad de la situación. Nos habían contado que esto sucedía pero no lo creíamos. Hoy lo recuerdo y es horrible”, rememora Sofía Berretta Gali, de 20 años.

La agrupación Acción Respeto Tucumán, recalcaron que la última encuesta al respecto de este tema fue realizada en 2019. Los resultados de la misma mostraron que nueve de cada diez mujeres que circulan por las calles de Tucumán recibieron comentarios, gritos o silbidos de desconocidos en la calle y el 97.9% aseguró que no le gusta recibir estos comentarios de desconocidos. Las opciones para quienes deben caminar por la calle son cambiar el trayecto, un 93% lo hacía en 2019 y un 53% tuvo la sensación de que el acoso callejero no había disminuido.

“El femicidio es la punta del iceberg, es lo urgente, lo que hay que resolver, pero el acoso callejero, las mujeres que se sienten intimidadas y que están en peligro en la vía pública también son un problema a trabajar”, dice Tosi. “Por debajo de todo eso, de esas violencias visibles, están estas violencias invisibles como los micromachismos que hay que erradicar. Estas prácticas machistas y violentas de la vida cotidiana están naturalizadas y muy metidas en la conducta de hombres y mujeres. Por eso es más difícil poner luz en ellas y buscar que cambien estas actitudes”.

“Es mi cuerpo, nadie te pidió opinión”

La clave para erradicar esta forma de violencia, es intentar quitarnos de la cabeza que una mujer, en la calle, caminando, está buscando la aprobación de un hombre. “Lo que llaman popularmente ‘piropo’ es acoso callejero, es violencia. Hay una generación anterior a nosotros que dice, bueno, es un ‘piropo’, un halago, pero yo respondo que es mi cuerpo y nadie te pidió tu opinión. Las mujeres no necesitan ni halagos ni la aprobación de los hombres para sentirnos valoradas. Todo esto se relaciona con que la vía pública siempre fue un espacio habitado por hombres heterosexuales, pero esto ya no tiene que ser así”, insiste Tosi.

“Cuando voy caminando por la calle y me gritan algo sigo caminando y mi mente me dice ‘date la vuelta, insultá’. Pero, por otro lado pienso: ‘no lo hagás, mirá si te pasa algo peor’. Me da mucha bronca saber que me tengo que quedar callada porque es peligroso. Cuando me gritan algo en la calle me hace sentir súper impotente, chiquitita, sucia, porque me genera muchísimo asco y una sensación súper extraña en el cuerpo. También mucho enojo”, explica Sofía a LA GACETA y agrega: “alguna vez en un boliche me planté y me defendí pegándole a un par de varones en grupito. No sirvió de nada porque igual se rieron y me sentí peor”.

Endulzar la violencia

Los sectores que militan en contra del acoso callejero, explican que hablar de “piropo” es “endulzar” la violencia de género, invisibilizarla y hasta minimizada. “Llamar ‘piropo’ a esta agresión sexual solo sigue reproduciendo esta falta de importancia que muchos le atribuyen y por lo tanto, siguen habiendo personas que lo justifican. Lo más importante es saber que si no existe el consentimiento, estamos ante una agresión sexual”, dicen desde la comunidad Acosadas Tucumán en un posteo en Instagram.

“Si en una esfera de confianza o consentimiento alguien recibe un halago, el interlocutor y la persona que recibe ese comentario no lo siente como ofensa, está bien. El problema es que, las mujeres, siempre recibimos comentarios sobre nuestros cuerpos sin solicitarlos”, insiste Agostina Tosi.

Referentes de agrupaciones feministas concuerdan en que ha habido un avance en entender y desnaturalizar esta forma de violencia contra las mujeres luego de intensas campañas en donde se hizo hincapié en que, lo que llaman “piropo” es una forma de violencia. “Ya no se habla de piropo porque no es un halago. El piropo es acoso callejero”, insisten.

La última encuesta al respecto realizada por la agrupación Mumalá en Salta manifestó una preocupación: niñas de 7 y 8 años de edad manifiestan ser víctimas de acoso callejero en la vía pública. “La mayoría de las encuestadas, casi el 100%, vivió al menos una situación de acoso callejero ya se aun bocinazo, silbidos o gritos en la calle. También manifestaron haber vivido situaciones más violentas que generan mucha inseguridad como ser perseguidas, que te toquen o muestren partes íntimas”, expresó Gareca.

Las nuevas tecnologías y smartphones también cambiaron la situación: “ahora te sacan una foto sin tu consentimiento y aumentaron los casos de ciberacoso y grooming. La viralización de las imágenes y el acoso vía redes sociales crecí este último tiempo”, indicó Tosi.

Experiencias y precisiones

Sofía Berretta Gali, 20 años: “Vivo diariamente situaciones de acoso. Las más frecuentes serían los famosos ‘piropos’ que te dicen en la calle desde que soy chica. Lo veo como algo común, especialmente cuando vas sola por la calle. De más grande, cuando empecé a salir a boliches, no faltaron los momentos de toqueteo o la típica de que un hombre pasa atrás tuyo y te apoya (su pene). Igualmente puedo decir que, a diferencia de mujeres cercanas a mí, no viví ninguna situación ‘grave’ como que me persigan o algo así”.

Aimé Gendrau, 19 años: “Cuando te pasa algo en la calle, por ahí puteas al aire por la bronca pero la confrontación nunca es una opción, al menos no para mí, porque no sabes cómo puede reaccionar el agresor”.

Respeto Tucumán: La agrupación Acción Respeto Tucumán, informó que la última encuesta al respecto de este tema fue realizada en 2019. Los resultados mostraron que nueve de cada diez mujeres que circulan por las calles de Tucumán recibieron comentarios, gritos o silbidos de desconocidos en la calle y el 97,9% aseguró que no le gusta recibir estos comentarios de desconocidos.

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