El tango, una música que es una explosión para el alma

El tango, una música que es una explosión para el alma

La cantante tucumana que nació en Lules, de larga trayectoria y que cantó en Alemania recientemente, ha incursionado en varios géneros musicales, también en la literatura.

EL TEMA ELEGIDO. Ana Vicidomini tiene predilección por “Naranjo en flor”, tango que le evoca “el aroma incomparable” de su Lules natal. EL TEMA ELEGIDO. Ana Vicidomini tiene predilección por “Naranjo en flor”, tango que le evoca “el aroma incomparable” de su Lules natal.

Un silbido gardeliano acaricia la niñez luleña. Los ecos tangueros de los hermanos Expósito le alisan el alma desde la radio. En la finca paterna se despereza la sensibilidad. La música llega a su vida vestida de piano. Es apenas una florcita. El canto moja su corazón y la lleva por los escenarios, cruza el “gran charco” y aplausos alemanes premian su interpretación. Boleros, canzonetas, arias de ópera, zambas. Milongas y chacareras también brotan en su garganta. “En Lules, mi ciudad natal, transcurrió mi infancia y adolescencia respirando el aroma de azahares en la finca de mis padres agricultores. Desde muy pequeña estudié piano en mi pueblo, hasta que un día mis padres decidieron enviarme al Conservatorio en San Miguel de Tucumán, para poder realizar el profesorado. En esos años repartía mi vida entre juegos interminables, el coro escolar, en el que siempre me elegían para algún solo, mis estudios de música y los períodos de hasta cuatro meses que pasábamos en Buenos Aires con mi familia cada año”, evoca Ana Vicidomini, profesora de música, cantante de larga trayectoria y escritora, a quien los insomnios le murmuran de vez en cuando: “después... ¿qué importa el después? Toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado, eterna y vieja juventud que me ha dejado acobardado como un pájaro sin luz…”

- ¿Se respiraban aires culturales en el Lules de tu juventud?

- En esos años en los que dividía mi tiempo entre las horas que pasaba en el Conservatorio y mi vida en Lules, mi mente rememora una ciudad impregnada de mucha actividad cultural, en la que podías invertir tu tiempo haciendo teatro, practicando algún deporte y sobre todo, disfrutar del hecho de hacer música. En ese contexto, caminé con la música en forma permanente, siempre estábamos armando grupos, pero a veces mi tiempo se reducía por la exigencia de asistir a clases de música, y finalmente, mi inicio temprano en la docencia.

- ¿Cómo amanece el dos por cuatro en tu vida?

- Mi padre cantaba y silbaba tangos de Carlos Gardel y a medida que iba avanzando en mis conocimientos con el piano, era imprescindible que en el repertorio esté, por ejemplo, “La Cumparsita”. Con él caminé, incansable, las calles de Buenos Aires, los barrios impregnados de tango y pude saborear esa nostalgia sin fin que heredó para siempre la ciudad. El tango se alojó definitivamente en mi corazón. Y con el tiempo pude comprender que es un huésped que no se irá jamás.

- Los Huayna Sumaj, el conjunto vocal de Luis Víctor “el Pato” Gentilini, te cobijó, ¿cómo resultó esa experiencia?

- Un día ingresé al Coro Veritas, al que pertenecí casi 10 años. En ese tiempo, en una reunión con amigos, me escuchó cantar el Pato Gentilini, quien después me convocó a formar parte de su conjunto Huayna Sumaj. Fue una experiencia enriquecedora. Mientras que en el grupo abordábamos autores tucumanos y del norte argentino, en el Veritas, el repertorio era tan variado como complejo, interpretando obras del Renacimiento, conciertos para coro y orquesta que iban desde el barroco al romántico, y por último, las bellas óperas de Verdi, Mascagni y Lehar, entre otras.

- ¿Maduró entonces la idea de dedicarte al canto?

- El estudio del canto, mis actuaciones como solista en coros y conjuntos, fueron el principal impulsor hacia mi decisión de encarar mi destino como cantante. El haber incursionado largamente en la música lírica, el canto popular, haciendo folclore o baladas, me permitió diferenciar para luego transitar por el mundo del tango. Fue un gran desafío que me llevó a conocer de manera más profunda las inquietantes particularidades de este género maravilloso. Tuve oportunidades imperdibles para compartir escenarios con músicos y cantantes de reconocida trayectoria, como Hugo Marcel, María Garay, Guillermo Fernández, y respecto a este último, fue con quien compartí la exquisita operita María de Buenos Aires. Haber sido convocada para interpretar esta obra desde Cultura de la Nación, significó una recompensa increíble a todos los años de admiración y abordaje de las fascinantes obras de Ástor Piazzolla y Horacio Ferrer.

- ¿Qué repertorio tanguero te gusta frecuentar? ¿Abordás tangos de autores tucumanos?

- Sin lugar a dudas, a la hora de elegir un repertorio, se presentan interrogantes que a veces impiden ver con claridad para la toma de decisiones. Me refiero a que, en general, siempre pesa mucho el gusto por algún autor, o la obra en sí misma, por su belleza musical o literaria. Sin embargo, al final, tengo en cuenta que las complejidades vocales se adapten a mi estilo, a mis capacidades y la forma de interpretar, esos elementos me han ayudado para seleccionar autores, letras, y valorar de cada uno de ellos la espléndida experiencia que es cantar un tango. Este es un género muy enriquecedor. Cada una de sus obras te impregna de sabores y tiempos, de calles empedradas, del ruido incesante de una ciudad que tiene infinitas historias de amor y tragedias.

- Poco conocida es tu faceta literaria, ¿desde cuándo te acompaña? ¿Por qué elegiste la novela para expresarte? ¿De qué se trata “Lazos de amor infinito”?

- Respecto a mi incursión en la literatura, es algo que siempre estuvo muy presente en mi vida. No tuve oportunidad de desarrollarla antes por razones laborales. Hoy dispongo de mi tiempo y puedo administrarlo, por lo que un día, comencé a escribir esta novela sin sospechar que a casi un año obtendría mi primer libro. Desde ya que haber alcanzado esta meta, no deja de ser sorprendente y al mismo tiempo muy grata. Lazos de amor infinito es una novela que se sitúa a mediados del siglo XIX, con personajes que transitan las diferentes dificultades de la época, cuyas experiencias dejan inquietudes que nos ayudan a considerar la vida desde otra perspectiva. Contiene una reflexión espiritual dejando un mensaje de esperanza, en el que la muerte no es un obstáculo para cumplir promesas y sueños. Elegí la novela como género, porque simplemente me siento muy a gusto con ella. Soy lectora desde siempre, y mi sueño fue escribir novelas. Por lo visto, hoy se cumplió y me siento completamente feliz, deseosa de comenzar la segunda.

- De Tucumán a Alemania, ¿qué sensaciones te recorrieron interiormente cantando ante ese público?

- El resumen de lo que sentí en esas presentaciones en Alemania lo puedo transmitir con una frase que se repitió en cada evento en el que canté, cuando la gente se acercaba a saludarme y me decía que mi música era “una explosión para el alma”. Mi amiga y traductora Verónica no dejaba de repetir lo que ellos querían transmitir. Es una de las experiencias más significativas que me tocó vivir a través de la música.

- ¿De qué te habla el tango y qué representa en tu vida? Si te quedaran pocos minutos de vida y sintieses deseos de cantar un tango, ¿cuál elegirías?

- El tango significa mucho más que música en mi vida. Es el recuerdo de mis paseos por Buenos Aires, el olor inigualable del puerto, las calles de mi barrio, mis amigos, la historia misma de cómo nació esta música, lo exótico de su danza y el color de la nostalgia en sus letras. Si tengo que elegir un tango en mis últimos minutos, sin duda, sería Naranjo en flor, pues el aroma incomparable me llevaría a mi Lules y al recuerdo imborrable de los años vividos.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios