Cartas de lectores

Pérdida de agua crónica

Una postal de un típico cruce de calles en Tafí Viejo: calles San Juan y Corrientes. Se pueden ver los riachuelos de agua. Es agua de red, no de lluvia. Si se le pregunta a cualquier vecino de la zona dirá que se trata de una pérdida que no tiene días, ni semanas, ni meses, ni lustros de antigüedad, sino décadas. ¡Décadas! Un derroche de recursos hídricos irresponsable, casi diría criminal, sobre todo teniendo en cuenta que en barrios como el mío cortan el servicio de agua unas 20 horas al día. Llega un punto en que asumimos como normal algo que en otros países no se considera normal; incluso en lugares donde no hay la cantidad de agua dulce que hay aquí. No debería haber excusas cuando se asume un compromiso conociendo a priori la situación. ¿Quién controla a la empresa SAT? ¿Podrían nuestros funcionarios hacer por fin lo que se supone que tienen que hacer: el trabajo por el que se les paga? La ineficiencia en un servicio tan esencial como la provisión de agua es sólo un ejemplo más de la decadencia de nuestra provincia, en la cual cualquier desidia o abuso se intenta justificar con argumentos que insultan la inteligencia del prójimo. Hago esta denuncia con la esperanza de que se haga viral para ver si, al menos por ser época de elecciones, nuestros funcionarios se preocupan por solucionar algo de todo lo que aquí está mal. Tucumán es una provincia en la que los ciudadanos no tienen, por ejemplo, derecho a saber cuántos asesores hay en la Legislatura, ni  a dónde va a parar lo que se recauda en concepto de IPLA -dinero que no es auditado por la Dirección General de Rentas-. Tucumán es una provincia con calles y rutas en estado deplorable; con déficit de infraestructuras; una provincia plagada de basureros urbanos y vertidos cloacales; una provincia que ostenta el mayor porcentaje por Ingresos Brutos -un impuesto verdaderamente medieval que fomenta la evasión-; una provincia con un nivel de inseguridad superior a la media del país; una provincia donde ni siquiera parece ser posible confiar en el sistema judicial. ¡Qué lamentable!

Ricardo Manai  

Bicentenario azucarero

La difícil situación que vive el país hace que pasen deslucidos sus más importantes bicentenarios, como ahora ocurre con el de la Agroindustria Azucarera. Son hitos relevantes para aprender de los aciertos y errores del pasado, pero sobre todo para rediseñar el futuro. Ante estos acontecimientos tenemos un marcado sesgo a mirar hacia adentro y hacia atrás, cuando lo que realmente necesitamos es mirar hacia afuera -para detectar las oportunidades que hoy nos ofrece el mundo-, y sobre todo hacia adelante para ver cómo las capitalizamos. El drama del cambio climático que el mundo se propone mitigar abre un sinfín de oportunidades para proyectar la cadena bioenergética a partir de las soluciones que la misma puede aportar. Resulta imprescindible revertir el tropezón de la mezquina ley de biocombustibles que se acaba de aprobar y generar políticas energéticas compatibilizadas con las ambientales, acorde a las circunstancias que vive el planeta.

Santiago José Paz

Chubut 2.900-Yerba Buena

Viaje en tren a Buenos Aires

Me quejo del servicio del tren de Tucumán a Buenos Aires, con una demora de 36 horas de viaje, sin servicio a bordo. Entiendo que el precio es racional o módico, pero por tan largo viaje sin parada en ninguna estación podrían brindarnos una bandeja de desayuno, aunque más no sea, pagada por el  pasajero. La verdad que quedé desubicado, ya que el servicio es deficiente.

Carlos Rubén Avila

Slogan de Educación

“La educación en Tucumán no se detiene”, es un famoso eslogan del Ministerio de Educación y sus simpatizantes. El tema es que se usa para poner en evidencia lo que supuestamente ellos consideran que se hace bien. Por lo que, para las cosas que se hacen mal, no se hacen, o no se dan solución podríamos  expresar que “la educación en Tucumán va para atrás”. Y lo digo porque hasta la fecha las Juntas de Clasificación no fueron normalizadas como corresponde, llamando a elecciones de vocales representantes de los docentes, impidiéndoles a todos los educadores tucumanos hacer uso de su derecho, lo que garantizaría que todos los actos emanados de estos organismos  tuvieran el control necesario que dé la suficiente  confianza a los colegas que participan de los distintos concursos. Lo digo también porque el gobierno escolar no nombra alrededor de 12 supervisores cuyos cargos están vacantes, algunos de ellos desde hace más de un año, quitando derechos legítimos a colegas que están en padrones a la espera de poder ascender jerárquicamente por imperio de la normativa vigente,  o también porque no se cubren con la premura necesaria los cargos vacantes, tanto de maestros como de profesores. Además, porque las designaciones que se realizan, se las hacen vía on line, por la cuestión pandémica, aunque toda la docencia, hoy en día, está trabajando a pleno en las escuelas; quienes trabajan en las juntas pareciera que gozan de privilegios que los miembros de las comunidades educativas no los tienen. También porque los docentes esperan y esperan, sin tener noticias oficiales, los tan ansiados movimientos de traslados o de ingreso en titularidad, lo que es de legítima aspiración y que se les niega ¿arbitrariamente? O porque quienes debieran haberse titularizado, al encuadrarse dentro de la ley de titularización del año 2019, aún no pudieron hacerlo debido a que las autoridades no dan signos de querer cumplir con dicha ley. Es interesante cómo un ministerio con sus dependientes, muchos de los cuales fueron puestos irregularmente en sus cargos, como lo denunciara la supervisora Andrea Miguel (a quien se le impide sistemáticamente ejercer su derecho de defensa lindando estas actitudes con una persecución propia de poderes avasallantes) defienden y exageran una  gestión con tan ocurrente eslogan. Aunque a muchos ese eslogan nos parezca hasta gracioso ante tantas injusticias que se cometen.

Hugo Marcelo Brito

Se me cae un lagrimón

En una Argentina que se desmorona día a día, intentando avizorar una luz al final del camino, he aprendido a realizar un ejercicio diario y agotador y que en lugar de luces, me llena de sombras. Cada vez que tengo tiempo, veo 15 minutos un canal de TV y luego veo otros 15 minutos otro. A veces resulta tedioso, otras jocoso... la mayor parte de la ejercitación, ¡dolorosa hasta las lágrimas! ¿Están ambos hablando de un mismo país? “Cae el desempleo... sube el desempleo. Cae el índice de pobreza... sube el índice de pobreza. Estamos mejor... estamos peor”. Y nosotros, los televidentes, por lo menos en mi caso, aturdidos. Más que aturdidos... desconcertados. El principio aristotélico de no contradicción dice que nada puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido. Decir tales cosas como hacen los dos medios mencionados, sólo por mencionar dos, es una flagrante contradicción cuyas proposiciones se invalidan entre sí. Y además, muestra esa grieta profunda, cada vez más profunda, de esta Argentina que sangra y gime y que nos muestra segundo a segundo que la patria nos está demandando. Cansada de estos momentos electorales en que la población es bombardeada con propuestas a veces iguales pero con ropaje distinto, a veces rimbombantes y que no se cristalizarán nunca  (ya las propusieron antes muchas veces y nunca dejaron de ser nada más que propuestas), anoto los términos que se ven en todas ellas: igualdad social, justicia, honestidad, más trabajo para todos, salarios dignos, expresiones que de tanto usarse y mal usarse, están vacías. Además, parecen propuestas de personas que se postulan para un cargo ejecutivo. Y todos los que aún no entienden de tantas elecciones, de tanto dinero malgastado, de qué se elige hoy, de qué se elegirá mañana, vota por que no alcanza a entender la función de cada poder del Estado, o vota por cansancio, sin criterio, por dádivas, o lo que es peor... ¡elige según criterios subjetivos, al menos peor! O a la palabrita que dijo este candidato que viene a ser justamente la que llenaría esa carencia que lo está atormentando. Y así seguimos mal, con argentinos que viven mal, con argentinos que se van aun cuando no están mal, con fuga de cerebros que es peor que cualquier otra fuga. Si todos nos vamos, esta Argentina ya ni gemirá, ni reirá, ni tendrá elecciones, ni tendrá contradicciones. Será esa tierra rica que es, entonces sí de unos pocos... o será colonia de cualquier potencia que intuya nuestra debilidad y que nos devore en lo que quede de nuestra libertad, de nuestros recursos, de nuestra siempre incompleta identidad. Sí que me encantaría escribir otra carta... sí que me encantaría decir que estamos luchando todos... sí que me encantaría afirmar que lo políticamente correcto no es invisible. Pero hoy... ¡es como un ataque de sincericidio!

María Estela López Chehin

24 de Septiembre 1.431-Concepción

Todos somos peatones

El 17 de agosto se conmemoró el Día Mundial del Peatón. Fue promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 1897, cuando ocurrió en Londres el primer accidente de tránsito que tuvo como víctima fatal a una peatona. Fue atropellada por un automóvil que circulaba a 10 Km/h. El objeto es promover por parte de los conductores de vehículos el respeto de los derechos que tienen  los peatones, que es el de transitar con seguridad por la vía pública. Según el diccionario, peatón/na: Persona que camina o anda a pie, en contraposición a quien va en vehículo. El artículo 38 de la Ley 24.449 (de Seguridad Vial), en los puntos a), b) y c), indica por dónde y cómo deben desplazarse los peatones. Carecen de carrocería protectora y por eso sufren graves o mortales lesiones en caso de atropello. La legislación de tránsito establece que los vehículos deben darles prioridad cuando cruzan correctamente  la calzada por las esquinas o sendas peatonales y con el semáforo a su favor, donde los hay. Todos, en algún momento, somos peatones y al serlo desde pequeños, nos olvidamos de que el convivir con la motorización creciente en  las ciudades, pueblos, rutas y caminos, representa un desafío, que no por ser cotidiano es inocuo. Un caso especial son los niños peatones, ya que al coincidir la altura del frente del vehículo, con el centro de su cuerpo, se ven comprometidos casi la totalidad de sus órganos vitales. Es fundamental que quienes transitan por la vía pública reconozcan los riesgos y la consigna: ver y ser vistos es fundamental para evitar los accidentes de tránsito. Como estos hechos ocurren en la vía pública, el Estado debe contar con una Política de Seguridad Vial, educación permanente y controles eficaces y eficientes (lo que brilla por su ausencia). Lo que  debemos lamentar es que en nuestra cultura, cuando se habla de políticas públicas de transporte y seguridad en el tránsito, se piensa únicamente en los vehículos y el camino, pero casi nunca los peatones son tenidos en cuenta (toda una asignatura pendiente, si de veras nos interesa la vida humana). Como muestra podemos mencionar la falta de veredas seguras y de sendas peatonales en la ciudad capital.

Juan Francisco Segura

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