Cartas de lectores

EL DIRIGIBLE HINDENBURG

El dirigible más grande del mundo llegó a New Jersey la tarde del 6 de mayo de 1937. La tormenta eléctrica que había tornado lento el descenso del Hindenburg aún retumbaba cuando lanzaron a tierra los cables de aterrizaje para preparar amarras. A bordo había 38 pasajeros y 59 tripulantes. El Hindenburg de pronto estalló en llamas, pendió angustiosamente en el aire un momento y luego, con gran lentitud, cayó a tierra. Asombrosamente, 61 de las 97 personas a bordo salieron con vida. Después del accidente, la versión oficial fue que, de alguna manera, se había encendido el hidrógeno del dirigible. De hecho, un pequeño dirigible, el Graf Zeppelin, lanzado en 1928, para esa fecha había realizado 144 vuelos trasatlánticos y transportado a más de 18.000 pasajeros, sin problemas. No obstante, el desastre del Hindenburg le dio un golpe mortal a la industria de los dirigibles Sesenta años después, el científico de la NASA Addison Bain descubrió la verdad del desastre. Bain emprendió una larga serie de pruebas. Adquirió los restos del dirigible accidentado, incluso fragmentos del revestimiento exterior, entrevistó a sobrevivientes y testigos, y estudió el noticiero. Visitó también la pista y rastreó los archivos en el Museo Zeppelin de Alemania. Una vez que tuvo una teoría, la sometió a una rigurosa verificación química y física en el laboratorio. Comprobó que el revestimiento estaba compuesto de óxido de hierro con cinco capas de acetato de celulosa: habían recubierto el dirigible con una de las más inflamables mezclas conocidas por el hombre, idéntica al combustible de un cohete. La comprobación de las pruebas de Bain llegó cuando se tradujo una carta manuscrita hallada en el Museo Zeppelin. La carta, fechada el 28 de junio de 1937, era de Otto Beyersdoff, ingeniero electricista que la Compañía Zeppelin contrató como investigador, quien concluyó que la alta inflamabilidad del material de revestimiento fue la causa real del incendio, el cual fue inducido por las descargas electrostáticas. Los directores de la Compañía Zeppelin fueron presionados por el gobierno alemán para no revelar la verdadera causa del desastre. Era impensable que hubieran fallado los ingenieros que desarrollaron esta impresionante tecnología. El orgullo alemán estaba en juego y, en el Tercer Reich, el orgullo alemán era más importante que la caída del Hindenburg.

LLuis Salvador Gallucci

Sputnik segunda dosis

Soy un adulto mayor de casi 80 años y el viernes 23 de julio les pedí a mis sobrinos que me llevaran al Autovac del nodo 107 para recibir la segunda dosis de la vacuna Sputnik-V, cerca de 100 días después de la primera dosis. Las enfermeras que nos recibieron dijeron que era imposible vacunarme porque ese día no era mi turno, a pesar de mostrarles el certificado médico de paciente diabético insulinodependiente. Mis familiares, al ver tanta negatividad, les manifestaron su malestar y de repente apareció un médico del servicio 107, muy exaltado, gritándoles a viva voz a los policías que custodiaban el lugar que nos detengan y no dejen salir al vehículo del predio. Hecho que no se concretó por improcedente; además los efectivos observaron un reclamo justo y pacífico. Ahora nos dijeron en el Siprosa que las segundas dosis de la Sputnik están agotadas y que hay que ver si llegan en agosto. Mientras tanto todos los infectólogos recomiendan aplicar urgente las segundas dosis ante la inminente llegada de la variedad Delta, que es más contagiosa que las anteriores, sobre todo las personas que somos más vulnerables. En conclusión es tan insólita nuestra provincia que en otros países te pagan hasta U$S 100 para que te vacunes y aquí a un jubilado que exige su segunda dosis, demorada 100 días, lo amedrentan.

Oscar Rotella

Salta 290

San Miguel de Tucumán

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