Un acto de justicia para el gran Messi

Un acto de justicia para el gran Messi

Ver al “10” campeón con la Selección, un sueño compartido por todos.

CUENTA SALDADA. Messi se sacó la espina de ganar con la Selección mayor. Ahora le apunta al Mundial de Qatar 2022. CUENTA SALDADA. Messi se sacó la espina de ganar con la Selección mayor. Ahora le apunta al Mundial de Qatar 2022.

El beso a la Copa, el abrazo con Neymar, la videollamada con Antonella y sus hijos, el encuentro con los hinchas argentinos que fueron a alentar en el Maracaná...fueron muchas las escenas memorables que dejó la noche de Lionel Messi en la final, pero ninguna tan cargada de significado como el momento en que el árbitro Esteban Ostojich decretó el fin de la agonía y todos salieron inmediatamente disparados a abrazarse con el capitán. Porque ni los 28 años de sequía, ni la sal en la herida por esas tres finales perdidas y ni siquiera la fantasía de propinarle un Maracanazo a Brasil eran motivaciones comparables a la de darle a “Leo” la alegría con la que tanto soñaba y que tantas veces se le había negado. No es exagerado decir que muchos querían ver a Argentina campeón más por Messi que por ser argentinos. Al final, se hizo justicia. Porque Argentina lo merecía, pero él más que nadie. A lo largo de estos casi 16 años desde que comenzó a escribir su historia en la Selección, había tropezado una y otra vez, tragando frustraciones hasta decir basta. “Ya lo intenté mucho. Me duele más que a nadie no ser campeón con Argentina. Me voy sin poder conseguirlo”, dijo hace cinco años, cuando anunció su renuncia a la Selección tras la derrota ante Chile en la final de 2016.

Por fortuna para todos y para él mismo, recapacitó y volvió para seguir intentando. Y hoy es, por fin, campeón con la camiseta que vistió más veces que nadie. Y aunque antimessistas nunca van a faltar, ya ninguno podrá reclamarle que no ganó nada con la Selección. Sí, está claro que la final fue su partido más flojo en el torneo, pero eso no quiere decir que haya sido malo. Simplemente, le tocó ser más obrero que arquitecto, y aportar más desde el ser que desde el hacer: su sola presencia atraía rivales y abría espacios, pero cuando recibía la pelota se le iban como abejas. Por suerte, de lo que no pudo hacer él se encargó un enorme Rodrigo De Paul. A veces, hasta los mejores necesitan ayuda, eso lo sabemos bien. Y aunque no pudo definir bien ese mano a mano que le sirvió Rodrigo, y que hubiera sido el broche perfecto, de todos modos terminó como goleador del torneo con cuatro conquistas (compartido con el colombiano Luis Díaz y el peruano Gianluca Lapadula).

También fue el máximo asistidor y elegido mejor jugador del torneo. Eso habla de la trascendencia de Messi en este logro. No solo desde lo futbolístico, sino también desde lo humano. Es un capitán querido y respetado. Que después de todo lo que ya ganó, quería este título como si fuera el primero.

Y ojalá sea sólo el primero. El trono de América ya es suyo, el del mundo lo espera en Qatar.

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