Ante el nuevo aniversario del nacimiento de nuestra patria, con la Declaración de Independencia del 9 de Julio de 1816, es de esperar que en círculos oficiales, y también en ambientes privados, se sirva el tradicional chocolate caliente.
Es que cuando la sociedad del Río de la Plata comenzaba a pensar en la emancipación de la Corona de España, el chocolate se consumía con asiduidad, tanto en las mesas familiares, como en las pocas fondas existentes, donde se reunían aquellos que disponían de algún tiempo. Claro que tenía como competidor al café, pero al parecer este no era tan popular como la amarronada bebida llegada de otras regiones de América. En este contexto, todo indica que el chocolate era el preferido a comienzos del siglo XIX.
Fue así como se fue instalando la tradición de esta bebida tan americana en sus orígenes, ya que el chocolate figura entre los muchos bienes que América legó a la humanidad. De hecho su nombre deriva de la lengua náhuatl. Estaba considerado un “alimento de los dioses” y, según la leyenda azteca, les había sido regalado a los hombres por el dios Quetzalcóatl (Serpiente emplumada).
La valoración de la bebida fue superlativa, a tal punto que en algún momento sus semillas llegaron a valer como moneda de cambio. Con la llegada de los españoles entre los varios “vicios” que desarrollaron en las cálidas tierras mexicanas se encontró el “pocoakawaatl”, tal su nombre en lengua náhuatl, que los españoles pronunciaban “tchocolatl”. Desde allí su consumo se expandió hacia Europa y al resto del Nuevo Mundo.
Características diferentes
Los estudiosos agregan que los mexicas preparaban la bebida mezclando semillas de cacao y de ceibas (palo borracho) a las que también agregaban hierbas; flores secas molidas y otras lindezas, dándole características diferentes según la zona.
Cuando el chocolate se llevó a Europa, los monjes contribuyeron a su dispersión por cuanto al mezclarlo con leche caliente pudieron aprovecharlo como una bebida de alto contenido calórico, obviamente fortificante.
Para tener en cuenta
No hay muchos secretos para preparar un buen chocolate caliente: lo principal es la calidad, y para que sea más sabroso, mejor la leche entera que la descremada, pero cada uno valorará por cuál optar. Como así también queda a elección si se empleará el chocolate en polvo o el que viene en barra.
Las barras suelen ser más recomendables porque, afirman los especialistas, le dan más cuerpo a la bebida. Se recomienda unos 180 a 200 g de chocolate por taza. Cabe destacar que las barras más vendidas pesan 150 g, así que habría que poner un poco más de una barrita por taza. Y para darle un sabor particular, no está de más agregarle una pizca de canela o un chorrito de licor.







