Cartas de lectores VI: fecha patria

Ante la proximidad de un nuevo Día de la Independencia, no podemos dejar de recordar el festejo de antaño de nuestra efemérides más importante. La jornada comenzaba bien temprano, cuando las bombas de estruendo anunciaban el comienzo de los actos con el izamiento de la enseña nacional. A partir de ahí la plaza principal del pueblo o ciudad era el escenario convocante de la participación ciudadana, sin distinción de ningún tipo. Los discursos pertinentes eran coronados con el desfile escolar y de las fuerzas vivas, cerrándolo con entusiasmo las agrupaciones gauchas y las Fuerzas Armadas (cuando estas todavía no eran una mala palabra). Demás está decir que nuestra enseña patria engalanaba todo espacio público. El canal de televisión estatal, por haber nacido este día, acompañaba el festejo con una programación especial, transmitiendo el desfile principal y la actuación de renombrados artistas. Pero todo comenzó a cambiar cuando el ex presidente Carlos Menem declaró a Tucumán capital de la Nación por 24 horas, seguramente con la mejor de las intenciones, para que los ojos del país se posaran en nuestro suelo. Entonces la (mala) política no tardó en meter la cola. La correspondiente visita de las máximas autoridades del país fue aprovechada para hacer una demostración de fuerza de nuestros dirigentes vernáculos y el entusiasmo ciudadano, poco a poco, fue reemplazado por la militancia rentada traída desde toda la provincia. Los festejos locales comenzaron  a perder todo su esplendor, opacados por el acto capitalino, cuando no eran  dejados totalmente de lado. La implacable grieta que nos divide terminó definitivamente con el espíritu patrio de nuestro grito libertario. Hoy en día todo se reduce a un acto ciento por ciento político, de unos contados minutos en nuestro solar histórico, en donde lo más importante (o lo único) para nuestras autoridades es aparecer en la foto presidencial. Los que añoramos con nostalgia las épocas pasadas todavía tenemos esperanza de que estos malos tiempos, en donde nos robaron nuestros festejos cívicos más preciados, queden definitivamente atrás. Mientras tanto engalanemos nuestros hogares con los gloriosos colores celeste y blanco y gritemos a los cuatro vientos un emocionado: ¡Viva la patria…!

Ricardo A. Rearte

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