La música se suma al Mujeres a Escena

La música se suma al Mujeres a Escena

“Latinoamericanas” y “Sologamia” son las obras de hoy. La experiencia de trabajar en el Odin Teatret.

NATURALEZA SALVAJE. En “Sologamia”, Ciela Asad aprende a vivir sin nadie. NATURALEZA SALVAJE. En “Sologamia”, Ciela Asad aprende a vivir sin nadie.
23 Junio 2021

Fueron mucho más que palabras y voces. Emblema del arte en cuerpo femenino, Mercedes Sosa, Chabuca Granda, Violeta Parra y Chavela Vargas son evocadas en “Latinoamericanas”, donde la música, el canto y la actuación se fusionan con las historias personales.

Esta obra tucumana abre la jornada del festival internacional Mujeres a Escena, que se desarrolla en YouTube organizado por Sala Ross, con función a las 20. Actúan Carolina Ramos, Kika Valero, Paula Palacios Galletti y Vivi Vargas, y dirige María José Stefani.

Una hora más tarde, desde la Capital Federal, Ciela Asad protagonizará “Sologamia”, dirigida por Dani Cuzzo y con el aporte creativo de Maia Luz Zaballa. Una mujer escapa por séptima vez de su propia boda y repasa las emociones sentidas y vividas en cada experiencia y etapas de la vida amorosa. Va aceptando su naturaleza salvaje en la conquista del autoamor, en una propuesta de teatro musical de género.

Peces entre tiburones

Ayer, en el inicio de las actividades paralelas (veer “Títeres”), la chilena Carolina Pizarro narró su experiencia como integrante del Odin Teatret, desde Dinamarca donde reside hace seis años: “es como una Torre de Babel, se hablan distintos idiomas; somos parte del repertorio que dirige Eugenio Barba y a su vez dirigimos a un grupo de jóvenes de diferentes países, culturas y colores en el Ikarus Stage Arts, el que voló al sol. Al inicio asusta, es como ser pequeños peces nadando en medio de tiburones. Lo que no sabemos lo aprendemos sobre la marcha y lo que creemos que sabemos lo reaprendemos en esa marcha”.

La actriz y directora presentó “¿Te duele?”, que montó junto a su pareja Luis Alonso, y con las actuaciones de los colombianos John Velasco y Yessica Alvarado. Estrenaron el texto de César Brie en 2017. Lo describe como “un tema potente y a la vez peligroso porque la ‘violencia’ está muy representada y es fácil caer en lugares comunes, por lo que lo abordamos desde las contradicciones para que nos tocara a nivel íntimo ya que existen ciertos patrones que lo convierten en un círculo vicioso sin salida”.

La puesta en escena simula un cuadrilátero de box, con el público por todos lados, efecto que se pierde en la virtualidad. “Es muy complejo para mí este asunto, porque las artes escénicas tienen sus raíces en la necesidad de encuentro con los demás, en lo que sucede en presente. Me gusta sentir, escuchar a los espectadores, dialogar con ellos y con los actores tras la función. Fui y sigo siendo muy reacia al on line. Sigo prefiriendo el teatro en vivo, aunque en este tiempo es necesario compartir el trabajo con quienes no tienen la posibilidad de estar en la sala”, admite.

Más allá de lo negativo, el contexto le permitió participar en este festival tucumano. “Siento admiración por quienes se tienen que reinventar para continuar. Estamos frente a un contexto donde las mujeres buscan trascender por sí mismas. Gestan encuentros para tener diálogos con otras mujeres que les permitan crecer, intercambiar experiencias y cuestionarse también, pero sin victimizarse. Soy parte de la red Magdalena Project y de Mujeres x la Cultura”, remarca.

La teatrista destaca que se está viviendo un cambio de paradigma importante sobre lo fenemino, no solo en el teatro. “Hay mucho que hacer aún, porque es obvio que la presencia de la mujer sigue siendo invisible y se le otorga menos valor a su trabajo que al de los hombres. Pero no creo que haya un teatro femenino como tampoco masculino, más allá de que haya mucho machismo. El territorio teatral está compuesto por quienes lo habitan, hay que mirar dentro y entender el por qué, cuestionar nuestros límites, lo que aceptamos y lo que no, y construir desde un lugar de transformación y diálogo. Deseo que se nos brinden condiciones igualitarias, no que nos den más espacio; que se valore la calidad de nuestro trabajo sin distinción si somos hombre o mujer”, propone.

Dinamarca implementa un plan de apertura paulatino de los espacios culturales y se piden test con resultados negativos con 72 horas de anticipo para ingresar a teatros, salas y museos, aparte de las medidas sanitarias. Pizarro admite que “ha sido complicado lograr que el público regrese porque la pandemia ha generado desconfianza y miedo a encontrarse con otros”. “Mientras estuvimos cerrados trabajamos muy duro para mejorar la calidad de nuestros espectáculos, no quise hacer nada on line. Desde que nos dieron luz verde, estamos saliendo a la calle, las escuelas, las iglesias, los centros culturales. Vamos acercándonos a la gente poco a poco; verla sonriendo y bailando es un regalo muy valioso. Da sentido a lo que hacemos, da valor al rigor y nos da calor al corazón. La pandemia nos obliga a ser más creativos, cada uno con sus posibilidades, virtual o presencial”, finaliza.

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