Día del Periodista: la búsqueda de la verdad, entre las fake news y la militancia

Día del Periodista: la búsqueda de la verdad, entre las fake news y la militancia

Hace 211 años, nacía la Gazeta de Buenos Aires. El oficio de comunicar e informar a la opinión pública fue sufriendo transformaciones. La visión de cinco colegas tucumanos de tres generaciones distintas.

Día del Periodista: la búsqueda de la verdad, entre las fake news y la militancia

1810. El alba sorprende el jueves al Cabildo. Un voceo callejero surca las ausentes calles porteñas. Sí o sí, hay que enterarse de qué se trata. Está pariendo con la patria. Bajo el poncho de la libertad. Mariano Moreno ha echado a rodar la Gazeta de Buenos Ayres. Ese siete de junio dará que hablar. “Rara felicidad la de los tiempos en que es lícito sentir lo que se quiere y decir lo que se siente”. Las palabras de Cornelio Tácito despuntan en la bienvenida editorial a los lectores. “¿Por qué se han de ocultar a las Provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península? Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal”, escribe Mariano Moreno, secretario de la Primera Junta de Gobierno, es el alma máter de la flamante publicación escrita, que contará con el aporte de Manuel Belgrano y Juan José Castelli, entre otros.

Nació militante y opinador, como una forma de difundir las ideas y criticar a los adversarios y enemigos. Tuvo que pasar un siglo para que el periodismo se volviera más independiente, que se centrara en la búsqueda de la verdad sin el sesgo ideológico que lo caracterizaba y que divulgaba una verdad a medias, una parte del todo, la que se quería defender. La modernidad irrumpió con nuevas consignas: informar con ecuanimidad, tratando de ser lo más ecuánime posible, chequear las fuentes de la noticia, tratar de desentrañar lo deliberadamente oculto en el poder, escuchar todas las campanas posibles. El periodista es un testigo de los hechos, debe contar lo que acontece en la realidad, en la crónica cotidiana. Las columnas de opinión están destinadas a la interpretación de los acontecimientos. El periodista nunca debe ser noticia, como tampoco ser más importante que un entrevistado, porque es un servidor público, no un protagonista de los hechos.

Los tiempos han cambiado bruscamente en esta nueva modernidad, donde justamente ocurre lo contrario: periodistas estrella que pontifican y descalifican o ensalzan desde su propio púlpito, el chisme ha desplazado a la exhibición de las pruebas que sostienen una acusación o denuncia, el amarillismo cunde. La militancia se ha apoderado nuevamente de muchos medios de comunicación y periodistas. No se busca la verdad a fondo, sino contestar lo que dijo el gobernante de turno, tal o cual funcionario o dirigente. Este River-Boca “noticioso” ha ahondado la tan mentada grieta. Los poderosos intereses parecen mover una vez más las corrientes de opinión “informativas” hacia un lado u otro. El jamón del sánguche sigue siendo la sociedad que con la zanahoria en el hocico es llevada en las distintas direcciones, haciéndola partícipe de este sórdido maniqueísmo.

En este día, cinco periodistas tucumanos de tres generaciones distintas aportan su mirada sobre el periodismo argentino actual que nació con la incipiente patria hace 211 años. A propósito, la patria debería ser siempre el otro, aunque piense diferente.

El trabajo grupal

Por Matías Auad

Como cronista de exteriores televisivo me toca ver, sentir y hasta oler las noticias mientras están desarrollándose. Cuando salgo a la calle no solo me propongo informar sino también visibilizar, incomodar, transformar, inspirar, concientizar, sorprender, conmover y -¿por qué no?- entretener. Cada día me toca cubrir algo distinto: una inundación, un homicidio, una marcha, un juicio, la visita de algún funcionario nacional, una llegada de vacunas o una sesión parlamentaria son solo algunas “opciones” de una diversa paleta de temas. Esa amplitud exige estar muy “filoso” con la información. Si bien salgo a la calle a las siete de la mañana, una hora antes ya estoy leyendo diarios y al mismo tiempo viendo noticieros. La programación informativa de LA GACETA Play cierra a las 13, pero la cosa no termina ahí. Durante la siesta y la tarde suelo contestar -con gusto- mensajes que recibo por Twitter e Instagram. “¿Sabés cuándo se habilitará la actividad en clubes?”, es la última consulta que acabo de responder, por ejemplo. Hacia la tarde noche, vuelvo a leer diarios, charlar con mis compañeros y a hacer llamadas para poder armar la agenda del día siguiente. Hay días en que las ideas fluyen y la tarea lleva minutos y otros en los que estoy un buen par de horas pensando dónde comprar un nuevo cerebro. El trabajo grupal es fundamental. La pandemia genera incertidumbre. Nos movemos al compás de un virus desconocido que se lleva vidas todos los días. En ese contexto esta profesión cobra mucha relevancia. Más que nunca el trabajo de chequear la información y comunicarla con claridad tiene un valor enorme: llevar certezas en medio de un mar sumamente agitado.

Una forma de vida

Por Carolina Servetto

El periodismo es una herramienta que conecta realidades. La de los funcionarios y poderosos con las de los ciudadanos. Ahora en pandemia, creo que su valor se potencia porque el periodismo debe ser un nexo responsable -la salud está en juego- entre la sociedad, la ciencia, la medicina y los gobiernos. El periodismo es para mí una forma de vida. Yo trabajo en la TV todos los días y considero que lo importante es poder contar lo que ocurre de manera clara. Es permitir que nuestra exposición sobre los hechos sea tan precisa que la audiencia se valga de esas herramientas para concluir y razonar sin sesgos. Tenemos la responsabilidad de hacer las preguntas correctas siempre y en todo momento. El fin primero debe ser la búsqueda de la verdad. Una verdad completa, de un lado y del otro. Los hechos son dinámicos y la realidad cambia minuto a minuto. La sociedad quiere periodistas serios, comprometidos y coherentes con nuestro trabajo. Ese debe ser el horizonte.

Las creencias propias

Por Nora Lía Jabif

¿Qué ha cambiado en el periodismo desde aquel 7 de junio en el que Mariano Moreno echó a andar la Gazeta de Buenos Ayres? En los hechos, mucho.  Pero la esencia -la razón de ser- sigue, o debería seguir, siendo la misma: la exigencia de que el oficio responda al legítimo derecho a la información de la opinión pública. O de la gente. Lo cierto es que hay diversas cuestiones que en mi criterio, han conmovido los cimientos del oficio: las nuevas tecnologías que por un lado, han facilitado una viralización de fuentes emisoras y la posibilidad de respuesta. Fin del clásico esquema emisor-receptor. Fin del periodista omnipotente. Otra cuestión: la segmentación de las audiencias. El periodista ya no le habla a un solo lector/oyente/ televidente. En el caso de la Argentina, observo que la famosa “grieta” ha venido a agravar la crisis del periodismo tradicional, nunca como ahora se ha consolidado el principio de que las audiencias consumen aquellos medios que les ofrecen el sesgo noticioso que esas audiencias quieren recibir. En suma, que no se busca la información sino la consolidación de creencias propias. Menudo desafío para el periodismo actual el de revertir ese estado de la cuestión. Por otra parte, el vaso medio lleno está en la calidad de numerosos jóvenes periodistas que respiran pasión por contar el presente con todas sus aristas, sin adherir a un pensamiento único. Por ellos brindo este 7 de junio.

El ruido perturba el mensaje

Por Juan Carlos Golobisky

Nuestra generación no tenía escuela de periodismo o carrera. Los que ingresábamos a un medio, fuera de la radio que, en general, se rendían concursos, uno se hacía con la práctica, siempre destaco el apoyo y la enseñanza sin egoísmo de los mayores, que ya tenían experiencia y hasta jefaturas dentro de un medio que se daban entero y a uno lo nutrían. Después ya dependía de la materia prima y la capacidad de cada uno… el periodismo siempre fue la búsqueda de la información, se buscaba la primicia o lo último que podía estar aconteciendo. Me contaba Casiano Flores Franco que en los viejos tiempos de LA GACETA, había algunos seguían escribiendo con pluma, no se adaptaban a la máquina de escribir. Como los vuelos eran escasos, había una misión que cumplían algunos periodistas que iban a la noche a la estación del Central Córdoba, creo que llegaba de noche ese tren, las personalidades llegaban en tren y había una presencia periodística que descubría a algún político o funcionario que venía llegando.  

A los elementos básicos que hacen a la esencia del periodismo, se les van agregando las cosas modernas, como la tecnología que permite hacer cosas increíbles. Los periodistas han cambiado. Veo que tanto en radio como en televisión, hay otra forma de encarar las entrevistas, hay gente que no deja hablar, a mí me molesta mucho. Antes hacíamos una pregunta y esperábamos la respuesta completa del entrevistado, lógicamente que si había algo sobresaliente, uno podía pedir una aclaración. Ahora interrumpen directamente, no dejan que complete la frase y lo bombardean con una o dos preguntas seguidas. En los paneles en televisión o en radio discuten varios a la vez y eso se transforma en un ruido, ya no es un mensaje. Hay algunos que hacen sensacionalismo. La base del periodismo es el conocimiento, la responsabilidad, el chequeo de las noticias. Qué nos va a deparar el periodismo no tan lejano, en cuanto a las transformaciones, en la forma depende de cada uno de los que lo hacen. Ante todo, los medios necesitan buenos hombres y mujeres.

Llegar hasta el hueso

Por Rubén Rodó

Pensando en los diarios, me doy cuenta de que se sigue con una vieja maña: un periodismo evasivo, lleno de eufemismos, sin comprometerse con la hora actual del país sin poner lo que hay que poner en algunas notas, es decir, coraje civil y la verdad. Entonces, no es mi estilo cuando escribía en los diarios y ahora que lo hago en una página digital, prefiero un lenguaje directo, sin vueltas, para poner la verdad antes que nada y sobre todo lo que está ocurriendo en una sociedad en decadencia como la de Tucumán. Ocurren hechos que están enfocados más que con ligereza, con evasiones. En vez de ir al hueso, hablar de los hechos concretos, se busca el circunloquio para decir una verdad a medias y las verdades a medias en el periodismo no son verdades. En los programas periodísticos, salvo algunas excepciones, me parecen de una carencia total de rigurosidad científica, sin conocimiento del tema del que hablan, tienen un micrófono al lado y dicen cualquier barrabasada, desde la deformación del lenguaje hasta la de los hechos históricos o interpretaciones antojadizas que se les vienen a la cabeza sin ninguna rigurosidad. Pero entre esos periodistas, se exceptúa a Leuco, al hijo de Mauro Viale, Fernández Canedo, por supuesto a nuestro comprovinciano Morales Solá, a Pablo Rossi, es el periodismo que salva este oficio porque encaran los temas con el conocimiento profundo de lo que hablan, cosa que no veo en otros periodistas. Y en Tucumán, también pasa. En el caso Tacacho, nunca se explicó por qué el Gobernador le aceptó la renuncia al juez Juan Francisco Pisa, que fue por favores recibidos, como dice el tango. La vez pasada, él le salvó la cabeza por enriquecimiento ilícito y ahora le pagó con la aceptación de una renuncia que no tuvo que haber aceptado nunca; tuvo que haber promovido un juicio político contra un juez que deja mucho que desear y que avergüenza a la Justicia. El caso de Tacacho no solo se trata de un crimen ominoso; hay desempeños de ocho fiscales y un juez que no hicieron absolutamente nada para salvar la vida de esta chica.

La esencia del periodismo es, ante todo, la verdad y una exigencia a sí mismo de meterse hasta el hueso en los temas que aborda sobre todo cuando hay un comentarista que compromete su firma en todo lo que está diciendo. Al periodismo de ahora lo veo a veces convertido en una especie de almacén de ofertas. Como están perdiendo clientela por un avance del periodismo digital, los medios escritos están buscando cómo sobrevivir. El periodismo ha perdido su esencia de informar con rigurosidad y está buscando alternativas de tipo comercial que no tienen nada que ver con el periodismo.

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