Las drogas del encierro

Las drogas del encierro

Un estudio realizado entre jóvenes de cinco municipios tucumanos reveló que el 80% consumió alcohol mientras duró el aislamiento y que el 30% lo hizo en soledad. El diálogo entre padres e hijos es clave en la prevención de las adicciones.

Sábado a la noche sin bares ni boliches abiertos. No hay nadie en la calle. En sus casas, muchos adolescentes y jóvenes añoran poder salir hasta la madrugada, bailar y divertirse. La respuesta lógica de esta situación sería que, como desde hace un año que pasan mucho tiempo más encerrados, debería haber bajado el consumo de alcohol y de otras drogas en este grupo etario. Sin embargo, hay estudios que han demostrado lo contrario. Al parecer, no eran tan bebedores sociales como se creía.

Apenas comenzó el aislamiento social por covid-19 el año pasado, los memes y las fotos en las redes sociales aparecieron como la posibilidad de asomarse a lo que estaba pasando puertas adentro de las casas. Las imágenes de personas bebiendo alcohol no sorprendieron a nadie, a tal punto que los humoristas hablaron de la “Chupandemia”.

Meses después, aquello que parecía una broma se confirmó como un problema: los servicios de asistencia a las adicciones empezaron a recibir cada vez más consultas. En Tucumán, un estudio realizado entre jóvenes de cinco localidades en el último semestre de 2020 mostró datos sorprendentes: cerca del 90% de los consultados admitió haber consumido alcohol alguna vez en su vida, y el 80% bebe actualmente. La edad de inicio para empezar a ingerir bebidas alcohólicas es entre los 15 y los 17 años.

El trabajo “Los jóvenes y sus prácticas de consumo” se realizó entre más 1.000 residentes en los municipios de Tafí Viejo, Lules, Monteros, Bella Vista y Banda del Río Salí. Fue una encuesta que hizo la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones, a través del Observatorio Provincial de Drogas, y en coordinación con la Dirección de Juventud, bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia.

Carolina Caillou, a cargo del Observatorio de Drogas, aclaró que, aunque se trata de una pequeña muestra y que no se puede generalizar, el estudio sirve para ver qué está pasando entre los jóvenes en el contexto de la pandemia.

Según la encuesta, después del alcohol, lo que más atrae a los jóvenes es el tabaco y en tercer lugar la marihuana, una realidad que ya ha sido demostrada en diferentes estudios a nivel nacional, señala Caillou, que es psicóloga y especialista en epidemología.

Del total de encuestados, el 73% reveló que fuma. Cuando les preguntaron si alguna vez habían consumido sustancias psicoactivas, el 58% respondió que sí. De esa porción de jóvenes, casi la mitad contó que fuma marihuana; el 13%, psicofármacos; y el 3%, pasta base, entre otras drogas.

No hay que perder de vista, según Caillou, el perfil de los entrevistados. Tienen entre 15 y 30 años, la mayoría no reside en barrios vulnerables y presenta un nivel de instrucción medio: el 70% completó o cursa el secundario. Cuando les consultaron si estaban en alguna actividad económica, el 60% respondió afirmativamente.

“Es evidente que la pandemia influyó en las prácticas de consumo de sustancias. Es alto el porcentaje de jóvenes que manifiesta consumir en su casa. Otro dato sorprendente surgió cuando les consultamos con quién consumían: el 35% dijo que lo hacía en soledad, mientras que el 60%, con amigos”, indicó. Esto deja en evidencia, a criterio de la experta, que ya no es una práctica tan social como se creía. Una situación que bien podría haber llegado para quedarse. O no. El tiempo lo dirá.

En cuanto al acceso a los servicios de salud, la gran mayoría de los encuestados reveló que sabe dónde pedir ayuda si considera que su consumo de sustancias es problemático. Hasta el momento de la encuesta, ninguno lo había hecho.

Caillou contó que el próximo estudio se hará entre jóvenes de los Valles Calchaquíes. La profesional destacó la importancia de tener encuestas que muestren si aumenta o no el consumo de sustancias y si hay nuevas prácticas. Estas investigaciones permiten diseñar estrategias más puntales de prevención, resaltó Matías Tolosa, secretario de Prevención y Asistencia de Adicciones.

En todo el país, las consultas por problemáticas de consumo de sustancias crecieron el 40% en el último año, según midieron los 508 centros de salud que conforman la red de atención que depende de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar).

“En el aislamiento, el problema se presenta cuando uno deposita la angustia en el consumo”, expresó la titular de Sedronar, Gabriela Torres. Esta situación es algo que también se notó en Tucumán gracias a un sondeo realizado entre los pacientes que concurren a los distintos centros de atención primaria de las adicciones. En total, hay seis Cepla: funcionan en los barrios El Bosque, Costanera, 143 Viviendas, Villa Luján, Villa Angelina y Villa Alem.

Asimismo, luego de la cuarentena más estricta, hubo muchas consultas en los centros de escucha móvil, apuntó Tolosa. “El tiempo de aislamiento nos afectó a todos de distintas formas. Aparecieron la angustia, la ansiedad, la incertidumbre. Cambió el sueño, la alimentación de las personas, el humor, entre otras cosas. Como ocurrió a nivel mundial, en nuestra provincia se vio un incremento en el uso de sustancias que atravesó casi todos los sectores”, explicó.

El consumo de drogas, señala el profesional, siempre es la cara visible de un malestar más profundo. Aunque hay distintos tipos de usos y abusos de sustancias, se torna problemático cuando esta situación se vuelve el centro de la vida de una persona. Por eso, los tratamientos apuntan a que las drogas se corran de ese lugar central para dar espacio a actividades saludables, especifica. “En nuestras tareas de prevención, apuntamos a que los padres e hijos recuperen el diálogo. Eso es esencial”, señaló. Asimismo, Tolosa piensa que el camino es seguir construyendo una nueva mirada sobre el consumidor de drogas.

“La persona que consume es un sujeto de derecho. Se trata de una enfermedad y ese paciente debe recibir la atención adecuada. No es un delincuente. Tampoco todos son adictos. Debemos derrumbar mitos y quitar el estigma que hay sobre quienes usan sustancias porque hoy esa situación significa una barrera. Hay que generar más oportunidades, inclusión y acceso a los tratamientos”, concluyó.

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