24 Mayo 2021
En medio de la elevada cifra de contagios y de muertos por covid-19, el empleo del barbijo es esencial para evitar contaminarse con el virus y perjudicar al prójimo. Los hay de distintos colores, tamaño, calidad y eficacia. Entre los que brindan mayor protección es el Atom-Protect, ideado por investigadores y científicos del Conicet. Se fabrica únicamente en Buenos Aires y se lo puede adquirir por internet, pero también existe la posibilidad que conseguirse en farmacias que hayan adquirido el producto por la web, como sucede con algunas tucumanas.
“El último barbijo es el Black, un producto que puede tener hasta 15 lavados y se utiliza las veces que la persona lo considere necesario, pero lo máximo que tiene un uso de hasta 15 lavados. La demanda es altísima por la calidad del producto, la función que tiene en la protección: contiene partículas e iones que cumplen la función de protección mayor contra el virus. Es un barbijo de tipo social”, afirmó Jessica, de Atom Protect.
A través de la página oficial se lo puede adquirir. “También tenemos barbijos de 6 a 9 años y de 10 a 12, son de diferentes tamaños, por supuesto. El Black cuesta $549, el pack es por 10 unidades, es decir que el costo es de $5.490; los que sí pueden adquirirse por unidad son el de los niños (el de 6 a 9, está a $449) y el de 10 a 12, al mismo precio. Al estar avalado por el Conicet, le da una seguridad al producto; se están realizando envíos a todo el país”, explicó Jessica.
Trabajo conjunto
El barbijo surgió del trabajo conjunto entre el Conicet, la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de San Martín, con el apoyo de la PYME textil Kovi. El grupo desarrollador estuvo integrado por Silvia Goyanes, Roberto Candal, Ana María Llois y Griselda Polla. “El proyecto surgió el año pasado a principios de la pandemia, en marzo. Se armó un grupo que empezó a trabajar en otro proyecto para desarrollar, no barbijos, si no máscaras porque en ese momento, los hospitales no tenían máscaras médicas. No había elementos de protección y se venía la pandemia que ya había empezado en Europa”, contó Ana María Llois, investigadora del Conicet y directora de la Unidad Ejecutora Instituto de Nanociencia y Nanotecnología.
Surgió entonces una convocatoria sobre covid-19 y el grupo hizo un proyecto de incorporar activos y polímeros a telas. “Las telas para barbijos quirúrgicos no deben ser tejidas, es una normativa. “Preparamos un proyecto en el que se incorporaban activos a telas no tejidas para usar máscaras y a fines de marzo, el plazo vencía el 10 de abril la presentación. Apareció el dueño de Kovi, que había sido derivado por Conicet; es una empresa dedicada a la fabricación de toallas y quería hacer barbijos con algún aditamento. El grupo desarrolló una técnica para introducir activos en telas tejidas de algodón poliéster, de tal manera, que fuera un procedimiento factible de hacer en una empresa textil sin tener que incurrir en grandes gastos. El barbijo original tiene dos capas de tela tejida por encima de la exterior, que tiene una capa semi impermeabilizante que identifica la entrada de gotículas. La tela interior que está cerca de la cara, es verde y tiene activos fungicidas. Después se le introdujo al barbijo original, el Atom Protect, una tela intermedia no tejida entre la externa y la interna, que filtra el 99,9% de las gotículas salinas”, señaló Llois.
La esperanza
Acerca de cómo ve la pandemia en proyección al futuro inmediato, Llois dijo: “después de algunos meses cuando la población esté vacunada en una gran proporción y siga cumpliendo con los protocolos de cuidado, porque si no se cumplen no vamos a ningún lado, la esperanza es que, en la segunda parte del año, ahí se termine, pero claro es una carrera contra la mutación del virus. El mensaje también es: aunque la gente se vacune tiene que seguir usando barbijo, las cepas se actualizan, son más contagiosas y tal vez no hay mucha conciencia de cuidarse”.
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