¿Y qué pasaba en Tucumán? Historias de por aquí (y de allá)

Por Gabriela Paula Lupiañez - Doctora en Ciencias Sociales y Magister en Historia Contemporánea.

23 Mayo 2021

Todos sabemos que pasó el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires. Pero no tenemos tan claro qué pasaba en nuestra patria chica, Tucumán, por esos tiempos. ¿Cuáles eran los miedos y las esperanzas de los tucumanos ante las noticias llegadas de Buenos Aires? Si bien hemos aprendido que esa fecha fue el inicio de una revolución que nos llevó a la independencia, la gente de la época no tuvo necesariamente claridad ni estuvo de acuerdo respecto de qué hacer y cómo hacerlo porque se trataba de una situación insólita.

¿Qué era lo insólito? Fernando VII había sido apresado por Napoleón Bonaparte en 1808. Así la monarquía hispana a la que habían sido leales los “americanos españoles” (luego llamados “criollos”), se había quedado sin rey. Esta situación hacía difícil mantener la unidad en los territorios de la monarquía hispana.

Entonces, ¿qué hacer? Al comienzo, entre 1808 y 1810, los americanos españoles decidieron reconocer a las autoridades que gobernaron desde España en nombre del rey: la Junta Suprema Central. Ésta fue la que designó a Baltazar Hidalgo de Cisneros como virrey del Río de la Plata. Sin embargo, en mayo de 1810 la noticia de que prácticamente toda península ibérica estaba bajo el poder de los franceses sirvió para que en el Rio de la Plata y otras regiones americanas, se tomaran decisiones impensadas hasta el momento. El 22 de mayo de 1810 los más relevantes habitantes de Buenos Aires acordaron que el poder del rey, ante su ausencia, seria tutelado por las ciudades del virreinato mientras el rey estuviera ausente. Producto de esta decisión se formó la primera junta de gobierno el 25 de mayo de 1810. El desafío para este gobierno provisorio fue, entonces, lograr el reconocimiento del resto de las ciudades del virreinato.

En Tucumán, al parecer, la situación no fue tan sencilla de resolver como pudiéramos creer. Inicialmente, Tucumán evitó definiciones apelando a su condición de ciudad subordinada y delegando la decisión en la capital de la intendencia de Salta del Tucumán a la que pertenecía, Salta. Ésta reconoció al gobierno provisorio creado en Buenos Aires. Entonces, el 25 de junio una “cabildo abierto” -reunión para tratar asuntos fuera de lo común- debió tratar la situación en Tucumán. Los presentes eran los más notorios representantes de la elite local compuesta por religiosos, militares y comerciantes más prósperos. Si la población total tucumana era aproximadamente de 20000 personas entre la ciudad y el campo, el 25 de junio los reunidos para decidir el futuro de los tucumanos fueron tan solo 48 personas.

Días antes de esta reunión el cabildo, órgano que regía la vida de la ciudad, emitió una orden que permite pensar que el estado de ánimo de la población local no era necesariamente el de entusiasmo ante las novedades. La orden establecía una multa con una suma importante de dinero a quién siendo citado no participara del cabildo abierto del 25 de junio. La orden fue leída en la plaza para todo el que atravesara ese espacio tan concurrido de la ciudad. Este modo de difusión era clave entre una población mayoritariamente analfabeta cuyo trato era “cara a cara” y en la que no existían periódicos (Apenas alguno que otro llegado desde Buenos Aires).

En el cabildo abierto se debatieron tres alternativas que vale la pena conocer. Una era la de prestar obediencia al nuevo gobierno provisional siguiendo lo decidido en Salta. Como sabemos, fue la decisión que adoptó Tucumán (al igual que el resto de las ciudades de la intendencia). Años más tarde, el comerciante “español peninsular” Salvador Alberdi, padre de Juan Bautista, recordaba que más de la mitad de los reunidos el 25 de junio había estado en desacuerdo en la unión con el gobierno provisorio creado en Buenos Aires.

¿Cuáles fueron las alternativas desechadas y quiénes las propusieron? La primera fue la propuesta del gobernador intendente de Córdoba de adherir a las nuevas autoridades españolas en la península ibérica indicando que la guerra contra el francés se había tornado favorable para los españoles. La segunda alternativa desechada fue la de Nicolás Valerio Laguna. LA propuesta del tucumano implicaba desafiar el orden vigente en la época fuertemente basado en la jerarquía. Sugirió consultar a todos los habitantes de la ciudad y del campo tucumanos para resolver qué hacer frente a la propuesta de Buenos Aires. Además consideraba que a partir de ese momento la relación entre la ciudad subordinada de Tucumán y la capital del virreinato, Buenos Aires debía entenderse como una relación de iguales. Lo interesante de esta propuesta es que este tucumano parecía entender mejor que sus contemporáneos que Vivian un tiempo nuevo donde nuevas relaciones (igualitarias) eran posibles. Sin embargo, el cabildo calificó de “sediciosas” las ideas de Laguna y dejó en claro que no las compartía. También advirtió como peligroso la movilización de población rural tras los dichos de Laguna.

Además de adhesión, el gobierno provisional instalado en Buenos Aires solicitó el envió de un representante por cada ciudad con cabildo. ¿Qué resolvió Tucumán al respecto? Esa es “otra historia” sobre qué pasaba en Tucumán. Sin embargo, de lo dicho hasta aquí podemos reconocer no existía un camino previamente demarcado para recorrer. Ninguna de las decisiones tomadas en la época tuvo asegurado el consenso ni el éxito por adelantado. De modo que frente a las certezas transmitidas por las conmemoraciones patrias, hubo mucha mucho. incertidumbre entre los protagonistas de la época.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios