La Milagrosa no recupera la calma por dos crímenes

La Milagrosa no recupera la calma por dos crímenes

Con apenas tres horas de diferencia, y pocas cuadras, asesinaron a José Vildoza y a Franco Molina en el barrio de Banda del Río Salí.

DOLOR. Griselda del Valle Molina sostiene que su sobrino Franco Molina no estaba armado cuando otro joven le quitó la vida de un disparo.   DOLOR. Griselda del Valle Molina sostiene que su sobrino Franco Molina no estaba armado cuando otro joven le quitó la vida de un disparo. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO

“Se venían escapando de dos tipos que quisieron robarles la moto. Encontraron a un grupo de personas en la calle, que en vez de auxiliarlos, los tiraron de la moto y luego le dispararon a José. A mi marido le perdonaron la vida. No entendemos por qué pasó esto. Creemos que lo confundieron con alguien porque después nos enteramos de que horas antes había habido otro crimen en ese barrio”, contó Florencia Ibarra durante el velorio de su sobrino José Gabriel Vildoza, de 17 años, en una vivienda de San Cayetano. El adolescente fue acribillado de tres disparos; dos en la cabeza y uno en el pecho.

En el barrio 3 de Octubre, de San Cayetano, los allegados estaban desconcertados por el final que tuvo el estudiante, que era el mayor de cuatro hermanos.

Cristian Ibarra contó que junto con su sobrino, su cuñado Juan Carlos Faciano y otros familiares, atendían una gomería en el barrio La Milagrosa, de Banda del Río Salí. Por ser domingo, cerraron el negocio a la tarde y se quedaron a compartir unas cervezas. Cerca de las 20, según cuenta Ibarra, Vildoza y Faciano salieron en una moto Yamaha YBR a comprar cigarrillos. “Nunca volvieron. Estábamos en la gomería, llamaron a mi tío para decirle que a José le habían disparado. Juan Carlos sólo recibió un golpe en la boca”, dijo el hombre.

Pidieron ayuda

“Lo que sabemos es que una moto los empezó a perseguir para robarles. Ellos pudieron escapar metiéndose por calles que no conocían, hasta que se cruzaron con un grupo de personas. Todos tenemos motos, muchas veces han tratado de asaltarnos porque el robo de estos vehículos es una cosa de todos los días. Lo que cualquier motociclista hace en un caso así es intentar refugiarse en algún local, o con los vecinos que estén en la calle. Estas personas, que estaban reunidas bajo un árbol de mora, en vez de ayudarlos los derribaron”, explicó angustiada Florencia, que dijo que Faciano, su marido, seguía ‘shockeado’ y no estaba en condiciones de hablar con LA GACETA.

Agravios

Faciano no había podido recordar el resto de la historia, según indicó su esposa. La mujer describió que el testigo aún no podía explicar cómo pudo escapar del ataque tras caer del rodado. Ni por qué el asesino les había apuntado a ambos pero sólo había abierto fuego contra el menor. “Aparentemente los que querían robar el vehículo dieron media vuelta y escaparon, porque a nuestra moto no se la llevaron al final”, argumentó Ibarra.

La mujer entonces hizo otra denuncia: “Mi marido está en una crisis nerviosa desde anoche (el domingo). La Policía se portó de terror con nosotros, lo torturaron, querían que se inculpara por este hecho. Él contó cómo lo atacaron, dijo que se acuerda de la cara de uno de los agresores, pero estaba en shock y no le creyeron. Me dijo que lo amenazaron diciéndole que le esperarían 25 años de cárcel si no decía la verdad. Cuando fui a buscarlo la comisaría lo tenían desnudo en el fondo”.

Hasta el momento, la Unidad Fiscal de Homicidios II, a cargo de Carlos Sale, no descarta ninguna hipótesis y seguía en busca de los agresores. Según los primeros datos recabados, los motociclistas fueron agredidos en la esquina de Nicolás Laguna y la salida al río. Faciano habría seguido en la moto junto a su sobrino hasta las cercanías de un templo, donde el menor se desplomó del rodado y falleció.

El otro hecho

El domingo a las 17, tres horas antes de que asesinaran a Vildoza, hubo otro crimen en La Milagrosa. Según la investigación fiscal, la muerte de Franco Maximiliano Molina, de 24 años, podría haberse dado durante un enfrentamiento. El joven fue abatido en Domingo García al 700 cuando intentaba guarecerse en la casa de un vecino. Si bien su familia niega que la víctima hubiese estado armada, la teoría del enfrentamiento surgió porque el acusado del crimen, Raúl Ezequiel “Kiwi” Juárez, fue aprehendido cuando llegó al hospital Padilla con un disparo en la pierna.

“Él se fue con mi hijo a ver las carreras cuadreras en el río. Siempre que iban lo hacían con miedo porque ‘Kiwi’ maneja armas y les tenía bronca desde que nosotros lo denunciamos”, contó Griselda del Valle Molina, tía de la víctima. “’Kiwi’ lo vio, remontó un arma y le pegó en la cintura. Quería matarlo ahí pero un vecino ayudó a mi sobrino. Lo llevaron al CAPS donde no pudieron salvarlo. Tristemente el destino quiso mi sobrino se cruce a este ‘machao’”, lamentó la mujer durante el velorio en La Milagrosa. Al acusado ya le dictaron la prisión preventiva.

Captura: “NegrÍn” está acusado de matar a un joven y de herir a otros dos

En diciembre de 2019 José Waldo “Negrín” Argañaraz fue acusado de haber cometido un homicidio en el barrio Juan Pablo II (“El Sifón”) y de haber herido a otras dos personas.
Según la acusación, el sospechoso junto con un tal “Ponja” Acevedo (fue detenido a los pocos días) fueron en horas de la madrugada hasta la esquina de Colombia y pasaje sin nombre y abrieron fuego contra un grupo de jóvenes que se encontraba en ese lugar. Producto de la balacera, Mauro Emanuel Herrera, de 28 años, falleció tras recibir un proyectil en la nuca. También resultó herida una joven de 30 años en su pierna y otro joven de 24 en su mano derecha.
Desde ese día y hasta este martes “Negrín” vivió en la clandestinidad. Sobre él pesaba la orden de captura por los delitos de homicidios, tentativa de homicidio y lesiones con armas de fuego. Tras varios meses de investigación, la división policial de Búsqueda y Captura de Prófugos localizó a Argañaraz en uno de sus escondites, cerca de Thames y pasaje Julio Corso. Los hombres, al mando de los comisarios Daniel Brito y de Jorge Dib, atraparon al prófugo, que intentó sin éxito resistirse al arresto con la ayuda de algunos allegados.

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