Imágenes que duelen: desconsuelo, gritos y pedido de justicia por el femicidio de Gabriela Juárez

Imágenes que duelen: desconsuelo, gritos y pedido de justicia por el femicidio de Gabriela Juárez

La mujer fue asesinada de un tiro en la cabeza en su casa de Banda del Río Salí. El acusado de un femicidio dijo que su hijo de tres años disparó el arma.

LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ

“No se la lleven, no se lleven a mi hermana”, gritaba una mujer que, desconsolada, corría tras el camión de bomberos que trasladaba el cuerpo de Gabriela Daiana Juárez a la morgue para que le practicaran la autopsia. Desesperada, la mujer fue alcanzada por algunos de sus familiares que la contuvieron y se derrumbaron sobre el camino de tierra. Nadie podía aceptar el final que había tenido la joven de 23 años.

Ayer a las 12.30 el estruendo de un pistolón alteró la paz del barrio 23 de Agosto, de Banda del Río Salí. El ruido provenía de la casa donde Juárez convivía con su pareja, Braian Yoel Ignacio, de 22 años, y con dos hijos. Los testigos dijeron que tras escuchar el tiro vieron al joven salir corriendo junto con los dos menores. La víctima, que estaba embarazada, murió de un disparo en la cabeza.

Efectivos de esa comisaría junto a la División Homicidios de la Policía, al mando de los comisarios Diego Bernachi, Juana Estequiño y Jorge Dib localizaron al sospechoso a las pocas horas y lo aprehendieron. “Yo no fui, a la criatura se le escapó el disparo”, habría argumentado al momento de su detención mientras señalaba a un niño de tres años. La Unidad Fiscal de Homicidios II, al mando de Carlos Sale, además de capturar a Ignacio, dio intervención a la Defensoría de Menores y pedirá estudios para detectar restos de pólvora y una cámara Gesell para los hijos de Juárez. En la escena el auxiliar Alejandro López Islas coordinó las tareas investigativas; el fiscal le pidió que ahonde ambas líneas investigativas.

EN BARRIO 23 DE AGOSTO. Vecinos y familiares acompañaron en el dolor a las hermanas de la víctima. EN BARRIO 23 DE AGOSTO. Vecinos y familiares acompañaron en el dolor a las hermanas de la víctima. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ

En el humilde vecindario que se erige al costado de la ruta 9, entre una distribuidora de lácteos y una estación de servicio, los vecinos y familiares de Daiana no creen viable la versión que dio Ignacio. “La criatura no puede ni levantar un arma grande. Es imposible y se comprobará con las pericias. Él fue el que vino y le disparó en la sien mientras Daiana estaba acostada. Los vecinos los escucharon pelear antes del crimen”, dijo Natalí Zelaya, una tía de la víctima que se considera su hermana porque crecieron juntas.

“Siempre se peleaban, era una relación tormentosa. Él le pegaba feo, hasta con las armas la golpeaba. Le gatilló varias veces antes de esto. Se hacía el pesado con las armas. Nosotros le decíamos a Daiana que lo dejara pero no nos escuchaba, ella era feliz con él”, agregó la mujer, que desconoce si alguna vez la víctima denunció a su agresor. Los forenses detectaron lesiones en la víctima.

Ignacio ya tuvo problemas con la Justicia anteriormente. En su prontuario, según informaron fuentes de la investigación constan dos causas por tentativa de homicidio. Además, los testigos le indicaron a los investigadores que el acusado del femicidio comercializaba droga en el barrio y que era una persona violenta que solía efectuar disparos. Además, en una vivienda vinculada con el sospechoso, se encontró una gruta de San La Muerte, una creencia pagana que, según las fuentes, es muy adorada por personas que tienen conflicto con la ley.

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