Una guía para usar cuando nos sentimos perdidos

Una guía para usar cuando nos sentimos perdidos

Se cumplen 54 años del primer by-pass de arterias coronarias, que René Favaloro practicó en EEUU. Es un momento ideal para acudir a lo más profundo de su legado.

09 Mayo 2021

El 9 de mayo de 1967, hace hoy 54 años, René Favaloro practicaba en Estados Unidos la primera operación de by-pass de arterias coronarias. Fue un impacto mundial, que enfocó los spots de la comunidad médica sobre la Cleveland Clinic (en el Estado de Ohio) e hizo de ese joven cirujano argentino -de 43 años al momento de la operación- un referente al que todos quisieron conocer. El procedimiento, perfeccionado con el correr de los meses, fue publicado por Favaloro en abril de 1968 y de inmediato contó con el respaldo de los más prestigiosos cardiólogos estadounidenses. Fue un hito en la historia de la ciencia, protagonizado por un argentino al que volvemos una y otra vez cuando nos sentimos sedientos de ejemplos, de conductas y de valores que merecen imitarse.

La efeméride coincide con la triste noticia del fallecimiento de Pablo Calvo, víctima de la pandemia. Calvo escribió “La muerte de Favaloro”, un trabajo de investigación -de los muchos y muy buenos que desarrolló a lo largo de tres décadas de labor periodística- en el que desentraña los cómo y los por qué de la trágica decisión que tomó Favaloro el 29 de julio de 2000, cuando se quitó la vida. En el libro vio la luz, por primera vez, la carta que Favaloro le había escrito al entonces presidente Fernando de la Rúa, un dramático pedido de auxilio que terminó resonando en el vacío.

La carta dice: “Estimado Fernando: te escribo estas líneas porque nuestra Fundación está al borde de la quiebra. Te imaginarás cómo me siento después de 30 años dedicados por completo a la medicina y a mi país (...).  No tengo conexiones con el empresariado argentino (...). Te escribo desde la desesperación. Nunca en mi vida estuve tan deprimido. Con el afecto de siempre. René Favaloro”. Cuenta Calvo que el Presidente la leyó cuando era tarde; cuando el país hablaba del conmovedor desenlace de una historia que, claramente, merecía otra clase de epílogo.

Demasiado lejos había quedado aquella operación revolucionaria que Favaloro narró en su autobiografía (“De La Pampa a Estados Unidos”). Tan lejos como la determinación que lo hizo regresar a la Argentina, convencido de que aquí debía forjar su destino, renunciando a un contrato multimillonario y a la perspectiva de un trayecto pavimentado hacia el Premio Nobel. ¿Por qué lo hizo? Leyendo otro de sus ensayos autobiográficos (“Recuerdos de un médico rural”) están clarísimas las respuestas.

Jugarse por la Argentina suena muy bien desde el enunciado; en la práctica es otra cosa. En el caso de Favaloro, el país retribuyó ese sacrificio con una indiferencia tan profunda que terminó empujándolo al suicidio. Es una clase de dolor tan difícil de describir que alcanza y sobra con el puñado de líneas, genuinas y sinceras, que un hombre acorralado le envía al Presidente de la Nación suplicando la ayuda que nunca llegará.

Así como resulta imprescindible subrayar lo lamentable del desenlace, en este aniversario de un momento clave en la vida de René Favaloro vale acudir a lo más luminoso de su legado. A los mandamientos que siempre sirven para actuar en momentos de crisis, cuando jugarse por la Argentina es un compromiso de todos los días.

- Honestidad.

- Evitar los prejuicios propios y ajenos.

- Actuar con libre albedrío.

- Jamás renunciar a los principios éticos.

- Sacrificar lo individual en beneficio de lo colectivo. Reemplazar el yo por el nosotros.

- Sacrificarlo todo en aras de la verdad.

- Aprender todos los días.

- Trabajar en equipo, con pasión y sacrificio.

Son los principios sobre los que Favaloro construyó su Fundación, y que cierran con este mensaje: “el único premio verdadero es el que proviene del placer espiritual, limpio y sereno del deber cumplido”.

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