Rugby: “Súper Coria”, en historias

Rugby: “Súper Coria”, en historias

El recuerdo de Julio Coria perdurará en muchas de las anécdotas que se cuentan sobre él.

TRES GRANDES. CORIA (derecha) junto a Sauze y Perico Merlo TRES GRANDES. CORIA (derecha) junto a Sauze y Perico Merlo
06 Mayo 2021

Martín Terán

El día en que Coria se cruzó con Navarro Montoya

Sin dudas, una de las anécdotas más recordadas de Julio Coria fue cuando se cruzó con el “Mono” Carlos Navarro Montoya en un viaje en avión en el que coincidieron el plantel “naranja” con el de Boca. Así lo contó Martín Terán en el programa “La Otra Pregunta”: “Boca venía mal y Julio empezó a hacer bromas por el altavoz del avión. Y cuando bajamos del avión, Navarro Montoya me quiso pegar a mí. No sé, supongo que me habrá visto chiquito. Julio saltó a protegerme y le tiró la bronca, y ahí se metieron todos. Se armó un lío bárbaro adentro del colectivito ese que te busca cuando te bajás del avión”.

Manuel Galindo

Corazón de sobra, pero no para malgastarlo

El ex entrenador de los “Naranjas” Manuel Galindo recuerda un curioso episodio en un parque de diversiones durante una gira del seleccionado tucumano por Australia: “Nos subimos a una montaña rusa, y como teníamos pase libre, cuando bajamos le dije que nos subiéramos a otra. Y me contestó: ‘No Manolo, yo no gasto corazón al vicio. Con esto ya fue suficiente’. Y de su bravura hay mil ejemplos. Es que enfrentamos a muchos equipos que en los papeles eran muy superiores, pero a Julio eso le daba igual, siempre iba para adelante”.

Juan Luis Aráoz

El dilema de la camisa con el nudo imposible

Juan Luis Aráoz, ex compañero de Julio Coria en Natación, rescata una de las tantas bromas del pilar: “en viaje a Mendoza para jugar un cuadrangular me tocó compartir habitación con él y Carlos Villavicencio. A la noche teníamos una recepción en el club Liceo, y yo tenía pensado ponerme una camisa celeste que me había regalado mi novia. Cuando salgo de bañarme y me la quiero poner, la encuentro con un nudo hecho en la manga. Estaba tan apretado que era una pelotita, imposible de desatar. Le reclamo y me dice ‘si te estoy haciendo un favor, esa camisa te queda mal, mejor ponete esta’, y me da una de color rojo, espantosa. Como yo no tenía otra, tuve que ir con una de él. Por supuesto, me quedaba enorme. Pero bueno, era difícil enojarse con él, porque siempre te hacía reír”.

Javier Martínez

Julio, el que todo lo solucionaba con una pinza

Se dice que Julio Coria siempre llevaba herramientas en su bolso deportivo por cualquier eventualidad. Javier Martínez, compañero suyo en esa histórica primera línea de Natación que se completaba con Omar Hasán, testifica que así era. “Julio siempre se las ingeniaba para solucionar cosas. Si se rompía algo, él se daba maña para arreglarlo. Siempre llevaba una pinza en el bolso con la que te ajustaba todo, hasta los tapones de los botines. Y en una gira que hicimos por Europa, nos subimos a un colectivo que nos llevaba por diferentes puntos de Inglaterra. Había una máquina para tomar café, con galletitas, todo. Cuando nos bajamos, el chofer empezó a hacer escándalo y nadie entendía lo que hablaba. Resultó que lo que se consumía había que pagarlo y nadie había puesto una moneda en el platito donde se dejaba el dinero. Así que el tipo se enojó y guardó la máquina en un compartimento con llave. No sé cómo hizo Julio, creo que usó la pinza, pero sin que el chofer se diera cuenta abrió el compartimento, sacó la máquina, la conectó y preparó todo, hasta los vasitos. Y nos dijo ‘changos, tomen todo lo que quieran’. Por supuesto, cuando llegamos el chofer se manejó otro escándalo, pero ahí ya pusimos la plata para pagarle todo lo que habíamos consumido.

 la gaceta / archivo la gaceta / archivo

Julio, el que hasta sabía poner inyecciones

En esa actitud de brindar siempre una solución, Martínez cuenta que Coria se ofreció a ponerle una inyección a un compañero lesionado. “Julio le dijo que sabía, pero le clavó la jeringa y lo dejó un rato ahí tirado mientras se ponía a conversar con otro. Después volvió porque el tipo había quedado con la aguja clavada en la nalga, y le tiró de golpe el líquido. Era de esas que dolían un montón ja ja”.

Cambio de edad, pero también de altura

De los años de seleccionado también rescata la broma de mentir la edad para no quedar como el más viejo del equipo en las revistas que se repartían en ocasión de los tests internacionales. “En esas revistas salían los datos de los jugadores, y como Julio mentía la edad, ‘La Cata’ (Eduardo) García Hamilton quedaba como el más viejo de todos y lo gastábamos con eso. También a veces se ponía en puntas de pie en las fotos para quedar como uno de los más altos”.

Carlos Villavicencio

La broma de Hasán y la venganza de Coria

A Carlos Villavicencio le sobraban motivos para guardarle cariño a Julio Coria. “Jugamos 12 años juntos. Fue mi padrino de bodas porque él y su señora nos presentaron a mi señora y a mí. Íbmos juntos de vacaciones a Río de Janeiro. Un tipazo muy querible, y dentro de la cancha un león. Te hacía sentir muy seguro”, lo recuerda. Por supuesto, también atesora algunas anécdotas, como aquella que involucra a Omar Hasán: “en una gira por Europa en el 93, Julio estaba jugando a las cartas en su habitación y entró Omar, apagó la luz y mezcló todas las cartas. Julio se rió, pero después fue a la pieza de Omar, buscó su bolso con toda la ropa y se la tiró por la ventana. Estábamos en Francia, pero el hotel justo daba a la frontera con España, así que la ropa de Omar fue a parar a otro país”.

Julio Williams

Servicio de liturgia diario por WhatsApp

“Jamás conocí a alguien con un corazón tan grande como ‘Súper Coria’. Durante años me mandó el evangelio a las 6 de la mañana, y yo siempre le respondía: ‘tarde, ya me lo manda mi mamá’, y él me respondía ‘es que yo le envío primero a ella’, ja ja. Lo voy a extrañar mucho. Más de 40 años jugando juntos, primero con la Naranja y después con Old Virgins”, contó Willams.

Gracias a Coria pudieron llegar a Rosario

“Yo me había comprado un auto nuevo, en el que íbamos con él y algunos más a Rosario para jugar un partido con Provincias Argentinas. El tema es que pasando Las Termas empieza a fallar el auto y nos deja tirados. No sabíamos qué hacer. Y Julio me dice que le abriera el baúl. Baja el bolso y ¡saca una caja de herramientas! No lo podía creer. Si me decías que llevaba una pinza para ajustar los tapones, bueno, pero que llevara una caja de herramientas era una cosa de locos. Me dice ‘lo que pasa es que yo soy forward, no cascote’ (”Cascote” era un apodo de Williams). ‘Además, estos autos alemanes siempre se quedan’. Le metió mano al distribuidor y el auto arrancó. Compramos una bobina en Las Termas y así llegamos a Rosario”.


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