“Dirty talk”: consejos para hablar sucio en la cama sin correr riesgos

“Dirty talk”: consejos para hablar sucio en la cama sin correr riesgos

Las palabras subidas de tono pueden mejorar la experiencia sexual si sabemos usarlas bien. Tips y advertencias para que nadie se sienta agredido.

ATENCIÓN. Sin un acuerdo previo o consenso, las palabras subidas de tono pueden afectar al disfrute e incluso generar incomodidad y rechazo. ATENCIÓN. Sin un acuerdo previo o consenso, las palabras subidas de tono pueden afectar al disfrute e incluso generar incomodidad y rechazo.

“Guarangada. /sustantivo femenino, coloquial/. Dicho o hecho grosero, propio de una persona maleducada o sin etiqueta”.

El libre ejercicio de la sexualidad ha demostrado que cualquiera de nosotros podemos pasar de ser caballeros o ladies en la vida diaria a atrevidos payadores en la intimidad. ¿Alguna vez probaste en hablarle sucio a tu pareja?

“Disfrutar del sexo con los cinco sentidos implica también prestar atención a las palabras que decimos antes, durante y después del sexo. Si se usan bien, los estímulos auditivos aumentan la excitación y mejoran el desempeño erótico, pero a muchos les dan miedo porque creen que al decir frases subidas de tono van a sonar ridículos”, explica la sexóloga Constanza Escalante.

Si sacamos los sueños de porno star y los insulsos “ohh, dame más”, “que rico...”, provocar a alguien con un lenguaje XXX no es tan fácil. Al contrario, el dirty talk tiene sus propios límites para evitar sonar agresivos o cruzar la línea hacia el maltrato verbal.

“Antes de sumar este juego a la rutina sexual es necesario establecer un consenso. El consentimiento previo entre ambos es fundamental porque si no los diálogos obscenos pueden deserotizarnos y convencernos de que nos faltaron el respeto”, comenta la sexóloga Mónica Guchea.

Los pasos para lograr el equilibrio se resumen en “ir de menos a más”. Al principio, podemos usar propuestas sugerentes y nada explícito, sumando susurros o gemidos cerca del oído para potenciar el efecto.

“En los encuentros casuales es lógico que no haya tiempo ni soltura para charlar pausado sobre nuestras preferencias sexuales. Una manera de chequear que vamos bien es medir la respuesta física del amante, los gestos faciales dicen mucho. Eso sí: evitemos crear monólogos extensos, con unas breves frases mientras nos rozamos o cambiamos de posición basta”, agrega Escalante.

Sin someter

La idea es que estas palabras (sin pudor) sirvan como método extra para reafirmar lo bien que la pasamos. Con este propósito, es importante marcar una alerta de género para las expresiones de dominación o posesividad sexual (“sos mía”, “no hagas esto con ningún otro”, “yo soy el único para vos”,“me pertenecés”).

“Es frecuente que las palabras sucias destinadas a las mujeres aludan a la humillación y el sometimiento, mientras a los hombres se los enaltezca por sus atributos o actos. La causa remite a las cosas que aprendimos de la pornografía y la visión falocéntrica del sexo. En estos casos, estamos perpetuando micromachismos y el dirty talk es reprochable (a menos que lo encaremos dentro de dinámicas BDSM o de sumisión acordada)”, reflexiona el terapeuta Gabriel Boschetti.

Sugerencias

Según el rol que deseemos asumir, hay un montón de opciones para incorporar guarradas al dormitorio. Entre ellas, podemos optar por frases descriptivas (“justo ahora voy a...”), súplicas (“no pares”, “por favor, seguí”), instrucciones o algunas preguntas (“¿te gusta esto?”, “¿querés que haga…?”).

“Para quienes sean introvertidos o sufran vergüenza, el punto medio sería utilizar cumplidos. Por ejemplo, al señalarle a nuestra pareja las partes de su cuerpo que nos ponen calientes. Afirmaciones así fomentan la autoestima y mejoran el vínculo afectivo sin caer en vulgaridades”, acota Guchea.

Al margen de la terminología, lo primordial para una buena charla erótica es ser auténticos. “Se nota al instante cuando intentamos copiar palabras ajenas o repetimos como loros algo que escuchamos o nos pidieron decir. Para que la sesión de seducción funcione hay que ser naturales”, afirma Escalante.

Otro truco es reservar el dirty talk para después del coito. Un ejercicio sencillo -en pleno after sex- es mirar a la pareja a los ojos y comentarle (con voz pausada) las cosas y los movimientos que nos gustaron.

¿Da para pasar al siguiente nivel? Una vez que la práctica haya moldeado al maestro, otra alternativa es experimentar con los juegos para desvestirse. El truco es tomar la iniciativa y dar órdenes hot mientras se desnudan.

“Tampoco debemos olvidarnos de la reciprocidad. Las palabras sucias pueden fusionarse con preguntas para constatar la satisfacción ajena -advierte Boschetti-. Por nombrar algunas, es bueno salpicar el sexo de dudas del tipo: ¿necesitás más lubricante? ¿Sos sensible acá? ¿Te gusta? ¿Sigo?”.

Con el sexting, el habla subida de tono encuentra su máxima expresión. Para remediar el bochorno de las insinuaciones demasiado directas, una salida rápida es encarar el dirty talk desde WhatsApp o los inboxes de las redes sociales.

“La distancia temporal que ofrece la virtualidad nos habilita a elaborar y reformular respuestas audaces con mayor calma, sin entrar en el miedo de la inmediatez. Además, podemos animarnos a ensayar oraciones fuertes frente al espejo (desnudos y en soledad) o practicar con la lectura en voz alta de libros de poesía o relatos eróticos”, describe el terapeuta.

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