01 Mayo 2021
La democracia es un sistema político frágil en el que nada se da por hecho. Hay que cuidarla, protegerla y, si hace falta, defenderla de sus enemigos, tanto de los de adentro como de los de afuera. Sin embargo, se diría que hoy la democracia tiene un precio que no todos estarían dispuestos a pagar. Cuando se alega que peligran nuestras libertades, nadie se da por aludido. Pero si algún día feneciera nuestra democracia, conseguida con sangre y lágrimas que aún mojan nuestro querido suelo patrio, se dirá que ha sido porque entre todos la matamos y ella se murió sola. Por mucho que digan algunos de nuestros gobernantes y funcionarios, no parece importarles mucho la desorbitada tasa de desempleo, de pobreza e indigencia, el déficit, la deuda externa, la falta de inversiones, la educación, la salud o las mil oportunidades perdidas por desidia, ignorancia, intereses personales, partidistas o peor, a la postre, lo que se perfila es un todos contra todos, tanto entre oficialismo y oposición, como en el seno de cada uno de ellos, contagiando al pueblo que sufre esta histórica pandemia. Hay que cuidar la democracia porque ninguno sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Pablo José Giunta
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