Tras un año de la pandemia, la desigualdad se ha profundizado entre pobres y ricos

Tras un año de la pandemia, la desigualdad se ha profundizado entre pobres y ricos

Si se comparan las tasas de vacunación por continente se puede ver que las vacunas no se han distribuido en base de la necesidad ni en la búsqueda de la equidad.

Tras un año de la pandemia, la desigualdad se ha profundizado entre pobres y ricos

A principios de 2020 se alzaban voces que afirmaban que la pandemia de coronavirus había llegado para cambiar las reglas de juego, que la balanza de la geopolítica se inclinaría por la solidaridad y que el virus ponía a todos los seres humanos ante el mismo peligro. Un año después, se ha demostrado que esa era una esperanza en vano, que la desigualdad se ha profundizado entre pobres y ricos (personas y países).

Se nota, sobre todo, según vienen remarcando los organismos internacionales como la ONU y su agencia de salud, la OMS en el “nacionalismo de las vacunas”, con países, como Canadá, que acordaron con las farmacéuticas la compra de suficientes dosis como para inmunizar cuatro veces a su población, mientras que otros países dependen casi por completo de la iniciativa Covax, con la que OMS y la alianza Gavi se proponen proveer a los países pobres.

Si se comparan las tasas de vacunación por continente se puede ver que las vacunas no se han distribuido en base de la necesidad ni en la búsqueda de la equidad, sino de acuerdo con el poderío económico de los países.

Las vacunas, un bien preciado en tiempos en que los países cierran sus economías y detienen el tránsito de personas dentro y fuera de sus fronteras, también están en el centro de negociaciones diplomáticas muy delicadas.

El contexto preocupante de millones de personas enfermas y muriendo, con economías al borde del colapso y perspectivas poco alentadoras, ha disparado frenéticas negociaciones entre países y bloques de países, como la Unión Europea, que vetó la exportación de vacunas fuera del bloque, hasta que AstraZeneca cumpla con su compromiso de provisión de suficientes dosis.

Se abre un escenario de frenéticas negociaciones y de una diplomacia basada en la desconfianza profunda, con acusaciones entre los poderosos. De un lado, Estados Unidos y la Unión Europea y del otro, China y Rusia, se ponen al hombro la defensa de laboratorios con base en sus respectivos países.  

Se han administrado casi 900 millones de dosis de las vacunas covid-19 en todo el mundo desde que se iniciaron las campañas de vacunación, hace ya cuatro meses. Hasta hace una semana, se podían contar por varios millones a los vacunados en América del Norte, que ha inoculado a casi el 40% de su población, Europa, al 23%, América del Sur se reparte el 14%, Asia al 8,6% (con países que afrontan una crisis de proporciones catastróficas, como la India), Oceanía al 3,7% y África a poco más del 1%.

En los países con altos ingresos, una de cada cuatro personas recibió la vacuna. En países pobres, una de cada 500, dijo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

El cambio de política respecto de su antecesor que intenta imprimir el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se refleja también en su disposición a compartir vacunas con México, a donde envió 1,5 millones de dosis, y otros países de Latinoamérica.

La semana pasada se supo que la Casa Blanca ya comenzó a debatir qué criterios seguirá para definir a dónde envía las vacunas, a caballo de los pedidos de los representantes demócratas en el Congreso para que Biden aumente la ayuda, dado que tiene stock suficiente. El lunes pasado, funcionarios del gobierno estadounidense anunciaron que pondrán a disposición de otros países hasta 60 millones de dosis de la vacuna AstraZeneca, siempre que los reguladores federales locales consideren que las dosis son seguras, según registró la agencia Reuters.

El colapso de la India, con más de 300.000 infectados por día, los hospitales con faltante de camas y de oxígeno y la capacidad de los crematorios desbordada ante la cantidad de fallecimientos, hace urgente la decisión, pero también genera preocupación entre los políticos estadounidenses, por lo que puede pasar en otros países, más cercanos, como los de Latinoamérica.

"Pido respetuosamente pero enérgicamente a la Administración Biden que libere millones de vacunas como la AstraZeneca en los países más afectados por la propagación de la covid-19, incluidos India, Argentina y potencialmente otros", dijo el congresista de Illinois, Raja Krishnamoorthi en un comunicado.

“En términos de diplomacia de vacunas, Estados Unidos enfrenta una dura competencia de China, que a principios de marzo se comprometió a enviar aproximadamente 500 millones de dosis a más de 45 países. Las vacunas chinas ya se han enviado a varios países de América Latina, incluyendo México, Argentina, Chile y Brasil”, escribe  B. Debusmann, para La Política Online, desde Washington DC.  

Evan Ellis, profesor de Asuntos Latinoamericanos en el Institutos de Estudios Estratégicos del Ejército de Estados Unidos, sostiene que la diplomacia de las vacunas que lleva adelante China forma parte de un esfuerzo más amplio para lograr objetivos geopolíticos y económicos como el establecimiento de redes 5G. Este fue el caso de Brasil, donde en marzo el New York Times informó que China ofreció sus vacunas a cambio de que el gobierno no prohíba que Huawei ayude a construir las redes 5G de Brasil.

En el caso de Estados Unidos, dice Ellis, controlar la pandemia en América Latina ayuda a la administración Biden a enfrentar su propia política exterior y los desafíos de seguridad en el hemisferio, como prevenir la inestabilidad y detener el flujo de migrantes hacia el norte de los EEUU.

Las vacunas salvan cada año millones de vidas. Su función es entrenar y preparar a las defensas naturales del organismo -el sistema inmunológico- para detectar y combatir a los virus y las bacterias seleccionados. Si el cuerpo se ve posteriormente expuesto a estos gérmenes patógenos, estará listo para destruirlos de inmediato, previniendo así la enfermedad.

Hay al menos siete vacunas distintas que los países han empezado a administrar en tres plataformas, con prioridad en todos los casos a las personas vulnerables. Algunos países, como Estados Unidos e Israel, están tan avanzados que ya empezaron a vacunar a su población que no está en el rango “de riesgo”, como los menores de 16 años.

Además, hay más de 200 vacunas experimentales en desarrollo, de las cuales más de 60 están en fase clínica. La finalidad del Mecanismo Copax, que ha puesto en marcha por la OMS y sus asociados CEPI y Gavi, es detener la fase aguda de la pandemia de covid-19, mediante los objetivos de agilizar la búsqueda y el desarrollo de una vacuna segura y eficaz, ayudar a aumentar la capacidad de producción y colaborar con los gobiernos y los fabricantes para garantizar la asignación justa y equitativa de vacunas a todos los países.


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