Érika fue atacada cuando iba a declarar en Tribunales

La víctima le habría avisado a su pareja que la concuñada, a quien había denunciado, la estaba persiguiendo. La acusada aseguró que puede probar que no estuvo en Monteros ese día.

LA ESCENA. Correa fue atacada a golpes cuando caminaba hacia la escuela 81, en un camino rural de Huasa Pampa. Acusan a una concuñada suya. LA ESCENA. Correa fue atacada a golpes cuando caminaba hacia la escuela 81, en un camino rural de Huasa Pampa. Acusan a una concuñada suya. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL

“El miércoles me llamó por celular alrededor de las 11.30 para decirme que en dos ocasiones la había visto a Analía (Costilla) en Monteros. ‘Creo que me anda persiguiendo’, me advirtió. Entonces le dije que avisara a la Policía. Fue el último diálogo que tuve con ella. Después me hablaron para decirme que estaba en el hospital”. Es lo que relató a LA GACETA Gabriel Abregú, pareja de la fallecida Erika Correa (30 años). La joven, madre de dos niños, murió el sábado en el hospital de Monteros, al parecer, a causa de las heridas que recibió en una salvaje agresión ocurrida ese miércoles en un camino vecinal de Huasa Pampa (León Rougés). Iba en una moto de regreso a Monteros y rumbo a la escuela de su hijo mayor, cuando habría sido interceptada al menos por tres personas.

Los parientes de la fallecida no tienen dudas en incriminar a Costilla como una de las autoras del ataque que concluyó con su muerte. Se trata de la concuñada de la víctima y quien desde hace tiempo la habría hostigado por cuestiones que nadie dice conocer a fondo. Además es la mujer que, según Abregú, supuestamente andaba el miércoles pasado siguiendo a Erika.

Costilla, por su parte, aseguró a la Policía que puede acreditar que ese día en que fue agredida su concuñada no estuvo en el departamento Monteros. En principio el hecho está caratulado como “muerte dudosa”.

La Justicia tiene que determinar si fue la golpiza lo que le produjo su deceso o una mala praxis en el hospital de La Madrid, donde fue asistida. Con ese fin, la Unidad de Decisión Temprana del Centro Judicial de Monteros ordenó que se le practicara al cuerpo de Erika una autopsia. Los médicos no se habrían percatado que la mujer tenía serias lesiones en su hígado y sólo la habrían tratado de los golpes que recibió en su cabeza.

“En abril de 2019 Erika la denunció por amenaza y persecución. Y el 15 de febrero último lo hizo por una agresión que sufrió de parte de Costilla en el frente de su casa de Huasa Pampa. Por esta causa, que (también) se tramita en los tribunales de Monteros, la Justicia le impuso una restricción de acercamiento. Además ordenó una custodia policial que no se cumplió nunca”, contó Gisell Casimiro, hermana de la fallecida.

Correa vivía a apenas 50 metros de la casa de Costilla. “Mi hermana fue víctima de la negligencia policial, que nunca hizo nada para frenar a la agresora, y de los médicos que no le dieron la atención adecuada”, sostuvo Gisell. Lo que reforzaría la sospecha de que Erika fue perseguida hasta ser atacada es el hecho de que ese miércoles cambió el camino de retorno a su casa para tomar otro que la conducía a la escuela 81. Al parecer tenía que hacer diligencia ahí. Fue en ese trayecto que la atacaron.

Protesta

El lunes, los parientes y vecinos de la sospechosa protagonizaron una manifestación de repudio frente a su casa. Ante la Policía denunció que la turba intentó agredirla y quemar la vivienda. Dijo que alcanzó a huir por el fondo del inmueble. La Policía la rescató de la zona. Ahora la casa está con una custodia y el paradero de Costilla es desconocido. “Ella estuvo internada hasta el jueves. Ese día fue su cumpleaños. Ella regresó pero seguía con dolores. El sábado a la mañana se fue en un remise porque Gabriel no estaba. Al remisero le dijo que se apurara porque no se sentía bien. No regresó nunca más”, contó María Juárez, suegra de Erika.

Según la mujer, el miércoles la joven salió a pagar el seguro de un rodado de su hijo, pero además debía declarar en los tribunales de Monteros por la causa que le inició a Analía en febrero. “Lo único que esperamos es que la Justicia actúe ante un hecho que pudo ser evitado. El ataque y la muerte. Por cosas que no se hicieron una madre joven dejó dos niños huérfanos y el dolor de todos los que la queríamos”, se lamentó Gisell.

Valle Correa, madre de la víctima, muy dolida apeló a su profunda fe religiosa para darse aliento y expresar que “Erika está con Jesús en los cielos, porque él lo quiso así”.

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