13 Abril 2021
Cada día escucho ese coro diabólico y pagano, un ruido de latigazos y gritos al compás de un caballo agotado, exhausto y desnutrido. Un coro repetido en la mañana, tarde e inclusive a altas horas de la noche. Todos con su vida normal como si nada pasara, un carro más al pasar ¿no? Claro, es que no es tu hijo tirando un carro de chatarra, tu hija arrastrando ladrillos, tu madre arrastrando troncos de árboles. Ahí la situación cambia ¿no? Rogarías a las autoridades, clamarían, moverías mar, cielo y tierra, porque un ser querido tuyo está siendo maltratado, lo sé. Los caballos claman todos los días con su lomo lastimado, sus costillas marcadas y con sus caídas bruscas al no poder seguir de pie. Donde el coro toma más fuerza y el director de orquesta se descontrola. Lo digo entre lágrimas e impotencia. Pido por favor y clamor hablar con una autoridad me dispongo a colaborar y todo a mi alcance para poner fin a esto.
Claudio Figueroa
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