Con el rebrote, también llega la segunda ola de “fake news”

Con el rebrote, también llega la segunda ola de “fake news”

“Restricciones Tucumán”. Seguramente muchos de nosotros tipeamos esta serie de caracteres en nuestros celulares durante los últimos siete días de cara a la segunda ola de coronavirus. Al menos así lo confirma una plataforma de Google que registra tendencias de búsquedas por regiones y según sus datos, el interés de este término creció un 1.000% la última semana.

Esta tendencia propicia un clima especial para la reaparición de nuevas noticias falsas y de hecho, horas antes de que el gobierno provincial anunciara las nuevas restricciones, en muchos grupos de Whatsapp comenzaron a circular imágenes que simulaban ser comunicados oficiales. Allí se detallaban cuáles eran las actividades que se verían afectadas por las supuestas medidas y lo curioso es que las imágenes falsas también circularon cuando ya estaban oficializadas las restricciones, generando mayor confusión.

Al parecer, el 2021 también será un laboratorio de experimentación sobre noticias falsas. En el inicio de la campaña de vacunación contra el coronavirus, en todo el mundo se esparció información errónea y maliciosa sobre la inoculación y las compañías que estaban detrás de cada fórmula. En Europa por ejemplo, medios de comunicación tuvieron que desmetir sobre la falsa relación entre las vacunas y el autismo, la homosexualidad, la esterilización. En Estados Unidos, grupos antivacunas difundieron la idea que detrás de la vacuna obligatoria existía un plan de exterminio para acabar con 50 millones de personas en dicho país. Tal fue el impacto de dicha “fake new” que la revista Science tuvo que elaborar un informe para desmentir el plan.

¿Quién se encarga de producir noticias falsas como estas? ¿Por qué lo hace? ¿Por qué son más rápidas que las desmentidas? Entre tantas cosas que la pandemia aceleró, la investigación sobre la generación y el impacto de las noticias falsas tuvo un crecimiento sostenido durante últimos meses, con perspectivas que van desde lo periodístico, lo sociológico hasta lo tecnológico. En este sentido, Google también provee información académica y según sus registros la palabra “fake news” generó 23.000 artículos científicos durante 2019 y 36.000 durante 2020.

Algunos de estos trabajos estudian cómo la tecnología está ayudando al mismo tiempo a promover y a combatir la desinformación. Desde el lado de la promoción, se advirtió por ejemplo que la mitad de las cuentas de Twitter que difundieron mensajes sobre la pandemia en Estados Unidos son probablemente robots. Los investigadores de la Universidad Carnegie Mellon analizaron más de 200 millones de publicaciones y descubrieron que alrededor del 45% fueron enviadas por “cuentas que se comportan más como robots que como humanos”.

Del otro lado de la trinchera, las grandes compañías de tecnología presentaron programas y herramientas para detener la propagación de información errónea sobre la pandemia. Whatsapp por ejemplo desactivó la posibilidad de reenvíos masivos de mensajes. Facebook incluyó en sus políticas de publicidad una serie de nuevos abusos que notaron en su plataforma, prohibió la divulgación de información de productos que supuestamente protegían contra el virus y, entre otras medidas, incluyó una etiqueta de COVID19 en las publicaciones relacionadas con la pandemia. Según la organización, se eliminaron más de 12 millones de publicaciones falsas sobre el coronavirus. Google también generó herramientas para combatir la desinformación. En los resultados de búsqueda se puede visualizar datos en tiempo real de la evolución de la pandemia e información chequeada sobre las vacunas. Entre otros recursos, también agregaron paneles que aparecen automáticamente en los videos de YouTube sobre COVID19.

A pesar de todas todos los resguardos tecnológicos, las noticias falsas siguen siendo más fuertes que las campañas para eliminarlas. No hay solución fácil, porque el problema excede justamente lo tecnológico. En primer lugar, como lo señala el investigador norteamericano Samuel Woolley, “será una combinación de trabajo humano e inteligencia artificial lo que eventualmente logrará combatir la propaganda computacional”, sin embargo, todavía nadie sabe cómo esto sucederá. Y en segundo término, quizás sea más productivo pensar a las “fake news” como una consecuencia y no como una causa. El crecimiento del interés de búsqueda sobre las restricciones o sobre las vacunas no necesariamente motivan a la difusión de este tipo de mensajes. En todo caso, estos momentos dejan en evidencia el descrédito que sufren entidades como la política o la ciencia, y a partir de allí encuentran el terreno fértil para su propagación.

El fin de la pandemia está todavía lejos y más distante aún el fin de las “fakes news”. En ambos casos, la prevención quizás sea la mejor herramienta para vivir en sociedades más sanas, mejor informadas y con más confianza entre nosotros.

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