Hay más de ocho millones de niños sumidos en la pobreza

Hay más de ocho millones de niños sumidos en la pobreza

Hay más de ocho millones de niños pobres. El Observatorio de la Deuda Social advirtió sobre la necesidad de políticas vigorosas en empleo.

Pobreza en Tucumán Pobreza en Tucumán LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
31 Marzo 2021

La pobreza estructural en la Argentina pasó en los últimos años del 30% al 40%, según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina que depende de la Universidad Católica Argentina (UCA). 

En el día en que se conoció oficialmente el alarmante aumento de la pobreza en el país, el Observatorio precisó sus relevamientos, dando cuenta de la tendencia de la última década. "Nosotros teníamos un 40% de población pobre para el tercer trimestre de año pasado y un 64% de niños pobres, y un incremento de la situación indigencia: de ese 64% un 15% de indigencia", remarcó Ianina Tuñón, investigadora responsable de ese grupo de trabajo. 

Más allá de las consecuencias de la pandemia de coronavirus, que profundizó los indicadores, la investigadora habla de un problema crónico en el país. "Si bien hubo un incremento significativo de la pobreza durante la pandemia, es un aumento que ya veníamos teniendo en el país. Entre 2010 y 2020, evaluando toda la década, nunca tuvimos menos de un 40% de niños pobres, pero hoy estamos arriba del 60%. Estamos hablando de más de ocho millones de niños pobres", graficó.

Remarcó que dentro de ese universo de niños pobres, hay situaciones muy heterogéneas: niños cuyas familias fluctúan en la línea de pobreza, que "suben y bajan, salen y entran", y hay otros que están muy por debajo de esa línea y que son los indigentes. que no logran reunir una canasta alimentaria. "Son los chicos cuyos padres reconocen que expeimentan situaciones de hambre porque no tienen qué darles de comer por problemas económicos", especificó.

"Viene subiendo el piso de la pobreza estructural, antes teníamos un 30% y ahora tenemos un 40%. Claramente los más afectados son los chicos que nacen, crecen y se desarrollan en un contexto de pobreza estructural. Eso hace que cada vez sean más los jóvenes que necesitan del Estado para subsistir", añadió. 

Tuñón apuntó contra la eficacia de las transferencias de recursos. Si bien admitió que son efectivas para superar coyunturas difíciles o de emergencia, puso sus reparos a largo plazo. "La única fórmula en la que parece que los gobiernos se pusieron de acuerdo son las transferencias de ingresos, y las transferencias de ingresos son paliativos importantes para subsistir, como la AUH y la Tarjeta Alimentar. Son importantes y necesarias, pero no nos van a sacar de la pobreza. Las transferencias garantizan la subsistencia en determinadas coyunturas, pero no podemos pensarlas cómo la manera que tienen los hogares para salir de la pobreza. Se necesitan políticas mucho más vigorosas en el campo del empleo. Estos niños necesitan que sus padres, además de garantizar la canasta básica, puedan trabajar por la sociabilización para que esos niños reconozcan el rol del empleo, de cómo se gana el sustento un adulto. Tenemos un problema muy relevante, y las transferencias de dinero tampoco rinden lo necesario por la inflación", enfatizó.

E insistió con ese concepto de la cultura del trabajo: "Es importante porque hay generaciones de niños y adolescentes que tienen un vínculo muy distante con el empleo; (no hay) la transmisión generacional de un oficio o de un modo de ganarse la vida".

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