El “ser hijo de”: la formación de los niños y la responsabilidad de la estrella

El “ser hijo de”: la formación de los niños y la responsabilidad de la estrella

Luis Miguel Rodríguez tendrá que esperar por la semifinal. Luis Miguel Rodríguez tendrá que esperar por la semifinal.

Hace algunos días, Luis Miguel Rodríguez, el tucumano que brilla en Colón y es pretendido por grandes clubes, contó en Dale Play -el magazine matutino de LA GACETA- cómo es su vida en Santa Fe desde hace un tiempo.

Apoyado en su pilar más fuerte, la familia, confesó que vive tranquilo, en una zona abstraída del centro neurálgico de la ciudad y en un barrio en el que sus hijos practican sus deportes favoritos, entre ellos, el fútbol.

“El mayor no quiere saber nada con que le digan que es mi hijo. Encima es muy parecido a mí físicamente, así que es imposible que no lo comparen, pero me parece bien porque ellos tienen que ser ellos mismos, no hijos de...”, opinó el delantero.

Parado en el mejor momento de su carrera deportiva, Rodríguez mencionó que no se acerca a estas actividades de sus hijos porque no quiere que los presionen por su apellido. “No voy cuando practican, no le digo nada a los profesores. Prefiero que no me vean con ellos para que los dejen hacer su camino y lo que a ellos les guste, sobre todo”. El máximo goleador de la historia profesional del “Decano” agregó que no sólo practican fútbol sino que además asisten a un club -que está dentro de su barrio- en el que pueden hacer distintos deportes todos los días.

La experiencia del “Pulguita” sirve de ejemplo para muchos, sin discriminar el ámbito en el que se desempeñen. En variadas oportunidades llevar el apellido a cuestas puede generar una responsabilidad indebida en las nuevas generaciones y presiones difíciles de sostener.

Los psicólogos resaltan, sobre todo en el ámbito deportivo, que las altas exigencias y expectativas pueden llevar a los practicantes a un colapso o incluso fomentar el rechazo. Por eso subrayan que es importante ese “dejar que formen su personalidad y hagan lo que les guste” y no trasladar la responsabilidad de continuar con un nombre que ya ganó su prestigio y tuvo su momento de gloria.

Si lo pensamos, la “lección” se puede aplicar a todos los ámbitos laborales, no sólo al deportivo. En una sociedad como la Argentina, que hasta para sacar un turno en el gimnasio utiliza los contactos, cuántas cosas cambiarían.

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