Bicis, una tendencia imparable en el transporte urbano

Bicis, una tendencia imparable en el transporte urbano

Los beneficios para la salud, para la ciudad y para el ambiente ya no se discuten. La pandemia aceleró el proceso de conversión y mejoras de la red de ciclovías en numerosas ciudades, como lo proyecta Yerba Buena.

Bicis, una tendencia imparable en el transporte urbano

La tormenta imprevista que ha sido la pandemia y que no ha dejado rincón del planeta a salvo, ha acelerado procesos y cambios de toda clase. Entre ellos, ha logrado que los gobiernos dejen de mirar a un lado o a “patear” para adelante en temas como, por ejemplo, la necesidad de instalar, mejorar o ampliar las redes de bicisendas y ciclovías para desplazarse con seguridad en el ejido urbano.

Ni “moda” ni “visión de futuro”. La bicicleta ha sido una solución presente e inmediata para el enorme problema que significan las aglomeraciones del transporte público en tiempos de distanciamiento. Las personas comenzaron a desempolvar sus rodados, algunos olvidados en el cuarto de cachivaches, para contrarrestar los efectos del sedentarismo o para desplazarse con menos riesgos de contagio hacia sus lugares de trabajo.

Con las dos ruedas convertidas en una realidad instalada en la sociedad, algunas ciudades estuvieron rápidas de reflejos y mejoraron o ampliaron sus redes de ciclovías. Es el caso de Rosario, que pasó de tener 135 kilómetros de senderos exclusivos para bicicletas a 193 kilómetros, por la extensión de los espacios exclusivos para ellas de modo temporario en el marco de las medidas de distanciamiento social.

Sin ir más lejos, en Salta, tomaron nota de la oportunidad. “Fue una de las primeras ciudades argentinas en anunciar y comenzar las obras. Se sumaron 7 kilómetros de ciclovías, de las cuales 3,5 kilómetros las hicieron en la avenida Belgrano y, el resto, en la Alvarado. También hicieron estacionamientos nuevos de bici y se proyectaron más de 20 kilómetros de ciclovías para comenzar este año, además del reacondicionamiento de las ciclovías existentes”, detalló Jimena Perez Marchetta, alcaldesa de la bicicleta de Salta, un rol otorgado por el programa de liderazgo de la empresa social BYCS.

Bajar la velocidad

En Tucumán, Yerba Buena ya anunció y consultó con los vecinos sobre la construcción de bicisendas y ciclovías para interconectar las áreas internas de la Ciudad Jardín. Las obras comenzarían este año. También están en proyecto las líneas para bicicletas que conectarían Yerba Buena con Tafí Viejo y con la capital. En San Miguel de Tucumán, continúa en proceso la red de ciclovías universitarias, que conecta los principales nodos de la UNT. Con todo, Tucumán aún no ha pisado el acelerador en este tema, como lo están haciendo ciudades vecinas.

Bajarle la velocidad a las ciudades es el objetivo, con la inmediata consecuencia de un incremento de la seguridad vial, como ocurrió en Rosario. Pero no se trata, advierten, de hacerlo sin planificación.

“Los gobiernos en general creen que un plan de transformar las ciudades en amigables es una moda, que con pintar una línea sobre las calles ya tienen una red de ciclovías... Esto los lleva a un papelón y a un fracaso seguro”, advierte el arquitecto, urbanista y ciclista Javier Zerda.

“Un plan de ciclovías es mucho más amplio que trazar algo en el piso y poner un cartel con el logo. Todo arranca con una fuerte campaña de educación vial y concientización del respeto al peatón y al ciclista. La red de ciclovías debe ir acompañada de la peatonalización de las ciudades, lo que es una de las tendencias mundiales: bajarle la velocidad a las ciudades. Luego viene la planificación de la mano del urbanismo, la infraestructura propia, el equipamiento, las promociones y exenciones impositivas a negocios que pongan los parking y promuevan el uso de las bicis”, ejemplificó.

Siete años después, la magia sigue intacta

Hace dos o tres meses, después de siete años de no verla ni en fotos, Julio Estefán volvió a agarrar una bici. Sí, otro más, gracias a la pandemia y a ver los efectos devastadores del sedentarismo en su cuerpo. “La magia sigue intacta”, dice el escritor, oriundo de Aguilares, donde pasó buena parte de su infancia, adolescencia y juventud arriba de dos ruedas. Hasta que, por una cosa u otra, la abandonó. “Trabajo en la Quinta Agronómica, a seis cuadras de mi casa, y me iba en el auto. Claro que es una locura, pero uno no lo piensa. Con la pandemia me pegó fuerte el sedentarismo. Aumenté mucho de peso y sentí la necesidad de hacer algo. En el aislamiento, caminaba alrededor del auto al principio, como para moverme. Comencé a bajar de peso de nuevo y me animé a subirme a la bici, como antes”, narra Estefán, un caso de éxito arriba de la bici. Lo suyo es más bien la recreación y el deporte en la bicicleta, pero no la descarta como medio de movilidad urbano. “Comencé a salir por los senderos; te cruzás con mucha gente que te alienta, que ni te conoce pero que te da fuerza para seguir. Lo que tiene la bici es que al final del recorrido, el premio mayor es haberlo logrado, es una satisfacción enorme”, destacó. “Como Leonardo Di Caprio en la escena del Titanic, con el viento en la cara. Así me siento cuando subo a la bici”, finalizó.

En primera persona

Matías Galindo, comunicador, ciclista y usuario de la bici, despliega sus cinco razones para no bajarse del rodado.

1- Practicidad: es 100% utilitaria. En cuestión de tiempos, la bici siempre es mucho más rápida en la ciudad. Sobre todo cuando hay embotellamientos, o sea, siempre. Es 1.000 veces más fácil de estacionar y mucho más barata en todo sentido: para comprarla y mantenerla.

2- Movilidad sostenible: ningún otro vehículo tiene la eficiencia energética que tiene una bici y, por lo tanto, es muchísimo menor el impacto ambiental. No importa si es una bici barata, es más eficiente que moverte a pie e infinitamente más eficiente que ir en cualquier bondi, moto o auto. Además ocupa el 15% del espacio público que ocupa un auto, se mueve sin emisiones y posibilita evitar aglomeraciones en espacios cerrados, como autos o colectivos, algo que en estos tiempos es fundamental.

3- Salud: la bici es muy piola con el cuerpo. Por eso se la recomienda para personas con sobrepeso o sedentarias que tienen que empezar a hacer actividad física. Y también se la recomienda mucho para recuperarse de lesiones y para evitarlas. Los adultos y adultos mayores tienen muy recomendado andar en bici; conozco muchas personas de más de 70 años que no se bajan de ellas.

4- Sensación de libertad: Cuando era chico soñaba que volaba por mi barrio e iba a visitar a mis amigos. Era un sueño recurrente. La bici es lo más cercano a esa sensación que yo recuerdo de esos sueños: sentir el viento en la cara e ir flotando por la ciudad, oliento, escuchando y viviendo de cerca lo pasa alrededor; es lo más parecido a la libertad que se me ocurre.

5- Todo lo anterior junto: Venimos haciendo las cosas tan mal como especie que en muy pocas generaciones vamos a terminar de destruir el planeta. La bici combina todo lo que se necesita para ser el centro de las políticas de movilidad que necesitamos implementar, pero nos enseñaron a pensar que el futuro es siempre más grande, más rápido y más furioso. La bici trae consigo otro paradigma, mucho más sencillo, más pacífico y más respetuoso.

Menos accidentes

La ciudad de Rosario viene impulsando desde 2008 una planificación de la movilidad urbana, incrementando las áreas exclusivas para bicicletas. Esta decisión política permitió que disminuyeran en el 65% los accidentes de tránsito que involucran a ciclistas y la convirtió en la ciudad del país con más cantidad de kilómetros para ciclistas por habitante, según se informa en la página oficial del municipio.

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