Lo interesante para el público vs. el interés público

Lo interesante para el público vs. el interés público

El viernes pasado fue impresionante la puja de canales por la trasmisión ya no del Superclásico, sino de la Reserva del Superclásico.

“Hoy amor, como siempre, el diario no hablaba de ti”. La vieja canción de Joaquín Sabina habla de un amor que se termina y lo mezcla con la rutina de las noticias cotidianas. “Que ha perdido en su campo el Atleti y que ha amanecido nevando en París”. Y “que falló la vacuna anti sida y que un golpe de Estado ha triunfado en la luna y movidas así”. Pero ese diario, canta Sabina, “no hablaba de ti”. Que “subió la marea, que fusilan mañana a Jesús de Judea” y el diario que sigue sin hablar de ti. “Como ayer y como siempre”, dice Sabina. Es una de sus canciones más hermosas y la escribió junto con Luis Eduardo Aute, fallecido en plena pandemia. Siento que así, sin aparecer en el diario, debe sentirse buena parte del deporte argentino. Ya no se trata del diario, claro, sino de noticieros, radio, tele, cable, lo que sea. Todos están ocupados con el Superclásico. Boca y River consumen desde hace ya tiempo y cada vez de modo más abrumador buena parte de los espacios de la prensa deportiva. En un Superclásico esa hegemonía se hace insoportable.

El viernes pasado fue impresionante la puja de canales por la trasmisión ya no del Superclásico, sino de la Reserva del Superclásico. ESPN que creyó que tenía derechos exclusivos (la Liga Profesional de Fútbol le dijo que eso no está en el contrato) e igualmente desplegó móviles, relator y varias cámaras. Boca mismo con las trasmisiones de Boca TV anunciadas por su vicepresidente Mario Pergolini, que sufrieron por la falta de conectividad en Ezeiza y parecen todavía incipientes. River que también trasmitió con relator y comentarista propio a través de Facebook Watch. TyC Sports, aunque en diferido (cinco minutos de retraso), con pantalla compartida y colgádose de las imágenes de River. Y hasta Crónica TV, que se sumó a la volada. Reiteramos. Era la Reserva.

Hoy, por supuesto, el Superclásico acaparará todo. Y lo hará todo el día. Se entiende la disputa del rating. Una disputa que, para peor, se hizo encarnizada. Ahí está el minuto a minuto para decir si hay que mantener a un invitado en pantalla o despedirlo cuanto antes. “Pero no terminé de hablar”. No importa. Chau. ¿Pero acaso ese entrevistado no estaba hablándonos de algo que, supuestamente, hace al “interés público”? No importa. Chau. Hay que darle paso a lo que, según nos dice la tele, “es interesante para el público”. Y no es lo mismo “interés público” que “interesante para el público” “Pero mire usted que Boca y River ni siquiera están primeros en sus respectivas zonas”. Tampoco importa. Los que están primeros no tienen rating. Por momentos, la competencia estrictamente deportiva del fútbol sigue siendo un ejercicio democrático que, a ciertos nuevos gerentes, les resulta cada vez más difícil de aceptar. Demasiado democrático para tanto negocio.

En Europa, la reforma que propone en la Champions Andrea Agnelli, capo de la Juventus, plantea que algunos equipos deberían tener presencia garantizada en el torneo, más allá de si hicieron los méritos para clasificarse o no. Fue toda una paradoja que el más modesto Porto, de Portugal, lo eliminara el martes pasado, en un partido dramático. Caer en octavos de final de Champions es indigerible para un club de presupuesto gigante, que contrató inclusive a Cristiano Ronaldo para reinar en Europa. ¿Y qué pasaría si ahora Juventus, tras ganar una impresionante seguidilla de ocho títulos seguidos en Italia, acentúa esta debacle y no sólo cede el trono nacional a Inter, sino que, además, queda sin boleto a la Champions? Eso es lo que quiere evitar Agnelli. Sus discursos suelen resaltar la necesidad de que en una sociedad se premie la meritocracia. Pero resulta que cuando el deporte ofrece el escenario medianamente equitativo para practicar esa meritocracia, allí no. Allí vale entonces la “aristocracia hereditaria”. “Somos Juventus, no nos pueden dejar afuera de la Champions”.

Boca y River, está claro, tienen historia, tradición y títulos suficientes para liderar escenarios en nuestro fútbol. Pero no juegan solos.

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