La mujer es protagonista, pero la mayoría de las instituciones aún son impermeables a su liderazgo

Aunque el 51% de la población de la provincia es femenina, el acceso de las mujeres a lugares de poder, tanto en el Estado como en el ámbito privado, todavía es limitado.

07 Marzo 2021

“Es el patriarcado”

Celia de Bono / coordinadora nacional de Cladem argentina, y especialista en género y derecho

Hay un sistema estructural que se llama patriarcado, que es un sistema de opresión presente en todas las estructuras del poder. Este sistema impide el acceso real y efectivo de derechos en igualdad de condiciones tanto a mujeres como a disidentes. Es un sistema cultural y político, una ideología, un sistema de opresión donde quienes dominan están enquistados en estructuras de poder, e impiden el acceso a derechos conquistados. La lucha de las mujeres por más derechos es inmemorable: no obstante existe lo que llamamos “techo de cristal” y “piso pegajoso”, que son estructuras de poder que se mantienen en el tiempo e impiden la apertura de espacios para la participación de mujeres en los partidos políticos, gremios y empresas. Si bien todos somos iguales ante la ley por el artículo 86 de la Constitución, después se incorporó el artículo 37 que establece la igualdad real de oportunidades, las Convenciones de Cedaw y Belem do Pará, que establecen la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres, que ordenan a los Estados a remover las estructuras que impiden a las mujeres acceder a lugares de poder con leyes de cupo, paridad de género, reformas electorales... todo está vigente hace décadas, pero los cambios que se ven son muy pequeños en relación a la jerarquía de normativas vigentes en el país.

Un fiel reflejo social

Stella Maris Córdoba / titular del Instituto Provincial de la Vivienda

Fui la primera mujer elegida intendenta por el voto popular entre 1995 y 1999. No era consciente en ese momento: me di cuenta después cuando, en las reuniones con todos los intendentes, vi que eran varones y que  yo era la única mujer. De alguna manera puse un granito de arena para abrir el camino para otras compañeras, sobre todo porque no formaba parte de una familia dedicada a la política. Vivimos en una provincia conservadora y patriarcal: eso se refleja en la representación política de la sociedad. Es, lamentablemente, muy coherente porque es una sociedad machista y también hay machismo en muchos ámbitos, entre ellos, la política. Me ha pasado en 1999, cuando existía la Ley de Lemas y Sublemas. Como no se podía ser reelegida, con varios intendentes busqué armar una alianza para presentar una lista para la Legislatura. Y, a pesar de venir políticamente de un municipio con muchos habitantes, siempre me ofrecían ser la segunda de la lista. Ningún dirigente varón quería ser segundo de una mujer. Finalmente presenté un sublema propio y fui elegida, inclusive superando en votos a muchos dirigentes que al día de hoy tienen un lugar importante en la política tucumana. A las mujeres militantes jóvenes les diría que se empoderen, que trabajen en conjunto. Que se rebelen, levanten los brazos y no dejen que les quiebren la voluntad. El movimiento feminista, que no es de ningún partido, nos enseña mucho sobre la importancia de hacer alianzas para ganar derechos.

En el sindicalismo

Marieta Urueña Russo / titular de Sitraju

Pertenezco a un gremio nacional y siempre tengo la posibilidad de comparar la realidad nacional con lo que se vive en Tucumán. No vamos a tono con el cambio de época porque, al margen de preferencias políticas, entiendo que haber tenido una Presidenta abrió discusiones que antes no se daban. Formo parte de la Corriente Federal de Mujeres Sindicalistas y lamentablemente siento que en Tucumán no estamos en esa sintonía. Como ejemplo está el proceso de regularización de la regional de la CGT, que conformamos con Sitraju. En ese proceso de 44 gremios había solamente cuatro compañeras: cuatro gremios representados por mujeres, sin que esas sean secretarias generales. En la política tenemos Ley de Cupo, que se licúa en los cuerpos colegiados por el sistema de acoples y somos de las pocas provincias que aun no adhirieron a la Ley nacional de Paridad de Género. Probablemente quedemos de nuevo como la última provincia en sumarnos, como pasó con la Ley Micaela. Esto deja ver cuál es la realidad de Tucumán: pasa en sindicatos y en partidos políticos. Hace falta rediscutir mucho para que la representación y participación de mujeres sea real. Es una discusión de la sociedad toda, no sólo de nosotras.

Doble opresión

Alejandra del castillo / Militante feminista del Plenario de Trabajadoras

Las dificultades de participación de las mujeres trabajadoras están vinculadas principalmente a la doble opresión que sufrimos. La carga de las tareas domésticas y el cuidado que recaen sobre nosotras, necesariamente para la reproducción social, y que los capitalistas se ahorran y el Estado desconoce, dificultan las posibilidades de militancia. Las cúpulas sindicales en las paritarias no reclaman por los derechos de las trabajadoras y ratifican convenios que excluyen reivindicaciones de la mujer de hace años. Otras de las dificultades están vinculadas a la violencia ejercida por jefes, gerentes o supervisores hacia compañeras, y el encubrimiento de situaciones de acoso y violencia.

Capacitarse el doble

Gabriela Coronel / presidenta de la Cámara de Comercio de Tucumán

Existe una comunidad importante de mujeres empresarias, sobre todo en el liderazgo de empresas familiares en nuestra provincia. Muchas de ellas son profesionales, con grandes aptitudes financieras. Todavía existen puestos jerárquicos a los que para el hombre es mucho más fácil llegar. Las mujeres debemos capacitarnos el doble que un hombre para poder aspirar a esos puestos, y constantemente demostrar nuestros méritos para ser aprobadas y aceptadas.

Ingresar a lugares que antes estaban vedados

Patricia Manso / ex presidenta de Feput, tesorera del Colegio Ciencias Económicas

La mujer en la actividad universitaria se insertó desde hace muchos años. En la docencia y en cargos tanto electivos (rectora, decana, consejeras) como de conducción. Creo que de nuestras universidades surgen las defensoras de los derechos de las mujeres y trabajan muchas de ellas en la academia. Las mujeres hemos luchado mucho para llegar a la igualdad y que nos den espacios en lugares en los cuales teníamos vedado ingresar. Tenemos que seguir luchando para ocupar esos lugares por el reconocimiento de la sociedad para con nuestras aptitudes.

Afuera de la “mesa chica”

Laura Villazur / vicepresidenta de la comisión directiva de Mujeres de la FET

En la actualidad, si bien los derechos y la puja por nuevas conquistas sobre derechos formales ha sido muy próspera, todavía en Tucumán se sigue viendo una provincia donde es bastante difícil de incorporar toda esta nueva tendencia. Quizás se deba a una cuestión generacional porque en puestos importantes hay gente mayor y es muy difícil para una mujer hablar de igualdad donde no la hay. Si bien es cierto que existe una flexibilización que en otros tiempos no existía, de repente empezás a ver dentro de las nuevas generaciones a grupos de líderes que van ocupando esos cargos y lugares importantes. La mujer tiene una matriz participativa muy grande pero todavía no está llegando a los puestos claves de decisión, a las mesas chicas donde se conversan las cosas más importantes. Sí políticamente se ha generado un movimiento de paridad de género para garantizar que esa participación sea más equitativa. Creo que al no tener instituciones maduras, el cupo o la paridad por un lado te beneficia y, por el otro, escuchás gente que dice “ustedes mismas se están poniendo un tope cuando podrían estar todas”. El mensaje que puedo dar es que seamos más solidarias entre nosotras y que seguramente veremos resultados muy prósperos en poco tiempo.

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