El descontento docente atravesó el tan esperado inicio escolar

El descontento docente atravesó el tan esperado inicio escolar

Salvo los colegios privados, que funcionaron a pleno, la educación pública empezó con pocos alumnos por el paro que se realiza entre ayer y hoy. Los chicos, felices por el reencuentro.

El descontento docente atravesó el tan esperado inicio escolar

El día tan esperado, para muchos alumnos de las escuelas públicas, no pudo llegar. Docentes de más de 200 establecimientos educativos se plegaron a un paro dispuesto para el primer día de clases presenciales en Tucumán. Por eso, el ciclo lectivo 2021 cuya apertura ayer presidió el gobernador Juan Manzur, en la escuela Punta del Monte de San Pablo, quizás no sea más que un acto protocolar para acompañar las decisiones que se toman a nivel nacional. El comienzo real de las clases presenciales en las escuelas será el jueves, porque hoy continuará el paro y los miércoles se desinfectan los locales, según el protocolo.

En los colegios privados se vive una jornada diferente. Con aulas sin ausentismo y con todos los cuidados para evitar los contagios. Desde la entrada se notan los cambios en la infraestructura,  pantallas, cartelería y señalética por todos lados, que no siempre las escuelas se pueden dar el lujo de comprar.

Según Antonio Antúnez, vocero de la Mesa Coordinadora de la Unidad Docente Tucumana que convocó al paro, “más del “90% de los docentes adhieren a la huelga en más de 200 establecimientos”. El ministro Juan Pablo Lichtmajer prefiere no polemizar. “No es momento de confrontar, sino de ayudarnos unos a otros para que la presencialidad se profundice”, dice a LGPlay.

En una recorrida por los establecimientos LA GACETA encuentra varias escuelas sin alumnos o con muy pocos. En el colegio Padre Roque Correa que comparte el edificio con el San Francisco, ayer había apenas 20 alumnos; “el 80% de los docentes se ha plegado al paro”, reconoce la directora, Patricia Medina. “Las maestras de primer grado no quisieron faltar porque temen frustrar a los más pequeños”, dice con ternura.

Los alumnos llegan a las 7.30. Les higienizan las manos y las suelas de los zapatos y les toman la temperatura. Forman burbujas de hasta quince alumnos para trabajar. En las aulas los pupitres se ubican a un metro y medio de distancia unos de otros, y los docentes utilizan barbijo y máscara de acetato. Los recreos son escalonados, con diferencia de cinco minutos entre cada grupo para evitar que se aglomeren. Los miércoles, mientras la escuela se desinfecta, todos los alumnos regresan a la modalidad virtual.

En la Escuela Normal los alumnos de primer año de la secundaria se presentan para rendir el examen de ingreso. Entran con documento y cartuchera en mano, son 180 chicos, formando fila, separados por baldosas señalizadas sobre la peatonal Muñecas.

Mabel Ramallo, mientras espera inscribir a su hijo dice que lo que más le preocupa es el transporte. “Las líneas de colectivos se llenan. Si las cosas no mejoran voy a hacer un trámite para que mi hijo estudie desde la casa’’, anticipa. Norma Abraham y Fabiana Díaz anhelan que en julio ya todos estén vacunados.

Los colegios tienen más clases presenciales que las escuelas.  Lucrecia Llobeta, directora del inicial del instituto JIM, cuenta que los chicos de las salitas de cuatro y cinco concurren cuatro días a la semana en forma presencial, y en la siguiente vuelven a la virtualidad. No es sólo una cuestión de espacio, también se se trata de contar con los elementos necesarios para la presencialidad, que no todos tienen. (Producción: Valentina Medina y Milagro Assa).

El jardín es pura emoción

La seño recibe a sus alumnas en la puerta

En la vereda del jardín de infantes de la Escuela Rivadavia un pequeño grupo espera desde muy temprano la ansiada apertura del portón de ingreso que abre el retorno de las clases presenciales. Ocho niñas, con sus guardapolvos impecables y sus barbijos, corren a saludar a su maestra, que las recibe en la puerta con sanitizante. Es la única que decidió no ir al paro. Hay fotos y grabaciones. “Este día es muy emocionante. Mi hija no durmió anoche preguntando ‘¿Ya nos vamos?’”, cuenta una de las madres.  No hay abrazos en la despedida a los padres, sólo un choque de puños.

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