Cartas de lectores

Estatua de Maradona (I)

No voy a escribir más sobre este asunto: sólo le voy a contestar al lector Héctor Ávila que una cosa es la estatua bien lograda y luego el gol de Maradona, que no fue el único que convirtió con la mano. Si el lector sabe de arte, me explica sobre realismo, onirismo, pictorialismo, y todos los derivados de los colores, yeso, resina, etc. El lector evidentemente tiene un resentimiento hacia la persona de Maradona, y yo, por ser mujer y docente de Arte, voy a exponer mi punto de vista: fue gol y listo, y si el lector vive renegando por eso, vaya y siga. Agradezco a LA GACETA por permitirme expresarme libremente, pero me gusta el fútbol, y el Sr. Ávila sabe que el fútbol se gana con mucha picardía y hasta polémicas: si no, vea lo que hace el VAR. Lo único de lo que hablé fue sobre realización de la estatua de Maradona, no para polemizar con el lector, sino para felicitar a los escultores. Señor Ávila, el motivo de su bronca no es la estatua, sino Maradona: como muchos no lo quieren, está bien. Usted no lo quiere, pero el pueblo argentino lo quiere como a un dios: fue el mejor de todos y de los 320 goles que hizo se centra en un uno solo. ¿Por qué no habla del segundo gol a Inglaterra? Cualquiera va a pensar que usted es el hermano de Peter Shilton. ¿Sabe quién tiene la camiseta azul con la que jugó Maradona aquel partido? Un inglés llamado Steve Hodge, uno de los futbolistas que se sacó de encima Diego en la jugada de todos los tiempos. Le recuerdo que una trampa es premeditada, y le pregunto: ¿Maradona sabía que se iba a presentar esa jugada y que iba a convertir un gol que tanto fastidio le genera? ¿O será porque el intendente de Famaillá le hizo el homenaje? No voy a entrar en discusión con el lector, ni me interesa. Fue gol, como dijo el árbitro tunecino y listo.

Jimena Larran
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Estatua de Maradona (II)

Creo que se habló demasiado de este tema, pero me remito a las cartas de la Sra. Larran y del Sr. Ávila sobre la cuestión escultura vs. gol. La escultura está bien lograda, recreando un gol que fue válido. Nunca la lectora Larran hizo apología de ese gol; solo mencionó el diseño de la obra y dijo lo que pasó en la jugada. En cambio, el lector Ávila argumenta otra cosa: una trampa que Diego hizo en el partido. Creo que hay un problema de dualidad de pensamientos. En vez de unir, la estatua es otro tema de polémicas entre moralistas y realistas. Para Ávila fue trampa, para Larran fue gol, y para el árbitro y el juez de línea fue gol. ¿El lector Ávila dice que la señora Larran avala esto? ¿Ella dirigió el partido para que diga una cosa así? Acá hay cuestiones que ya escapan a la jugada. La persona de Maradona generó amores y odios, y más que un político que haya inaugurado un homenaje, la canción “La mano de Dios” que cantó Rodrigo Bueno se grabó en francés, inglés, italiano, etc. El mundo futbolero lo tiene como un gol que entró en la memoria de millones de personas que vieron ese partido y, luego, cinco minutos después, Maradona, con una corrida desafiante de la física, hizo el gol más grande de la historia del fútbol. ¿Por qué juzgar con tanta liviandad una cosa que pasó hace 35 años? Cuando empezó el partido Diego no sabía que se iba a presentar una cosa así. La trampa es una situación premeditada al hecho: fueron milésimas de segundo. Hoy ese gol nunca hubiera existido con la tecnología del VAR, pero creo que debería leer lo que dijo el árbitro en aquella ocasión sobre esa jugada: “no lo vi, solo vi el puño del portero inglés y el juez de línea marcando la mitad de la cancha”. Para mí este tema está terminado.

Fernando Saade
[email protected]

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