Robaron un comedor y dejaron a 500 niños sin almuerzo en Yerba Buena

Robaron un comedor y dejaron a 500 niños sin almuerzo en Yerba Buena

La encargada del lugar se quejó de la Justicia.

ALAMBRADO CAÍDO. Los ladrones habrían entrado por la esquina de Saavedra Lamas y avenida Perón, donde hay cerco maltrecho, fácil de sortear. ALAMBRADO CAÍDO. Los ladrones habrían entrado por la esquina de Saavedra Lamas y avenida Perón, donde hay cerco maltrecho, fácil de sortear.
16 Enero 2021

Angélica Encina se levantó cerca de las 6 de ayer para abrir el comedor Copa de Leche “Los Indiecitos Tucumán” y empezar con los preparativos de ese día. Sin embargo, al llegar, la solidaria vecina se encontró con una desagradable situación: habían entrado a robar. Horas más tarde, cuando los niños llegaban a buscar sus platos de comida debían volverse con las manos y el estómago vacío.

“Puse en mi estado (en WhatsApp) que no iba a dar el almuerzo porque nos habían robado, pero hay personas que no tienen mi número y se llegaron a buscar un poco de sustento. Fueron chiquitos y nos les podía dar nada. Me iba a poner a llorar ahí con la imagen de los niños que iban a buscar comida y no les podía dar nada. A mí me da tristeza que los chicos no coman, por eso hago esto”, dijo, acongojada, Carmen Encina, encargada del comedor.

Son cerca de 500 los niños y adultos que se acercan hasta el comedero, ubicado en la esquina de avenida Perón y Saavedra Lamas (en Yerba Buena), en busca de su almuerzo y merienda de lunes a viernes. Los delincuentes se llevaron dos garrafas y toda la mercadería que encontraron: arroz, fideos, polenta y demás alimentos.

“Dejan abierto”

Carmen se encarga de dar de comer a niños desde hace más de dos años, cuando comenzó con un comedor en la casa de su mamá, al que asistían cerca de 180 chicos antes de la pandemia. Con la crisis económica que se vivió a partir de la cuarentena, cada vez fueron más los asistentes, hasta recibir a familias enteras.

Entonces, debió mudarse a un espacio más grande y pidió a las autoridades de la Municipalidad de Yerba Buena si podían conseguirle un lugar. Así, en mayo del año pasado, se instaló al lado de la escuela Petrona de Adami.

“Tengo conflictos con ellos porque ahora me quieren sacar, no sé por qué...”, dijo la mujer.

Se estima que los ladrones ingresaron por el costado del terreno, en una zona en que el alambrado está caído. Luego, habrían forzado la ventana trasera para llevarse la mercadería.

“El problema es que en realidad el alambrado no está roto. Los del municipio entran por ahí y no lo cierran. Todos los días pido que lo cierren, pero no lo hacen. Les entra por un oído y les sale por el otro. Pongo tremendo candado en el portón como para que ellos dejen abierto”, se quejó.

Otros robos

No es la primera vez que unos delincuentes ingresan al lugar para llevarse los alimentos. “Esta es la tercera vez que entran a robar acá, es difícil mantener así el lugar”, afirmó Carmen.

A pesar de haber sufrido tres robos en los últimos seis meses, Carmen asegura que esta es la vez que más cosas se llevaron, y señaló que se trata de ladrones distintos a los de las otras veces.

“Esta vez fueron mucho más ordenados, dejaron todo acomodado. Las cajas estaban en su lugar y mi hermana se dio cuenta porque faltaban las garrafas de gas. Estoy segura de que fueron otras personas”.

También, apuntó contra el funcionamiento de la Justicia. Según contó en una conversación con LA GACETA, los dos robos anteriores los cometió la misma persona, que no habría sido encarcelada.

“Me da tristeza la Justicia. Me llamaron desde la Fiscalía en aquella ocasión y me dieron tres opciones para ver qué hacer con el ladrón: recibir un pedido de disculpas de su parte, que me devuelva la mercadería o una perimetral”, afirmó. Y continuó: “pensé que si pedía que me devuelva la mercadería tal vez entraba a robar para devolverla, y las disculpas no quiero, en todo caso le tenía que pedir disculpas a los niños y a sus hijos”. Ante eso, Carmen pidió una perimetral con el objetivo de que hombre no vuelva al lugar.

Tiene esperanzas

Frente a tanta adversidad, cerrar el comedor siempre es una opción posible. Sin embargo, esa idea no tiene lugar en el corazón de Carmen, para quien significaría un dolor enorme dejar de alimentar a tantos chicos.

“Sigo por ellos, que me dan fuerzas. Porque no es sólo darles la comida: ellos van ahí y tienen donde jugar, donde ser niños, de otra forma terminan en la calle. Para ellos no es solamente buscar el almuerzo, sino también es ir a compartir”, finalizó.

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