El avance de la mujer en la educación

El avance de la mujer en la educación

La primera bachiller egresó del Nacional en 1912. Los “yuteros” salían en LA GACETA.

EN 1922. Al igual que en 1917 hubo nueve egresados como farmacéuticos y de ellos cuatro eran mujeres. EN 1922. Al igual que en 1917 hubo nueve egresados como farmacéuticos y de ellos cuatro eran mujeres.

En nuestra edición navideña de 1912 la tapa presentaba la foto de una joven que mira directo a la cámara bajo el título “Señorita Celia Ávila. Primera bachillera tucumana”. Los editores de entonces consideraron que el tema merecía un tratamiento especial y por ello lo llevaron a la tapa. El texto que acompañaba la imagen revela la trascendencia del hecho para la época: "la señorita Celia Ávila ha rendido con éxito sus exámenes finales, quedando habilitada, en consecuencia, para seguir estudios universitarios, según las preferencias de su espíritu. Se trata de un acontecimiento extraordinario, que no ha debido pasar para la prensa inadvertido, como uno de los tantos sucesos de la vida diaria".

EN 1912. Celia Ávila fue la primera bachiller de un colegio tucumano. EN 1912. Celia Ávila fue la primera bachiller de un colegio tucumano.

Aquel año culminaba sus estudios secundarios la primera mujer en el Colegio Nacional y el cronista remataba el artículo diciend: "La señorita Celia Ávila ha sido la primera en llegar. Otras siguen ya su ejemplo". Y podemos ver que una década más tarde entre los egresados del Nacional de 1923 había ya tres mujeres: Ana Lapetina, Carmen Silva Y Rosa Molina. Sobre estas tres jóvenes no se dice más que sus nombres junto al de sus compañeros que terminaban su secundaria en aquel año. Pero se puede ver que el avance femenino, aunque fuera lento, se fue imponiendo con el pasar de los años.

Desde 1864

El Colegio Nacional de Tucumán se creó hace más de 50 años, por decreto del 9 de diciembre de 1864, suscrito por el presidente Bartolomé Mitre y su ministro de Instrucción Pública, doctor Eduardo Costa. “Bajo la denominación de Colegio Nacional de Tucumán, se establecerá en la provincia de este nombre, una casa de educación científica preparatoria, en que se cursarán las letras y humanidades, las ciencias morales y las ciencias físicas y exactas”, establecía el artículo primero.

El doctor Uladislao Frías fue comisionado para organizar la nueva casa. El gobernador José Posse propuso y logró la ley que facilitaba el local del ex convento mercedario (o sea lo que son hoy la Escuela Sarmiento y la ex Legislatura) para su instalación. La medida fue recibida con el entusiasmo que es de imaginar, si se piensa que desde 1862, con el cierre del Colegio “San Miguel”, que dirigía Amadeo Jacques, no existían posibilidades de instrucción secundaria alguna en Tucumán.

Sobre la mujer

Regresando a la tapa de 1912 allí se reflexionaba: "la mujer toma nuevos rumbos entre nosotros. Convencida de que ella también debe cultivar el intelecto, la preocupan los estudios superiores, que han de elevar su destino, ampliando los horizontes que hasta ahora abarcaba su visual y ensanchando, en consecuencia, su radio de acción". Seguía el cronista: "Así lo exigen los tiempos nuevos, que nos darán un nuevo tipo de mujer argentina, menos sensitiva, tal vez, que la mujer del pasado, pero más eficiente como factor social”.

La universidad

Esa idea de seguir estudios universitarios se vio impulsaba por la visionaria personalidad de Juan B. Terán quien con todo su ímpetu creó la Universidad de Tucumán. Los esfuerzos de Terán se vieron coronados el 25 de mayo de 1914 cuando quedó inaugurada.

La casa de altos estudios siguió con sus tímidos pasos bajo la estricta y vigilante mirada de Terán. Se sucedían los períodos lectivos. Había ya pasado 1916 y el Centenario. Llegaba marzo de 1917 y precisamente el 15 se llevó a cabo la primera colación de grado de la universidad tucumana. Muchos de aquellos ingresantes de 1914 llegaron a coronar sus esfuerzos y obtuvieron su título superior.

El avance de la mujer en la educación EN 1923. Sobre 46 egresados como bachilleres había apenas tres mujeres pero 10 años antes apenas se había graduado una.

Las egresadas de la Escuela Pedagógica Sarmiento como maestras normales fueron Josefina Leonor Ávila, Carmen Brizuela, María Cobos, Zoila Gutiérrez, Dolores López, Angélica Mora, Elvira Peralta, Julia Palacio, Rosario Rodríguez, Argentina Riso, Teresa Suppa, Emma Salazar, Blanca Rosa Soria, Lastenia Visuara, Emilia Bravo, María Luisa Raralo, María Barrenechea, María Eugenia Castro, Juana Fernández, Amalia Infante, Rosa Lahorgue, Rosa López, Elvira Montenegro, María Luisa Paz, María Ángela Paz, Micela Palmieri y Carmen Romero.

Los estudiantes de la Facultad de Ciencias Matemáticas que obtuvieron su título de ingenieros agrimensores fueron Javier Argañaraz, Dardo Escalante, Francisco Arroyo, Horacio Pérez y Ramón Taboada.

Los alumnos de la Escuela de Farmacia que se recibieron de farmacéuticos fueron Ofelia Victoria de Cobos, Lucía B. de Godoy, Matilde Sánchez, Rosa Bustos, Carlos Orfée, Marcos Urrutia, Justo Tejerizo, José Raquel Valdez y Roberto Ruiz.

En la Facultad de Agricultura se recibieron como Maestros de Agricultura: Sara Duberti, Manuel Acobettro, Agustín Marcial y N. Solá González.

Enfocándonos en los egresados de farmacia podemos ver que desde el principio la mujer había tomado un importante papel ya que de nueve egresados cuatro eran mujeres y una lustro más tarde en 1922 también fueron cuatro las mujeres recibidas como farmacéuticas sobre un total de nueve.

Ojo con faltar al colegio

Hacerse la "yuta", la rata, y como se llame el no ir clases tendría sus peligros para los alumnos de las décadas de 1910 y 1920 ya que LA GACETA tenía una sección, que podía aparecer en cualquier página local con el nombre "Informaciones Diversas", en la que los colegios de la ciudad publicaban un listado de los alumnos que no habían estado presentes el día anterior, listados por curso y división.

También se publicaba la frase "asistencia completa" cuando no se registraban ausentes en ese curso. Aparecen largas listas de estudiantes del Colegio Nacional, de la Escuela de Comercio y de otras más. Si el ausente lo había hecho por algún motivo y con el conocimiento de los padres, estaría tranquilo. Pero en el caso de los "yuteros" el regreso a la casa debe haber tenido sus consecuencias cuando los progenitores le preguntaban dónde había estado, y debía rápidamente buscar la idea salvadora para el momento.

En la misma sección se informaba sobre las cartas que permanecían en las oficinas postales por errores en la dirección y se daban los nombres de los afectados.

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