Balances y emociones al fin del 2020: cuatro puntos a tener en cuenta

Balances y emociones al fin del 2020: cuatro puntos a tener en cuenta

Este año fue más que especial y eso podría afectarnos más en las fiestas navideñas. Consejos de especialistas para manejar mejor el estrés y los estados de ánimo. Cuáles son las señales que nos da el cuerpo.

Balances y emociones al fin del 2020: cuatro puntos a tener en cuenta

Se avecina fin de año y una sensación extraña nos invade a muchos de nosotros: llegan las fiestas y con ellas pueden acudir algunos invitados no deseados: el estrés y la depresión. No hay que sorprenderse. Son  momentos que se nos presentan con una gran cantidad de exigencias: preparar comidas, hacer compras y presentar balances y proyectos.

Como casi todo en 2020, también las fiestas estarán atravesadas por la pandemia de covid-19, así que probablemente estemos sintiendo un estrés adicional, tristeza o ansiedad porque nuestros planes han sido o serán muy diferentes a otros años.

Cuatro situaciones posibles se nos pasarán por la cabeza, por el corazón y por nuestras mesas de fin de año. Especialistas nos dan detalles sobre estos escenarios y cómo enfrentarlos.

¿Habrá más estrés?

“En las fiestas de fin de año  los balances suelen invadir las vidas de las personas. Solemos preguntarnos si se alcanzaron las metas personales que se fijaron al comenzar 2020, evaluar si la situación mejoró o empeoró. Pero este año, con la pandemia por el coronavirus, los niveles de estrés pueden incrementarse más aún. Entre las situaciones que pueden ser detonantes de emociones aparecen los preparativos y las celebraciones familiares, sobretodo cuando hay relaciones conflictivas”, explica la psicóloga Mara Fernández, diplomada en Trastornos de la imagen corporal.

“El estrés apareció y se apoderó de muchos de nosotros, llenando nuestra vida de incertidumbre. Pero no es tan malo como parece; es nuestra adaptación al peligro, a lo desconocido y adaptarse a sobrevivir, aclara la doctora María de los Ángeles Sánchez Calvin, médica especialista en obesidad y psiconutrición. “Lo que hacemos nosotros con la realidad que nos toca, con nuestros pensamientos y sentimientos, es lo que nos afecta”, añade.

“Estas fiestas serán diferentes a otras, seguro. Todos queremos despedir este año que se hizo eterno pero que, a la vez, se nos fue entre los dedos. La pandemia continuará, queda en nosotros dejarla afuera de nuestro refugio, nuestro hogar, manteniendo los cuidados, pero no extremando los pensamientos. Y, como las emociones repercuten en nuestra selección de alimentos, durante las fiestas no se trata de privarse o de leer artículos acerca de cómo desintoxicarnos después de estos días, sino de tomar conciencia de lo que cada uno decidió que va a comer”, recomienda.

Emociones que invaden

“Los cierres anuales traen aparejados hipersensibilidad y angustia, porque la mayoría de la gente piensa que todo tiene que estar bien, sin signos de imperfección. Nuestra sociedad obliga a mostrar una faceta irreal e ideal que intenta mostrar que todo es perfecto cuando en realidad no siempre es así. Y los que tienen problemas, se sienten excluidos. Los sentimientos de ansiedad, angustia, inseguridad aparecen por la falta de motivación, alegría e insatisfacción. Uno está ansioso por terminar y hacer las cosas bien, sobre todo en un año donde muchos atravesaron pérdidas de distinta índole, y situaciones laborales complejas”, evalúa Fernández, quien da consejos desde su sitio Instagram: @hablar_sana

Ella recomienda cambiar el modo de ver las cosas. “No compararse con el otro y tratar de evitar temas sensibles se convierten en dos de los cómplices a la hora de revertir los pensamientos negativos”, apunta.

La doctora Sánchez Calvin describe algunas de la emociones que nos pueden envolver en estas fiestas: ilusión, sorpresa, reencuentro, el sentimiento de fracaso cuando se ve pasar un año más sin cumplir los objetivos propuestos, y ansiedad si las expectativas fueron muy altas o hubo un cambio significativo en nuestra rutina. “Este año se hará sentir, en muchos hogares, el dolor por la ausencia de un ser querido. Gestionar estas emociones es la mejor opción para que no nos dejen secuelas. Y en este sentido, la alimentación juega un rol importante. Comer puede ser un placer por razones químicas. Nuestro cerebro libera dopamina, la hormona relacionada con el placer. Por eso, durante las fiestas es importante conectar con ese placer, con aquellas emociones, y disfrutar de cada bocado, haciéndolo sin culpas.”, recomienda.

Lo que está bajo la lupa

“La vida está marcada por ciclos que anuncian el comienzo de algo nuevo y el cierre de aquello que concluye. Es un hecho que el 31 de diciembre termina un año, y que se trata de un tiempo tanto de balances como de celebraciones. Esta etapa se caracteriza por una mirada melancólica ante el año que se va, y convive con el entusiasmo por lo que está por comenzar. Fin de año suele ser una época reflexiva, en la que nos preguntamos qué hicimos y qué nos espera. Además, se caracteriza por el exceso de estrés, y la cercanía de las vacaciones, situación que te lleva a plantearte si podrás acceder a ellas o no... todo hace que este último tramo sea más largo, por lo que la visión que uno tiene sobre las cosas puede estar algo nublada por el cansancio. Es lógico que surjan sensaciones de angustia, sobre todo ligadas a la ansiedad”, explica Fernández.

Saber que algo está concluyendo nos conecta con lo que nos queda en el tintero, pero al mismo tiempo nos da la oportunidad de plantearnos nuevos proyectos y propósitos. “También es cierto que no es posible hacer en un mes todo lo que no se realizó en los anteriores Será momento de aceptar que bajar esos kilos de más, hacer el posgrado que tantas ganas teníamos o cualquier otro objetivo que dejamos sin realizar quedará pendiente para el año próximo, si es que aún queremos concretarlo. “No está de más tomarnos un tiempo para conectarnos con lo que pensamos y sentimos, preguntarnos si nuestras acciones concuerdan con nuestra mirada de la vida, si estamos siguiendo el camino de nuestros valores y de aquellas cosas que son importantes para nosotros. Siempre hay que evitar la autocrítica severa, y hacer foco en aquello que es posible realizar”, aconseja.

Calvin Sánchez sostiene que a la hora de hacer balances conviene aceptar lo que nos ha pasado, intentar sacar algo positivo. “Si tu balance va a ser para planificar estrategias, disfrutar del proceso y prepararte para nuevos desafíos, ¡adelante! Ahora, si va a ser sólo para juzgar y reprochar, ¡no vale la pena!”, apunta la doctora.

Lo que no anda bien

La psicóloga Fernández describe señales de que algo no anda como debería: “insomnio, crisis de angustia, signos de depresión, ansiedad generalizada, irritabilidad y niveles altos de estrés suelen ser algunos de los síntomas que aparecen ante la dificultad de enfrentar los distintos avatares que se nos presentan ante la imposibilidad tanto de poner límites a los familiares. Hay que aprender a decir no ante una situación que genera displacer, como ante la frustración de no haber concretado los planes que nos habíamos propuesto para el año que se va”.

Sánchez, que la podemos encontrar en Instagram con sus consejos (@DraSánchezCalvin), describe: “es frecuente que en esta época del año afloren trastornos depresivos y sentimientos de tristeza. Estos pueden generar trastornos afectivos estacionales, pero mientras nos permitan seguir con nuestra vida y con nuestra rutina y no se instalen, no tenemos por qué preocuparnos. Pero sí debemos ocuparnos de gestionarlos. Si nos nutrimos de buenos hábitos emocionales, alimentarios y cuidamos de nuestras fiestas sin excesos y con inteligencia emocional, podremos pasar estas fechas sin secuelas”.

¿Qué estrategias tenemos?

- Es posible seleccionar las emociones que sentiré y trabajar sobre ello.

- Si se puede no ir a un lugar donde no me sentiré bien, mejor no asistir. Si hay tensiones no resueltas, la recomendación del distanciamiento social este año puede ser la excusa perfecta para evitar el encuentro, sugiere la psicóloga Mara Fernández.

- Cuando no ir no es una posibilidad y debemos, pese a todo, pasar Navidad o Año Nuevo con personas con quienes tenemos conflicto podemos resolver cosas de antemano: planificar de antemano cuánto tiempo estaremos allí, cómo nos dispondremos en la mesa y qué actitudes puedo asumir ante eventuales tensiones.

- Cuando, a pesar de nuestros esfuerzos no es posible evitar el mal trago, es bueno depositar nuestra atención en cualquier otra cosa que pueda otorgar vivencias placentera. Por ejemplo, dirigir la mirada a quienes están disfrutando, recordar las experiencias positivas del año o de otros encuentros.

- A las cosas que no podemos manejar ni cambiar, es bueno encontrarles el lado positivo posible o resignificar la experiencia y pensarla desde otra perspectiva: aunque para uno no sea el mejor momento ni lugar puede que sí lo sea para las personas que quiero.

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