La crisis de Tafí del Valle y el manifiesto vacío de poder

La crisis de Tafí del Valle y el manifiesto vacío de poder

02 Diciembre 2020

Que ayer haya asumido interinamente como intendenta de Tafí del Valle la actual presidenta del Concejo Deliberante, tras casi un mes de ausencia del jefe municipal (contrajo coronavirus y no presta funciones desde el 6 de noviembre), no debe hacer perder de vista la profunda crisis de institucionalidad desatada dentro del territorio de Tucumán en torno de la doméstica cobertura de un cargo.

Coyunturalmente, mantener acéfala la intendencia durante tanto tiempo en vísperas del comienzo de la temporada de verano (incluyó tres días de cierre por asueto y por desinfecciones) es una manifestación de desapego por la gestión, a la que vez que una muestra de desprecio por la actividad central en la villa.

Si esa sola faceta ya es preocupante, la dimensión institucional de este colapso adquiere ribetes alarmantes. La legalidad del Estado provincial se enfrenta al hecho de que Tafí del Valle es un distrito donde la ley dejó de aplicarse.

Aunque la Ley Orgánica de Municipalidades (5.529 y modificatorias) prevé que quien encabeza el cuerpo deliberante reemplaza al intendente en caso de ausencia temporal, la norma provincial no fue aplicada por las autoridades municipales. Tanto es así que la secretaria de Gobierno municipal le comunicó a la titular del Concejo que “carecía de sustento legal” para encabezar el Departamento Ejecutivo y que de insistir con lo que la ley establece sería denunciada por “incumplimiento de deberes”.

Como la presidenta del cuerpo deliberante es opositora al intendente, Tafí del Valle permaneció 24 días corridos sin jefe municipal. A pesar de que el pueblo tafinisto eligió en las urnas a un intendente y también a los ediles de entre quienes debía surgir su natural reemplazante. Es decir, no sólo fue birlada la ley, sino que también fue burlada la voluntad popular.

Todo ello ocurrió, además, bajo la indolencia del poder político provincial. En la Municipalidad de Tafí del Valle estuvo completamente acéfala la intendencia, de manera evidente, por la ausencia del intendente y; simultáneamente, estuvo acéfala la conducción del Concejo Deliberante, de manera latente, porque su presidenta se encontraba en un limbo: no podía encabezar el cuerpo porque debía asumir como intendenta interina (de la misma manera que el presidente subrogante de la Legislatura no puede presidir una sesión en caso de ausencia del gobernador y el vicegobernador), pero a la vez no se le permitía desempeñar esas funciones ejecutivas.

Pese a tamaña circunstancia, el Ministerio del Interior de la provincia no tuvo la más mínima reacción: una Municipalidad completa estuvo a la deriva durante casi un mes y en Casa de Gobierno no hicieron absolutamente nada. Tampoco en la Legislatura, a pesar de contar nada menos que con una Comisión de Asuntos Municipales y Comunales.

Una pregunta se impone por sí sola frente a la gravísima situación institucional de la intendencia peronista del Valle de Tafí: ¿la misma pasmosa inacción de los poderes provinciales hubiera imperado si el mismo conflicto se daba en una Municipalidad de signo opositor?

Un caso real de vacío de poder se ha dado en una Municipalidad por la acción de sus autoridades y por la inacción de las autoridades provinciales. Es decir, Tucumán se mostró sin anticuerpos institucionales para hacer imperar la ley. Semejante situación no puede volver a repetirse en ningún orden en un Estado de Derecho.

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