Es el meme más difundido de la cuarentena. Hay dos perros, Doge y Cheems, uno al lado del otro. Uno es grandote y fortachón. El otro, sentado en el suelo, es más pequeño y luce débil y avergonzado. La imagen se repite con distintos textos. Uno de ellos, por ejemplo, dice: “Mi abuelo a los 12 (bajo el animal musculoso): recién llego de trabajar, hora de seguir construyendo mi casa”. Donde está el can flácido el mensaje es: “yo a los 25: me da vergüenza pedir helado, llamá vos”.
Esta comparación entre la vida de antes y la de ahora está en todos los casos. Los animales enfrentan diferentes temas con humor y mordacidad. Y la mayoría de ellos remarca un contraste entre un tipo de masculinidad relacionada con la potencia y la virilidad y otra más complaciente y blanda.
Veamos otro meme. Junto al perro fortachón está este mensaje: “Humanos 10.000 AC: hoy casi muero embestido intentando cazar un rinoceronte para alimentar a mi clan”. Sobre el otro perro pequeño, el texto dice: “Ay, esto no tiene gluten. Humanos 2020”.
¿Qué nos quieren decir con estas imágenes? ¿Será que ya no existen los machos? ¿Los varones de hoy son “blanditos”, como el perro autocomplaciente del meme? ¿Dónde quedó la virilidad? “Más bien diría que ese meme muestra que el modelo de ‘tipo duro’ ya no tiene mucho alcance como seductor. El perro chiquito seduce con su torpeza, su narcisismo, su infantilismo. La virilidad, entonces, cambió de sentido. Hoy en día surgió una nueva virilidad que a veces se afirma desde la impotencia, la timidez, todas actitudes que en otro tiempo eran sumamente vergonzantes y dejaban fuera de juego a un varón. El problema, entonces, es el cambio en las formas de seducción. El seductor actual está menos interesado en dar y exponerse que en la complacencia narcisista que puede obtener cuando es reconocido por la mirada de los demás”, analiza el psicoanalista y doctor en Filosofía y en Psicología, Luciano Lutereau.
El profesional, que también es escritor, acaba de publicar el libro “El fin de la masculinidad”, un título más que polémico. Así lo explica el autor: “hasta hace unos años se escuchaba la expresión ‘Hacete hombre’ y para todo el mundo era más o menos claro qué quería decir. Hoy ya no. El ‘fin de la masculinidad’ es que hayamos empezado a hablar de masculinidades (en plural) y el modelo hegemónico centrado en la demostración de potencia no sea exclusivo”.
- ¿Influyó de alguna manera en esto el empoderamiento femenino? ¿Qué estereotipos comienzan a quedar atrás?
- Sin duda, pero también otras causas, como el debilitamiento de que el ámbito del trabajo otorgase una identidad rígida a los varones. Eso afectó una figura tradicional, la del proveedor, que se relacionaba con una forma específica de la paternidad. El fin de la masculinidad es también un cambio en los modos vincularse en general, por ejemplo, en la familia, con los amigos, etcétera.
- ¿En qué consisten las nuevas masculinidades y feminidades?
- Para varones y mujeres, este siglo XXI planteó el desafío de pensar la sexualidad más allá de normas rígidas, incluso para reformular qué es ser varón o mujer, para que estas posiciones no fuesen opuestas y excluyentes, sino más fluidas. Esto es lo que supone la expresión “no binario”, que no es que no exista más lo masculino y lo femenino, sino dejar de pensar que uno es lo contrario del otro.
- En el nuevo libro hablás mucho sobre la infidelidad, ¿cómo cambió en los últimos años?
-En el libro desarrollo la idea de que la crisis del matrimonio, como modo de asegurar la relación con otro, generó una vulnerabilidad mayor porque ahora lo que único que nos ata a otra persona es el deseo, pero este es inestable, volátil, en un mundo en el que además se multiplicaron la oferta sexual y la edad para tener relaciones amorosas; entonces el riesgo de infidelidad se volvió un modo de acosar el deseo del otro, por ejemplo, cuando se revisan sus redes, su teléfono, etcétera. Siempre estamos inseguros y la infidelidad esconde el miedo a ser dejados, que es el gran temor de esta época. Cada vez menos gente tiene miedo de dejar de amar. Así es que se quedan en relaciones en las que no aman, solo para no ser abandonados.
- La reivindicación femenina y masculina trae libertad pero también nuevas problemáticas. ¿Cuáles son esos conflictos?
- Los conflictos actuales giran en torno a la presencia del otro. Valores tradicionales como el compromiso, la renuncia al deseo, ya no tienen sentido. En una sociedad en la que desear es más importante que amar, así como ser deseable es más importante que desear, la inestabilidad de los vínculos es fuente de sufrimiento. Antes que pensar en cómo amar más y mejor, hoy se vive en función de estar lo menos solo posible, aunque la compañía no cure de la soledad. Pensemos un ejemplo típico de hoy en día: la mujer que ronda los 40 y se debate si tener un hijo sin antes armar una pareja. Así la pareja se vuelve un medio para otra cosa, la parentalidad desplaza a la conyugalidad en nuestros días. La idea de crecer con otro es un modelo del pasado.




